Día 335 | 1 Corintios 9-11
Después de haber expuesto los límites de la libertad cristiana en el capítulo anterior, Pablo comienza el capítulo 9 hablando cómo él aplicó estos principios a su propia vida.
El apóstol expresa el derecho que tiene para ser respaldado financieramente mientras sirve a las personas con su ministerio; él explica que estuvo dispuesto a renunciar a esos apoyos financieros a fin de ganar a las personas para Cristo.
Pablo podía dar fe de que había sido elegido por Cristo respondiendo al llamado de ser apóstol. Aunque otros no quisieran reconocerlo, él tenía el sello de apóstol pues había visto a Cristo mismo. Como apóstol, él también tenía el derecho a casarse, así como de recibir apoyo de quienes él ministraba como cualquiera de los otros oficios comunes en ese tiempo. Aún así, tanto él como Bernabé, buscaban cubrir voluntariamente sus gastos, a excepción del apoyo que recibían de unas cuantas …
Después de haber expuesto los límites de la libertad cristiana en el capítulo anterior, Pablo comienza el capítulo 9 hablando cómo él aplicó estos principios a su propia vida.
El apóstol expresa el derecho que tiene para ser respaldado financieramente mientras sirve a las personas con su ministerio; él explica que estuvo dispuesto a renunciar a esos apoyos financieros a fin de ganar a las personas para Cristo.
Pablo podía dar fe de que había sido elegido por Cristo respondiendo al llamado de ser apóstol. Aunque otros no quisieran reconocerlo, él tenía el sello de apóstol pues había visto a Cristo mismo. Como apóstol, él también tenía el derecho a casarse, así como de recibir apoyo de quienes él ministraba como cualquiera de los otros oficios comunes en ese tiempo. Aún así, tanto él como Bernabé, buscaban cubrir voluntariamente sus gastos, a excepción del apoyo que recibían de unas cuantas iglesias, como él lo expresó en su carta a los filipenses, por quienes estaba muy agradecido, pues habían sido muy intencionales en ver por su bienestar y sustento al estar en prisión.
Así que, Pablo lanza una pregunta confrontadora en el versículo 11: «Si en ustedes sembramos lo espiritual, ¿será demasiado que de ustedes cosechemos lo material?». En efecto, responder al llamado de apoyar y sostener a quienes nos ayudan a alimentarnos y crecer espiritualmente, como nuestros pastores de la iglesia local donde Dios nos ha colocado, siempre será algo muy pequeño en comparación de todo lo que recibimos de parte de ellos a través de cada sermón, de cada consejería y del cuidado constante por nuestras almas. Una vez escuché a un pastor decir que cuando estamos enfermos, la mayoría de las ocasiones buscamos cómo solucionar los problemas de salud y estamos dispuestos a usar nuestro dinero para ello, ¡cuánto más deberíamos hacerlo por aquellos que velan por nuestras almas, las cuales son más importantes que nuestra salud física!
Con todo esto, Pablo les asegura a los corintios que no había ningún reclamo hacia ellos; por el contrario, él prefería morir antes de dar a entender que él ejercía su ministerio para obtener beneficios económicos; él sabía que su llamado era mayor y el Señor era quien le sostendría todo el tiempo.
Y al pensar en la trayectoria de Pablo como apóstol, es evidente que él no solo hizo todo lo que estaba en sus manos para que el evangelio de Cristo fuera entendido tanto a los judíos como a los gentiles. Él recibió azotes, cárceles y peligros de muerte, no para seguir siendo apóstol y ser sostenido económicamente, sino porque el encuentro con Cristo y el entendimiento de Su rescate y redención habían cautivado su corazón para tener todo por basura a fin de agradar a quien lo había tomado por soldado. Él sabía que estaba en medio de una carrera y tenía que correr intensamente para llegar a la meta porque el premio es tan grande y tan valioso, que no importaba despojarse de todo lo necesario, abstenerse de todo lo que fuera necesario, con tal de ganar esa corona incorruptible.
Entonces comienza el capítulo 10 usando como ilustración el viaje de Israel al salir de Egipto para continuar hablando sobre el uso indebido de la libertad cristiana y los peligros de una confianza excesiva en uno mismo. «Al dejar la esclavitud», dice el pastor MacArthur, «los israelitas abusaron de sus nuevas libertades y cayeron en idolatría, inmoralidad y rebeldía, lo cual los descalificó de recibir la plenitud de la bendición del Señor».
Los cuatro pecados que caracterizaron al pueblo fueron: la idolatría, la inmoralidad sexual, tentar a Dios y la queja y murmuración; pero el llamado de Dios es a vivir la libertad cristiana bajo Sus principios y Su control, buscando la edificación antes que la gratificación, pensar en los demás antes que uno mismo, alejarse del legalismo y someterse unos a otros en lugar de la condenación.
Entonces, él resume todo esto en uno de los versículos más conocidos entre los creyentes, pero ciertamente el que menos obedecemos: «Entonces, ya sea que coman, que beban o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios», y continúa diciendo: «No sean motivo de tropiezo». Y esta instrucción incluye a todos, creyentes, no creyentes y en medio de nuestra iglesia. La exhortación de Pablo fue procurar agradar a todos en todo, no buscando beneficio propio, sino lo más importante que podemos desear para el prójimo: que reciban la salvación del Señor.
De esta manera, conectamos con el capítulo 11 porque Pablo afirma que él busca cumplir todas éstas cosas y llama a todos a imitarlo; sin embargo, él no era el ejemplo de perfección espiritual, sino que apuntaba a Cristo, a quien todos debemos imitar. Y, a partir de ahí, entonces definir cuál es el orden que el Señor ha establecido para cada uno de nosotros.
En primer lugar, Cristo es la cabeza de la Iglesia. Él es el Salvador y Señor y es una posición que solo le pertenece a Él. Luego, están el hombre y la mujer, iguales en dignidad, pero diferentes en roles. Dios estableció que el varón recibiera autoridad sobre la mujer en el orden de la creación; por lo tanto, la mujer se somete al varón voluntariamente y en obediencia a Dios. Este no es un tema de superioridad espiritual o de importancia, pues el apóstol se asegura de explicar cómo este mismo orden, que se encuentra en la trinidad, proviene de la mente y diseño de Dios. Así lo comenta MacArthur: «Aunque hombres y mujeres por igual han sido creados en la imagen de Dios (Gn. 1:27), es el hombre quien refleja la gloria de Dios de forma particular a través de sus funciones. Como Dios, él tiene una esfera de soberanía como el soberano terrenal sobre el orden creado de Dios».
Continuando con el orden que debe ser entendido y respetado, llegamos al final del capítulo 11 donde el apóstol deja muy claro la importancia de la Cena del Señor. Era costumbre que en la iglesia primitiva se hacían banquetes donde había comunión y fraternidad entre los hermanos que terminaba con la celebración de la Cena del Señor. Sin embargo, la iglesia de Corinto que había caído en la carnalidad y la mundanalidad, ya había permeado en sus conductas en torno a los mandatos del Señor, ya que, convirtieron estas comidas sagradas en un desenfreno de glotonería y embriaguez.
La exhortación de Pablo era a no tomar esta cena de manera indigna, deshonrando la ceremonia aferrándose a sus pecados y carnalidad, y tratando con ligereza el sacrificio precioso de Cristo. Si los creyentes no disciernen como es debido la santidad de esta celebración, les espera un juicio del Señor.
Recuerda, mi hermana, que Cristo derramó Su preciosa sangre, soportó la ira de Dios y llevó todos nuestros pecados en el madero. ¡Somos llamadas a darle toda la honra y la gloria que viene de corazones llenos de asombro por Su obra de amor y sacrificio para rescatarnos!
Para meditar:
- ¿Cómo eres intencional en buscar, junto a tu esposo o familia, el sostenimiento y apoyo a tus pastores? Ora para que el Señor te muestre cómo apoyarlos mejor.
- ¿Estás corriendo la carrera con intencionalidad para obtener el premio o te estás dejando llevar por pecados como el pueblo de Israel y estás cayendo en la idolatría, la inmoralidad sexual, la queja y murmuración?
- ¿Has abrazado el diseño divino de Dios para ti como mujer sujetándote voluntariamente y en obediencia a Él y a tu esposo?
- ¿Consideras sagrado y valioso participar de la Cena del Señor o lo has tomado con ligereza?
«Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios». -1 Corintios 10:31
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