Día 356 | Hebreos 7-10
Continuamos con la explicación magistral del autor a los hebreos del porqué la obra de Cristo, incluyendo Su sacerdocio que es superior a cualquier otro, y en este caso en particular, el de Melquisedec, que se mencionó en el último versículo del capítulo 6.
¿Quién era Melquisedec? Si ustedes recuerdan, este sumo sacerdote fue mencionado en Génesis 14:18-20, un sacerdote del que no se conocía mucho; no se sabía sobre su parentela ni su origen, solo se menciona que su nombre significa «rey de justicia», que era rey de Jerusalén y sacerdote del Dios Altísimo. Este sacerdote es nombrado brevemente, pero su importancia radica en que apuntaba a un tipo de Cristo, que la epístola de los Hebreos confirma. ¿Por qué? Porque el sacerdocio levítico era hereditario, pero el de Melquisedec no lo fue, así como no fue el de Cristo, quien descendía de la tribu de Judá y no …
Continuamos con la explicación magistral del autor a los hebreos del porqué la obra de Cristo, incluyendo Su sacerdocio que es superior a cualquier otro, y en este caso en particular, el de Melquisedec, que se mencionó en el último versículo del capítulo 6.
¿Quién era Melquisedec? Si ustedes recuerdan, este sumo sacerdote fue mencionado en Génesis 14:18-20, un sacerdote del que no se conocía mucho; no se sabía sobre su parentela ni su origen, solo se menciona que su nombre significa «rey de justicia», que era rey de Jerusalén y sacerdote del Dios Altísimo. Este sacerdote es nombrado brevemente, pero su importancia radica en que apuntaba a un tipo de Cristo, que la epístola de los Hebreos confirma. ¿Por qué? Porque el sacerdocio levítico era hereditario, pero el de Melquisedec no lo fue, así como no fue el de Cristo, quien descendía de la tribu de Judá y no de Leví. Así, el sacerdocio de Cristo está por encima de lo que la ley mosaica y el sistema levítico habían establecido. Ese sistema de sacerdocio fue reemplazado por un nuevo pacto, un nuevo sacerdote, con un nuevo sacrificio, uno mejor, perfecto y eterno.
Así pues, el carácter divino y santo de Cristo es una prueba más de la superioridad de Su sacerdocio. Cada vez que un sumo sacerdote del pueblo pecaba, también debía ofrecer sacrificios por sí mismo, pero Cristo no tuvo pecado y no requirió ningún sacrificio por Él mismo. La obra de expiación de Cristo se hizo una sola vez y para siempre, porque Él mismo fue el sacrificio perfecto que todos los pecadores necesitaban. Es decir, que este sacrificio nunca se repetirá, pues Dios designó a Su Hijo como el Sumo Sacerdote por excelencia y cuyo sacrificio ya fue hecho para la propiciación de nuestros pecados, que es lo único que aplacó la ira justa y santa de Dios en contra del pecado.
Cristo fue el cumplimiento de todos los símbolos y sombras del Antiguo Testamento, este nuevo pacto que es mucho mejor y que fue prometido muchos siglos antes, ahora nos permite el acceso al trono de Dios, pues nuestro Sumo Sacerdote está sentado a la diestra del Padre. Ya no hay lejanía como la había en el tabernáculo en medio del pueblo, ya no había temor de ser destruidos por el fuego consumidor de Dios, ¡ahora Cristo ha abierto camino al Padre! ¿Estás apercibida de esto?
Y es solo por esa posición que Cristo tiene delante del Padre, que ahora nosotras podemos ser receptoras de las promesas dadas anteriormente por los profetas, pues ahora la ley está escrita en nuestros corazones gracias a la obra de Cristo.
¡Oh gloria a Cristo! Porque a través de Su propia sangre entró al Lugar Santísimo, y por medio de Su sacrificio hemos recibido la redención eterna. Por eso Cristo es el mediador de este nuevo pacto del que nos ha hecho parte por medio de Su muerte. Y así como Cristo fue ofrecido una sola vez para cargar nuestros pecados, el hombre ha sido designado a morir una sola vez para luego entrar al juicio y recibir la salvación si verdaderamente ha puesto su fe en el sacrificio perfecto de Cristo.
Porque no hay ninguna tradición ni ritual ni sacrificio que pueda cumplir lo que Cristo pudo cumplir al sacrificar Su vida para salvación, como dice Hebreos 10:14: «Porque por una ofrenda Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados». Así que, habiendo recibido el perdón por los pecados, todo aquel que cree en Cristo, ya no debe presentar ofrenda alguna por su pecado, ni alguien más en su lugar. Nuestra salvación es por gracia, nunca ha sido por obras.
El último capítulo de nuestra lectura de hoy termina con 3 puntos de recordatorio:
- Mantenerse firme. Hay un motivo tan grande por el cual esto puede llevarse a cabo. ¡Cristo lo ha cumplido todo! Al creyente le corresponde creer por la fe y no vacilar, y usar los medios de gracia que Dios ha provisto para perseverar, al lado de su familia en la fe, estimulándose al amor y a las buenas obras, congregándose o viviendo con la realidad de que el fin se acerca.
- Abandonar el pecado deliberado. Luego de haber conocido la verdad, no hay razón alguna para seguir en el mismo patrón de pecado, porque entonces significará incredulidad en el corazón y pisotear el nombre de Cristo; y la consecuencia de ellos es el juicio de Dios en el infierno. «¡Horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo!» (10:31).
- Perseverar en medio de los padecimientos y persecución. El autor les recuerda a los hebreos que hay una posesión eterna que no les será quitada y por la cual vale la pena mantenerse en pie. Hay una promesa que será cumplida, porque Dios es fiel y Cristo vendrá y no tardará, y el justo por la fe vivirá.
¿Lo crees?
Para meditar:
El capítulo 10, versículos 32 al 39, nos ofrecen un fundamento para vivir bajo sufrimiento, injusticias y persecución, ¿lo notaste? Ellos debían traer a su memoria que soportaron una gran lucha de padecimientos, fueron hecho espectáculo público en sus aflicciones, siendo compañeros en esto. Aceptaron con gozo el despojo de sus bienes. Quizá estés tentada en pensar que esto solo sucedía en aquel tiempo, pero no es así. ¿Quizá te has quedado sin empleo y has sido desalojada de tu hogar? ¿Cuántas veces por ser cristiana te han ridiculizado? ¿Cuántas veces has pasado por pruebas difíciles?
Esta verdad sigue siendo relevante porque los hebreos nos enseñan cómo atravesar este tiempo: con gozo y con fe, poniendo la mirada en la gran recompensa, esa ciudad celestial, la que todos los hombres y mujeres del Antiguo y del Nuevo Testamento esperaban, y nosotras esperamos.
Con esto en mente, ¿de qué manera tus pruebas pasadas han fortalecido tu esperanza y perseverancia? Casi siempre, en medio de la dificultad, lo que traemos a memoria son las situaciones alegres del pasado que no nos ayudan a vivir nuestro presente con esperanza; o traemos a memoria los hechos que pasaron para buscar un culpable de lo que estás pasando o sintiendo; o nos afanamos al centrarnos en la circunstancia. Este capítulo nos enseña que lo que traemos a memoria o lo que recordamos en medio del dolor es lo que atesoras. Sin embargo, la actitud que te ayuda a enfrentar las pruebas, es una mente informada en la obra de Cristo que recuerda la obra de Cristo, del mejor Sacerdote, Profeta y Rey, que existe como el fundamento para perseverar y poner nuestra esperanza.
¡Alabemos a Dios por Su misericordia y bondad en salvarnos!
«Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan». -Hebreos 9:27-28
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