Día 34 | Éxodo 13 - 15
Dios ha hecho maravillas delante de los ojos de Su pueblo y de Faraón. Finalmente, los israelitas salen de Egipto, pero al verlos partir, Faraón y sus siervos se percatan que han perdido toda su fuerza de trabajo y deciden alcanzarlos y no dejarlos escapar.
Hoy podemos espigar varias lecciones.
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Dios quiere que recordemos Sus obras.
Varias veces Dios instruye a Su pueblo a recordar lo que Él había hecho por ellos. Es muy importante para nuestras almas recordar Sus portentosos hechos. En nuestra incredulidad tendemos a olvidar lo que Él ha hecho por nosotros, las formas como nos ha librado y guiado. También es muy importante recordar para poder testificar a la siguiente generación sobre las maravillosas obras de Dios en nuestra vida. Recordar Su fidelidad nos ayuda a confiar y perseverar en los momentos difíciles.
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Dios dirige nuestro camino.
Desde el punto de vista humano, parecería que era …
Dios ha hecho maravillas delante de los ojos de Su pueblo y de Faraón. Finalmente, los israelitas salen de Egipto, pero al verlos partir, Faraón y sus siervos se percatan que han perdido toda su fuerza de trabajo y deciden alcanzarlos y no dejarlos escapar.
Hoy podemos espigar varias lecciones.
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Dios quiere que recordemos Sus obras.
Varias veces Dios instruye a Su pueblo a recordar lo que Él había hecho por ellos. Es muy importante para nuestras almas recordar Sus portentosos hechos. En nuestra incredulidad tendemos a olvidar lo que Él ha hecho por nosotros, las formas como nos ha librado y guiado. También es muy importante recordar para poder testificar a la siguiente generación sobre las maravillosas obras de Dios en nuestra vida. Recordar Su fidelidad nos ayuda a confiar y perseverar en los momentos difíciles.
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Dios dirige nuestro camino.
Desde el punto de vista humano, parecería que era Moisés quien dirigía al pueblo, pero la Escritura es clara en afirmar que Dios guió a Su pueblo. Él iba delante de ellos de noche y de día, alumbrando su camino. En Su fidelidad y cuidado los guardó de pasar por la tierra de los filisteos, ya que serían tentados a atemorizarse al enfrentarse a una guerra. Sin embargo, los guió por un callejón sin salida para mostrarles Su poder.
Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Él guía tus pasos con Su providencia y nunca te abandona.
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En ocasiones preferimos ser esclavas del pecado que confiar en Dios y en Su poder para redimirnos del poder del pecado.
Cuando el pueblo se vio frente al mar Rojo y vieron a los egipcios acercarse, se llenaron de temor. Llegaron al punto de reclamar a Moisés y pedir que los dejaran en Egipto y continuar sirviendo a sus opresores.
Igual nos sucede a nosotras hoy. Cuando vemos una situación difícil delante de nosotras, un camino que implique algún riesgo, pero que eventualmente nos llevará a una vida más abundante y libre, preferimos continuar en lo conocido que nos esclaviza.
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Cuando el pueblo de Dios experimenta Su liberación, irrumpe en alabanzas.
El pueblo de Israel no adoró a Moisés por su liderazgo; adoró a Dios. Él era el objeto principal de este cántico: Su grandeza, Su excelencia, Su poder para librar, Su misericordia, Su guianza. Él es el único y sabio Dios que reinará para siempre.
La obra de Dios en nuestra vida, Su redención, debe llenarnos de regocijo. Dios nos ha salvado, liberado, y nos guía en esta peregrinación hasta llevarnos a nuestra morada eterna. Experimentar Su bondad y Su fidelidad debe mover nuestros afectos a la adoración.
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¡Cuán fácilmente pasamos de la alabanza a la queja!
Desde que llegaron al primer obstáculo, el pueblo de Israel olvidó la fidelidad de Dios y comenzó a murmurar contra Moisés.
Siempre nos resultará más fácil alabar a Dios cuando las cosas van bien, pero Él no nos ha prometido que siempre será así. En este mundo tendremos tribulación y sufrimiento, sin embargo, somos llamadas a verlo todo desde Su perspectiva y a regocijarnos aun en el sufrimiento.
Para meditar:
- ¿Qué quiso Dios comprobar al poner a Su pueblo delante de un callejón sin salida? ¿Cómo te anima este relato en esa situación actual en tu vida donde no ves una salida?
- Piensa en un momento en tu propia vida cuando optaste por seguir esclavizada a «algo» que confiar en que Dios tenía el poder de salvarte. ¿Cómo pudiste haber actuado diferente?
- ¿Te regocijas de los hechos portentosos de Dios en tu propia vida?
- «El Señor reinará para siempre» (Ex 15:18). ¿Qué significa esto para ti?
- ¿Cultivas un corazón agradecido? ¿Cómo reaccionas cuando las cosas no resultan como esperabas?
«En Tu misericordia has guiado al pueblo que has redimido; con Tu poder los has guiado a Tu santa morada». -Éxodo 15:13
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