Día 339 - 2 Corintios 5-9
Ayer fuimos animadas en recordar que vivimos por fe, y no por vista, pues todo lo que vemos perecerá, pero lo que no vemos es eterno. En los capítulos de hoy reflexionaremos acerca de ser nuevas criaturas, el ministerio de reconciliación, la generosidad y la libertad cristiana.
Capítulo 5
Este capítulo continúa la idea de lo temporal versus lo terrenal para ampliar más el tema de nuestra morada eterna. Pablo hace la comparación de esto con una tienda o casa de campaña. Si nos ponemos a pensar, las tiendas de acampar son muy frágiles, un fuerte viento se las puede llevar; además, son temporales, una vez que ya la usamos, se desarma y se guarda. Así mismo son nuestros cuerpos terrenales y este mundo.
Por el contrario, en Dios esperamos con fe la redención de nuestros cuerpos (ver también Romanos 8:22-23). Una vez resucitamos, nuestros cuerpos serán gloriosos; serán eternos. …
Ayer fuimos animadas en recordar que vivimos por fe, y no por vista, pues todo lo que vemos perecerá, pero lo que no vemos es eterno. En los capítulos de hoy reflexionaremos acerca de ser nuevas criaturas, el ministerio de reconciliación, la generosidad y la libertad cristiana.
Capítulo 5
Este capítulo continúa la idea de lo temporal versus lo terrenal para ampliar más el tema de nuestra morada eterna. Pablo hace la comparación de esto con una tienda o casa de campaña. Si nos ponemos a pensar, las tiendas de acampar son muy frágiles, un fuerte viento se las puede llevar; además, son temporales, una vez que ya la usamos, se desarma y se guarda. Así mismo son nuestros cuerpos terrenales y este mundo.
Por el contrario, en Dios esperamos con fe la redención de nuestros cuerpos (ver también Romanos 8:22-23). Una vez resucitamos, nuestros cuerpos serán gloriosos; serán eternos. Y esto lo sabemos porque el Espíritu Santo nos ha sellado. Podemos confiar que mientras estamos en este cuerpo, gemimos por estar ya con Dios, pero en lo que ese día llega, vivamos agradando al Señor.
El amor entre cristianos debe ser visible, porque todos vivimos por Aquel que murió y resucitó. Por eso procuramos el ministerio de la reconciliación, porque la asombrosa verdad es que «somos nuevas criaturas en Cristo». Así pues, nos animamos unas a otras, nos apoyamos en nuestro caminar no importando el pasado, porque si estás en Cristo, Él borra todo y lo hace nuevo. La verdad es que, somos transformadas por Él.
Este capítulo concluye mostrándonos el fundamento del ministerio de reconciliación:
- Dios nos reconcilió con Él por medio de Cristo. (v. 18)
- Esto tiene como resultado que Dios ya no toma en cuenta nuestras transgresiones. (v.19)
- Él nos ha hecho embajadores de Cristo, para llevar a otros a reconciliarse con Él, así como Él nos ha reconciliado consigo mismo. (v.20)
- Su justicia nos alcanzó, merecíamos morir por nuestro pecado, pero Cristo se hizo pecado por nosotros, por esto hoy somos justificadas delante de Dios. (v. 21)
Capítulo 6
Los versículos del 1 al 13 hablan de las características del ministerio cristiano. Muchos pueden pensar que un ministerio es efectivo por ser próspero o por tener un gran número de personas. Pero, por medio de Pablo, vemos que el ministerio no se caracteriza por estas cosas, al contrario, se caracteriza por: aflicciones, privaciones, angustias, azotes, cárceles, desvelos, perseverancia en obedecer y seguir adelante, pureza contra la cultura y los deseos de la carne, conocimiento del Señor más que del mundo, paciencia, bondad, amor sincero, vidas llenas del Espíritu Santo y en el poder de Dios.
Estas son características de un ministerio cristiano verdadero y estas eran las cosas que mostraban la legitimidad de su mensaje. Pablo no solo enseñaba el evangelio de Cristo, él lo creía y lo vivía en toda circunstancia frente a ellos.
El capítulo 6 termina con varias exhortaciones para los creyentes que representan una advertencia a tener cuidado de no unirnos con aquellos que no creen en Cristo, es decir, con los incrédulos. Estas personas viven conforme al mundo y no de acuerdo a los propósitos de Dios. Esto aplica a diversas áreas de nuestra vida, los amigos, los negocios, los lugares que visitamos, y una de las más importantes, el matrimonio. Pablo explica de manera muy clara que no hay asociación entre la justicia y la iniquidad y que no hay comunión entre la luz y las tinieblas.
Esto no quiere decir que dejemos de hablar con personas que no son creyentes, porque tenemos un llamado a predicarles el evangelio (ver Mateo 28:19-20). Más bien, Pablo se refiere a esa unión donde podemos ser influenciadas por los no creyentes. Pidamos a Dios discernimiento para no unirnos en yugo desigual.
Capítulo 7
Este capítulo nos habla de un tema muy importante: la santidad. Muchos entienden que esta palabra tiene que ver con la apariencia externa y el cumplimiento de ciertas reglas y leyes, cayendo muchas veces en legalismo; pero, en realidad, la palabra santidad hace referencia a estar apartados para Dios, para servirlo y adorarlo, y para vivir en santidad como Él es santo. Por eso somos llamados santos, no por lo que hemos hecho, sino por el sacrificio de Cristo que permite que ahora el Padre nos separe del mundo para Él.
En este capítulo vemos un llamado a limpiarnos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. Esto se refiere a guardarnos de toda cosa que nos contamine, cosas que afectan nuestra relación con Dios. Esto no se refiere a que nunca vamos a pecar en lo absoluto, ya que de este lado de la tierra eso es imposible, pues estamos en una lucha constante contra el pecado y nuestra carne. Pero un creyente verdadero permanece creciendo y madurando espiritualmente, buscando cada día agradar a Dios por medio del Espíritu Santo que nos ayuda y nos capacita.
Así como las personas se alejan de las comidas que les hacen daño físicamente, nosotros debemos huir del pecado que contamina nuestro espíritu. En el temor a Dios encontramos la razón para vivir en continua reverencia y asombro hacia Dios. Su santidad, Su grandeza, Su obra redentora y Su amor, todo esto nos lleva y nos motiva a vivir en santidad.
Capítulo 8 y 9
Estos capítulos nos muestran a Pablo reiniciando las preparaciones de la colecta para los pobres en Jerusalén. Pablo anima a los corintios a ser generosos y apoyar el sostenimiento de este grupo de creyentes. Él les da el ejemplo de los macedonios, quienes también estaban pasando aflicción y que a pesar de ello, dieron aun más allá de sus posibilidades y por voluntad propia. La verdad es que ellos se daban al Señor y a sus hermanos.
Pablo les deja claro a los corintios que a pesar de que ellos abundaban en fe, palabra, conocimiento y amor, también tenían que abundar en esa obra de gracia. El propósito queda claro: mostrar el amor de Cristo, reflejar la gracia de nuestro Señor que, siendo rico, por amor se hizo pobre, mostrando ese amor en ayudarse los unos a los otros.
Esta ofrenda fue administrada sabiamente por Pablo, Tito y otros de sus compañeros de viaje. Podemos ver el cuidado que ellos tenían con el dinero que recibían y se preocupaban por lo que es honrado ante los ojos del Señor y también ante los ojos de los hombres.
Pablo continúa hablando de esta ofrenda en el capítulo 9, y exhorta a los corintios a estar preparados con la ofrenda ya prometida para que la misma estuviera lista desde un corazón generoso y no por codicia. Pablo les explica que cada uno debía dar como propuso en su corazón, no de mal gana ni por obligación. ¿Por qué? Porque Dios ama al que da su ofrenda con alegría. ¡Cuando somos generosas glorificamos a Dios y mostramos el evangelio de Cristo!
Para meditar:
- ¿Estás siendo generosa al ver la necesidad de los demás?
- Toma unos minutos para pensar en las personas que están a tu alrededor, ¿cómo podrías ayudar a alguna de ellas mostrándoles el amor de Cristo mediante un acto de generosidad? Ora al Señor que te muestre cómo hacerlo y da el paso de llevarlo a cabo.
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas». -2 Corintios 5:17
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