Día 360 | 1 Juan
El día de hoy leemos la primera carta de Juan. El apóstol Juan no nombra ninguna iglesia o región a la que escribe, pero se sabe que Juan era una columna de la iglesia en Jerusalén. Se considera que la carta fue escrita entre el año 85-90 d.C., cuando el autor ya tenía una edad avanzada, pero aún ministraba a las iglesias. Puede ser que escribiera principalmente a judíos creyentes, puesto que dice que han conocido el mandamiento de Dios «desde el principio», un período de tiempo que se remonta hasta el Génesis (1 Jn. 1:1; 2:7; 13-14; 3:8, 11-12).
Al leer esta carta vemos que fue escrita de manera anónima, pero con el estilo de Juan. No hubo duda en la iglesia de que su autor fue el «discípulo amado», uno de los hijos de Zebedeo.
Podemos ver que es la carta del amor y su discurso nos recuerda …
El día de hoy leemos la primera carta de Juan. El apóstol Juan no nombra ninguna iglesia o región a la que escribe, pero se sabe que Juan era una columna de la iglesia en Jerusalén. Se considera que la carta fue escrita entre el año 85-90 d.C., cuando el autor ya tenía una edad avanzada, pero aún ministraba a las iglesias. Puede ser que escribiera principalmente a judíos creyentes, puesto que dice que han conocido el mandamiento de Dios «desde el principio», un período de tiempo que se remonta hasta el Génesis (1 Jn. 1:1; 2:7; 13-14; 3:8, 11-12).
Al leer esta carta vemos que fue escrita de manera anónima, pero con el estilo de Juan. No hubo duda en la iglesia de que su autor fue el «discípulo amado», uno de los hijos de Zebedeo.
Podemos ver que es la carta del amor y su discurso nos recuerda las palabras de Jesús en el Aposento alto (Juan 17). El amor es uno de los énfasis de Juan mencionando más de 20 veces esta palabra: amar a Dios, amar al hermano, amar la verdad y no amar al mundo. No amar a los ídolos sino al Dios verdadero. Y sobre todo, estos temas escritos de una manera pastoral, con marcado amor hacia quienes leyeran esta carta.
Al inicio de la carta, Juan dice su propósito: «les escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo» (v. 4). ¿Qué cosas? Quién es Cristo y cuál fue su obra para que crean en Él, y de la que Juan fue testigo ocular y con quien tuvo comunión. Y ese es el gozo del apóstol, como también lo dijo Jesús (Jn. 15:11). Es decir, las noticias que compartió Jesús sobre permanecer en Su amor y en la seguridad de salvación en Él, que es el tema de esta carta también.
Así que, Juan empieza por reconocer que Jesús es ese Dios anunciado desde el inicio, haciendo clara referencia a Génesis. Juan menciona el Verbo, a Jesús, quien estaba en el principio, antes que todo fuera, siendo el creador de todo, y que vino en carne o físicamente; y estuvo con nosotros.
Los temas en que se centra esta carta son:
- Dios es luz, y en Él no hay tinieblas.
- Necesito vivir en la verdad y practicarla por la nueva vida que tengo en Él.
- Negar mi pecado es engañarme y hacer a Dios mentiroso.
- Dios me invita a confesar mi pecado para ser limpiada de toda mi maldad. Teniendo esta seguridad: No hay ningún pecado que sea tan grande que Jesús no pueda perdonarlo.
- Jesús es mi abogado ante Dios.
Una carta con contrastes:
En esta carta Juan menciona varios contrastes para que podamos entender mejor:
- Dios es luz y no hay tinieblas en Él. (1:5)
- El que ama a Dios no puede amar el mundo. (2:15)
- El que ama a Dios no puede aborrecer a su hermano. (2:9)
- Porque conocemos la verdad, no podemos vivir en mentiras. (2:21)
- Si no practicamos la justicia, no somos hijos de Dios. (3:10)
Juan no está dando un nuevo mandato, sino que vuelve a repetirnos que debemos amar al Señor nuestro Dios con toda la mente y corazón como el primer gran mandamiento, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Estas fueron las palabras de Jesús (Mt. 26:37-39).
Ahora, el motivo de Juan al escribir esta carta es porque algunos se habían levantado contra los creyentes, los que fueron parte de ellos y que ahora se iban de ellos. Lo que sucede es que estas personas ya no reconocían a Jesús como el Hijo de Dios, provocando conflictos entre los creyentes. Por eso el énfasis de Juan en que ellos deben permanecer en la verdad (2:18-23).
Juan deseaba que, sin importar sus comentarios, ellos permanecieran firmes en su fe.
Quizás te has visto como Juan en medio de personas que han salido de tu congregación y luego manifiestan no creer. Por un tiempo, ellos al estar en medio de la luz de la Palabra, parecían andar conforme a la verdad. Pero su corazón no fue transformado por la verdad. Recuerda que su Palabra es lámpara a nuestros caminos (Sal. 119:105) y exponerte a ella trae sabiduría y luz. Pero no siempre el corazón es transformado. Ora por ellos y que esa Palabra sembrada en su corazón de fruto de arrepentimiento. Muestra el amor que los hijos de Dios deben mostrar, extendiendo gracia.
Oro por poder ver mi pecado como Dios lo ve y no ser mentirosa al creer que no he pecado. Mi corazón es capaz de hacer mucho más mal y peor de lo que jamás imagino. Pero Dios puede darme la sensibilidad de ver mi maldad para correr a Su cruz, no para castigarme porque Cristo ya pagó por mi maldad.
Debo amar a mi hermana sabiendo que ella es perdonada por Dios, pero aún está como yo en este lado del cielo. Por lo tanto, muchas veces sufriré por palabras, acciones o intenciones pecaminosas de otros, pero el mismo Dios que me perdona es el que perdona a mi hermano.
Juan, como un anciano, con amor paternal les escribió a los padres y a los más jóvenes, recordándoles en Quién habían creído y el poder de Su Palabra en el creyente. Esas palabras son para nosotras hoy. Hemos creído en el Verdadero y Él ha vencido al maligno.
Les habla del espíritu del anticristo que se mostrará en muchos hombres malos hasta que el verdadero Anticristo se manifieste al mundo. Debemos conocer la verdad, atesorarla y estar arraigadas en ella, recordando que tenemos la unción del Santo. Su Espíritu mora en nosotras y nos guía a toda verdad. Nos anhela celosamente y nos llevará a Cristo. Ese Espíritu es nuestro sello, por lo tanto, no tenemos nada que temer. ¡Estamos del lado del Vencedor!
Esto era importante por la situación que vivían estos hermanos, y ellos necesitaban, como nosotras, ser afirmadas en la verdad ante las pruebas. Recordemos que seremos transformadas como Él, aunque ahora nos parezca lejano, vivimos por fe y no por vista, purificándonos porque Él es puro (3:3).
Juan nos habla del amor de Dios. La confianza que tenemos en Él y cómo ese verdadero amor echa fuera el temor. Tememos ante lo que es desconocido o lo que imaginamos terrible, pero cuando confiamos en que estamos en sus manos, que Dios ha dado su Hijo por nosotras, y que Su amor nos ha librado del juicio; entonces el amor se sobrepone al temor. ¡Fíjate que no es la valentía la que vence el temor, sino el amor de Dios! La confianza en Su carácter y Su amor por ti. Él te lleva grabada en las palmas de Sus manos (Is. 49:16). ¿Puede haber algo más hermoso que esto?
El cierre de esta carta es con la promesa de que Dios nos escucha al orar. El Dios que creó los cielos y todo lo que existe, está atenta a la voz (Dt. 4:8).
Él nos guarda del maligno, pero Juan termina pidiéndonos que nosotras nos guardemos de los ídolos. Porque nuestro corazón es una fábrica de ídolos, como decía Calvino. Podemos crear en nuestra mente un concepto o idea de Dios que no es como Él se ha revelado en Su Palabra. Podemos adorar lo que Él nos da en lugar de Dios mismo, y podemos amar este mundo que nos atrae tanto. Guarda tu corazón con Su Palabra.
«¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar Tu palabra». –Salmos 119:9
Para meditar:
- ¿Está mi vida marcada por vivir en esperanza y caminar en santidad?
- ¿Esto me llama a preguntarme si vivo por Sus promesas o solamente por lo que veo?
- ¿Está mi vida marcada por el amor al otro? ¿Amo a los que Dios me ha dado como mi familia aun cuando son tan diferentes a mí o cuando rechazan la verdad? Nuestra familia es el regalo de Dios para nosotros y Él ha puesto a cada miembro como alguien imprescindible para ella y para mi vida.
- ¿Me extiendo a cubrir sus necesidades o solo les digo palabras de aliento? El amor verdadero cubre al otro, lo alimenta, lo viste, lo abraza. Eso ha hecho nuestro Dios con nosotros.
- ¿Cómo ha hablado Dios a tu vida con esta carta?
«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». -1 Juan 1:8-9
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación