Día 48 | Levítico 14 - 15
La lepra era una enfermedad altamente contagiosa y ocasiona la separación de la persona de la comunidad. Igualmente, los diversos flujos y secreciones corporales se consideraban impuros desde el punto de vista ceremonial en aquel momento, y, por tanto, debían ser tratados con ritos de purificación. Todo esto es una imagen de lo que el pecado ocasiona en nuestras vidas.
Al leer lo minuciosas y precisas que eran estas leyes ceremoniales y de purificación, ¿te percatas de lo importante que era para Dios transmitir la necesidad de estar «limpios» delante de Él?
Pero estos ritos llevados a cabo por el sacerdote una y otra vez no eran capaces de limpiar al pueblo de una vez y para siempre.
Para meditar:
Lee Hebreos 10:10-13 a la luz de la ceremonia requerida para sanar al leproso que leemos en Levítico 14.
¿Puedes ver la obra completa de Cristo en toda esta ceremonia? ¿De qué manera somos limpiadas ahora?
Medita en el siguiente texto de 1 Juan 1:8 - 2:2:
«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él mentiroso y Su palabra no está en nosotros. Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero».
«Así el sacerdote hará expiación delante del Señor en favor del que ha de ser purificado». -Levítico 14:31
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