Día 340 | 2 Corintios 10-13
El día de hoy concluimos la segunda carta a los Corintios, aprendiendo cómo Pablo defiende el ministerio que Dios le ha dado y conoceremos más acerca de los falsos apóstoles y sus engaños; veremos acerca de los sufrimientos de Pablo y su preocupación por los corintios, concluyendo con unas advertencias y saludos finales.
Capítulo 10
En este capítulo, vemos que Pablo dirige sus palabras a los falsos maestros y a aquellos que seguían bajo la influencia de ellos y no se habían arrepentido. En otras palabras, Pablo defiende su ministerio de las falsas acusaciones. Él no hace esto para el reconocimiento de su nombre, sino para glorificar el nombre de Cristo y para que prevalezca la verdad de Dios por encima de la mentira. A pesar de que Pablo recibió tantos malos tratos de injusticia, él era un hombre manso y humilde. Esto nos puede llevar a una pregunta de …
El día de hoy concluimos la segunda carta a los Corintios, aprendiendo cómo Pablo defiende el ministerio que Dios le ha dado y conoceremos más acerca de los falsos apóstoles y sus engaños; veremos acerca de los sufrimientos de Pablo y su preocupación por los corintios, concluyendo con unas advertencias y saludos finales.
Capítulo 10
En este capítulo, vemos que Pablo dirige sus palabras a los falsos maestros y a aquellos que seguían bajo la influencia de ellos y no se habían arrepentido. En otras palabras, Pablo defiende su ministerio de las falsas acusaciones. Él no hace esto para el reconocimiento de su nombre, sino para glorificar el nombre de Cristo y para que prevalezca la verdad de Dios por encima de la mentira. A pesar de que Pablo recibió tantos malos tratos de injusticia, él era un hombre manso y humilde. Esto nos puede llevar a una pregunta de reflexión: cuando recibes algún tipo de injusticia por parte de otros, ¿reaccionas con ira y enojo, o reflejas un espíritu manso y humilde como el de Cristo?
En los versículos 2 al 6, Pablo nos permite ver un panorama más amplio frente a las dificultades de la vida: estamos en una guerra espiritual. Pablo habla de que no luchamos según la carne, sino con armas poderosas en Dios, es decir, armas espirituales. Estas son para destrucción de fortalezas, especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta en contra del conocimiento de Dios, son armas que nos ayudan a confrontar el error y la mentira con la verdad. En otras palabras, no vamos a lograr nada por nuestras fuerzas, toda batalla debemos enfrentarla bajo el poder y la gracia de Dios.
El final de este capítulo nos muestra características de un verdadero discípulo de Cristo en la vida de Pablo: primero, vemos que él buscaba la edificación de la iglesia; segundo, vemos que era un hombre constante y genuino, es decir lo que era en sus cartas también lo era al estar presente entre ellos; y tercero, Pablo no se alaba a sí mismo, por el contrario, él se gloriaba en el Señor. Todo esto es contrario a lo que eran los falsos maestros quienes destruyen a la iglesia con sus mentiras, llevando a la división y las contiendas, vivían de las apariencias externas y se alaban a sí mismos. Este capítulo nos invita a examinar nuestros corazones y la enseñanza que recibimos, además, nos ayuda a la necesidad de reconocer a los engañadores que pueden estar en medio nuestro. Pidamos a Dios discernimiento para no ser seducidas por ninguno de ellos.
Capítulo 11
En este capítulo Pablo nos permite ver que tenía un corazón verdaderamente preocupado por la condición espiritual de los corintios, pues temía que sus mentes fueran desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo. Pero muchos de ellos ya estaban en ese estado, tolerando a esos falsos maestros que predicaban un evangelio muy distinto al de Jesucristo. En el versículo 13 vemos que Pablo llama a los tales, falsos apóstoles, obreros fraudulentos que se disfrazan como apóstoles de Cristo.
Al final del capítulo, en los versículos del 22 al 33, vemos de una manera más amplia el ministerio de Pablo. Él era un seguidor de Cristo que vio al Cristo resucitado por la voluntad de Cristo mismo en aquel camino a Damasco; Pablo también había pasado trabajos, cárceles, azotes, peligros de muerte, golpes con varas, había sido apedreado y tres veces naufragó. Había estado en medio de grandes peligros, con hambre y sed, en frío y desnudez, sin mencionar su preocupación por todas las iglesias. Todo esto lo diferencia de aquellos falsos maestros que no estaban dispuestos a vivir ninguna de estas cosas por la causa de Cristo. Ellos vivían para su propia gloria, no podían vivir para glorificar a Dios. Todas estas cosas que Pablo experimentó en su ministerio son las credenciales de ser un verdadero apóstol de Cristo.
Capítulo 12
Sin embargo, hay algo importante de notar: Pablo, como cualquiera de nosotras, también sufrió con aflicciones que Cristo mismo permitió en su vida para que ninguna soberbia u orgullo lo engañara por toda la revelación que él había recibido. En este sentido, Pablo también nos muestra la vida de un verdadero apóstol, que no es un camino fácil, pero sí es un camino donde Él aprendió que la gracia de Cristo basta, y que podía gloriarse en toda situación:
«Y Él me ha dicho: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insulto, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». –2 Corintios 12:9-10
Pablo expresa su preocupación de que quizá al llegar a ellos, encontrará pleitos, celos, enojos, rivalidades, difamaciones, chismes, arrogancia y desórdenes. Temía llorar por muchos que habían pecado anteriormente y no se habían arrepentido de la impureza, inmoralidad y sensualidad.
Una vez más vemos el corazón pastoral de Pablo por esta iglesia. No era fácil lidiar con quienes no parecían creer en el llamado de Pablo, quien los ha servido, enseñado y amado tanto. Al meditar en esto, examinemos nuestros corazones: cuando somos acusadas o tratadas con injusticia, ¿nos defendemos para nuestro propio beneficio o para la gloria de Cristo? Y cuando buscas resolver una situación difícil, familiar, en el trabajo o de otro tipo, ¿buscas destruir o edificar a los involucrados en el asunto? Seamos sabias al lidiar con las personas difíciles en nuestras vidas, de modo que en todo reflejemos a Cristo.
Capítulo 13
El libro concluye con varias advertencias y exhortaciones, veamos algunas de ellas:
- Les llama a examinarse para ver si estaban en la fe, es decir, a reconocer si Jesucristo estaba en ellos.
- Les exhorta a regocijarse, a ser perfectos, a confortarse, a ser de un mismo sentir, a vivir en paz, a saludarse los unos a los otros con beso santo. Es decir, con amor.
En resumen, Pablo los lleva a tener cuidado de sus corazones, a cada uno de manera personal, y a la vez, a estar en unidad unos con otros. Pablo concluye la carta orando por ellos de una manera muy especial, mencionando a la Trinidad, él ora: «La gracia del Señor Jesucristo (el Hijo), el amor de Dios (el Padre) y la comunión del Espíritu Santo (el Consolador) sean con todos ustedes». Lo cierto es que, todas las bendiciones espirituales que recibes vienen por el amor de Dios Padre, quien planeó la salvación antes de que el tiempo comenzara. Todas las bendiciones las recibes por medio de Jesucristo, quien murió para comprar tu redención, y resucitó para aplicarla a tu vida, y todas las bendiciones son compartidas dentro de la iglesia y en tu caminar personal con Dios, a través del poder y consejo del Espíritu Santo. ¡Qué podamos vivir a la luz de estas bendiciones inmerecidas!
Para reflexionar:
- ¿Has examinado tu corazón recientemente? ¿Vives de manera que examinas tu fe continuamente?
- ¿Puedes identificar los frutos del Espíritu Santo en tu vida? ¿Es Cristo reflejado en tu manera de vivir?
- ¿Qué significa gloriarte en tus debilidades para que se pueda ver el poder de Cristo? ¿Cómo puedes vivir de esta manera?
- ¿Cómo estás sirviendo a otros en tu comunidad local? Como joven, ¿buscas la sabiduría de una anciana? Como anciana, ¿buscas edificar a una joven?
«Y Él me ha dicho: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insulto, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». –2 Corintios 12:9-10
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