Día 55 | Números 3 y 4
Hoy continuamos con nuestro estudio en el libro de Números y estaremos viendo los capítulos 3 y 4. En el capítulo 3 llega el momento del censo a los levitas. Vemos también de manera más detallada a los hijos de Aarón que fueron ungidos como sacerdotes (3:3): Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Pero Nadab y Abiú murieron delante de Jehová cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová en el desierto de Sinaí, entonces quedaron Eleazar e Itamar ejerciendo el sacerdocio (3:4). Ellos, junto a Moisés y Aarón, estaban encargados de la guarda del santuario, y si algún extraño se acercaba, moriría (3:38).
En Números 3:5-10 se nos detalla un poco más de la labor de los levitas:
«Entonces el Señor habló a Moisés: “Haz que se acerque la tribu de Leví y ponlos delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan.Ellos se encargarán de las obligaciones de él y de …
Hoy continuamos con nuestro estudio en el libro de Números y estaremos viendo los capítulos 3 y 4. En el capítulo 3 llega el momento del censo a los levitas. Vemos también de manera más detallada a los hijos de Aarón que fueron ungidos como sacerdotes (3:3): Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Pero Nadab y Abiú murieron delante de Jehová cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová en el desierto de Sinaí, entonces quedaron Eleazar e Itamar ejerciendo el sacerdocio (3:4). Ellos, junto a Moisés y Aarón, estaban encargados de la guarda del santuario, y si algún extraño se acercaba, moriría (3:38).
En Números 3:5-10 se nos detalla un poco más de la labor de los levitas:
«Entonces el Señor habló a Moisés: “Haz que se acerque la tribu de Leví y ponlos delante del sacerdote Aarón, para que le sirvan.Ellos se encargarán de las obligaciones de él y de toda la congregación delante de la tienda de reunión, para cumplir con el servicio del tabernáculo. También guardarán todos los utensilios de la tienda de reunión, junto con las obligaciones de los israelitas, para cumplir con el servicio del tabernáculo. Darás, pues, los levitas a Aarón y a sus hijos; le son dedicados por completo de entre los israelitas. Y designarás a Aarón y a sus hijos para que se encarguen de su sacerdocio; pero el extraño que se acerque será muerto”».
Al leer el final de este capítulo podríamos pensar en cuánto cuidado debía tener el pueblo al acercarse al santuario, ya que era un asunto de vida o muerte. Esto era debido a la santidad de Dios. Dios no tolera el pecado y el pecado lleva a la muerte, esto era evidente en esos días. También en el capítulo 4 vemos que si los coatitas tocaban o veían los objetos sagrados, morirían (4:15-20)
Leí una frase de Nancy DeMoss Wolgemuth donde dice: «Si no vemos la santidad de Dios, nunca nos daremos cuenta de cuánto necesitamos un Salvador. La cruz no significará nada para nosotros».
Ver la santidad de Dios tal y como es nos hace detenernos y venir en gratitud delante de Dios por Cristo. Nos lleva al asombro por ese sacrificio perfecto en la cruz, al morir en nuestro lugar, y por esto podemos entrar confiadamente al santuario sin temor a morir. Mira lo que dice Hebreos 10:19-22:
«Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús,por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne,y puesto que tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios,acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura».
¡Gloria a Dios que podemos entrar confiadamente al Lugar Santísimo!
Continuamos con el capítulo 4 y aquí vemos los deberes de los coatitas, gersonitas y de los hijos de Merari. Recordemos que Gersón, Coat, y Merari eran los hijos de Leví, esto lo vemos en Génesis 46:11.
Algo muy notable en estos últimos pasajes del capítulo es como cada uno de estos grupos tenían una autoridad sobre ellos para guiarlos. Eleazar supervisaba a los coatitas (3:32) e Itamar supervisaba a los gersonitas y a los meraritas (4:28, 33). Ellos no estaban sirviendo a Dios sin dirección, ellos seguían líderes puestos por Dios sobre ellos para guiarlos en las responsabilidades y deberes que se les habían dado.
Esto nos debe llevar a reflexionar en toda autoridad que se nos ha dado, ya sea en nuestro hogar, iglesia, trabajo, gobierno, entre otras.
Para meditar:
- ¿Estoy honrado y respetando la autoridad que Dios ha puesto en mi vida?
- ¿Tengo una actitud conforme al carácter de Cristo cuando debo seguir instrucciones?
- Veamos lo que dice Tito 3:1-2:
«Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra. Que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres».
«Y designarás a Aarón y a sus hijos para que se encarguen de su sacerdocio; pero el extraño que se acerque será muerto». -Números 3:10
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