Día 331 | 1 y 2 Tesalonicenses
I Tesalonicenses
Pablo escribe esta carta en compañía de Timoteo y Silas a la iglesia de Tesalónica en Macedonia, al norte de Grecia. Esta iglesia que inició a raíz del segundo viaje misionero de Pablo estaba pasando por persecución. Pablo escribe para animarles por la obra de la gracia de Dios evidente en ellos y con las promesas del regreso de Jesucristo.
Pablo, Silas y Timoteo no escriben a los de Tesalónica con palabras lisonjeras (con intención de adularlos) o con la meta de sacar provecho de ellos (hacer dinero) ni con el deseo de recibir sus elogios (persiguiendo la gloria de los hombres). Siempre debemos estar alertas de estas actitudes en personas que dicen estar avanzando la causa de Cristo.
¿Notaste el amor con el que Pablo le habla a los Tesalonicenses? Les recuerda acerca de la forma como ellos respondieron al evangelio cuando les fue presentado y del …
I Tesalonicenses
Pablo escribe esta carta en compañía de Timoteo y Silas a la iglesia de Tesalónica en Macedonia, al norte de Grecia. Esta iglesia que inició a raíz del segundo viaje misionero de Pablo estaba pasando por persecución. Pablo escribe para animarles por la obra de la gracia de Dios evidente en ellos y con las promesas del regreso de Jesucristo.
Pablo, Silas y Timoteo no escriben a los de Tesalónica con palabras lisonjeras (con intención de adularlos) o con la meta de sacar provecho de ellos (hacer dinero) ni con el deseo de recibir sus elogios (persiguiendo la gloria de los hombres). Siempre debemos estar alertas de estas actitudes en personas que dicen estar avanzando la causa de Cristo.
¿Notaste el amor con el que Pablo le habla a los Tesalonicenses? Les recuerda acerca de la forma como ellos respondieron al evangelio cuando les fue presentado y del impacto visible del evangelio en sus vidas. La fe, el amor y la esperanza de los Tesalonicenses impresiona a Pablo y lo anima. No les dice que ya lo alcanzaron y que ya pueden relajarse, sino que los anima a «abundar más y más en ello».
Aparentemente, allí también se habían levantado críticos de Pablo y él aprovecha para defender su ministerio. La carta también está llena de enseñanzas prácticas para la vida cristiana. Pablo les instruye acerca de algunas cuestiones doctrinales, les enseña a vivir a la luz de la verdad que habían abrazado, les anima a crecer en la esperanza del regreso de Jesús y de animarse unos a otros en medio de las aflicciones con este evento inminente.
Algunos conceptos que leímos hoy y las instrucciones prácticas que Pablo le da a los tesalonicenses son aplicables a nosotras hoy:
- Pablo pudo ver la fe, el amor y la esperanza de los tesalonicenses y les encomendó. Es importante reconocer la obra de gracia en otros y orar por ellos. Estamos llamadas a edificarnos mutuamente; a animar a los que nos rodean y a orar por su crecimiento y santificación. Todos somos una obra en proceso y nuestra maduración en gracia glorifica a Dios.
- Los tesalonicenses eran evangelistas. Dice que «saliendo de ellos» la Palabra de Dios, había corrido hacia otras regiones. Cuando somos hijos de Dios, debemos desear llevar el mensaje a otros que no lo conocen.
- Los tesalonicenses estaban en medio de mucha tribulación, pero recibieron la Palabra de Dios con solicitud, dejaron «los ídolos para servir al Dios vivo» y se convirtieron en ejemplo para todos. El Espíritu Santo convenció a los tesalonicenses de la veracidad del mensaje que les fue llevado.
- ¿Recuerdas los tumultos que se producían entre los judíos celosos en los viajes misioneros? Pablo, Timoteo y Silas habían predicado con valor en medio de la oposición. Esto se puede hacer esperando recibir la recompensa del Señor y no la de los hombres. Cuando le tememos a los hombres, no somos efectivos para el Reino.
- Pablo y sus compañeros amaban a estas personas y no solo les enseñaban el evangelio, sino que compartían sus propias vidas con ellos. Laboraban diligentemente sin ser carga para ellos, únicamente con el objetivo de proclamar el evangelio. Les exhortaba como padre a sus hijos para enseñarles a andar como es digno de Dios.
Como maestras y discipuladoras, debemos estar listas no solo a enseñar la doctrina, sino a darnos a los demás en servicio amoroso y entrega sacrificial. El llamado no es a entregar un mensaje; se trata de entregar nuestras vidas.
- Los cristianos hemos sido destinados para ser afligidos. Esa aseveración va contra nuestra naturaleza que siempre desea huir del sufrimiento. Está en total oposición del falso evangelio de la prosperidad. Cristo mismo prometió tribulación en este mundo. Pero en medio del sufrimiento somos alentadas con Sus promesas y Él mismo camina a nuestro lado.
«Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento». –Salmo 23:4
- Dios nos llamó a la santificación; esa es Su voluntad para nosotras, y esto empieza por alejarnos de la fornicación e inmoralidad. Es importante huir de la tentación; gobernar las pasiones y reservar el sexo para el matrimonio.
Hoy en día somos bombardeados con la sensualidad y los mensajes inmorales en los programas de televisión, las redes, las películas, etc. Es más imperante que nunca que seamos diligentes en huir de estas tentaciones que nos hacen tropezar y que no contribuyen a la pureza que debe caracterizarnos.
¿Huyes de la inmoralidad para perseguir la pureza?
- Debemos amar a los hermanos, en palabra y en acciones. Ser amados por Dios es la motivación suficiente y más excelente para amar al prójimo, aun aquellos difíciles de amar.
- Pablo insta a los creyentes de Tesalónica a ambicionar una vida tranquila. Les anima a ocuparse de sus cosas para no dar mal testimonio y a trabajar diligentemente para no depender de otros. El trabajo honesto y diligente (¡no el activismo!) y el descanso apropiado es un llamado para todos.
- Muchos habían muerto por la persecución y Pablo los anima con la promesa del regreso de Cristo. Cuando un ser querido creyente muere vamos a sentir la pérdida, pero no tenemos que desesperarnos como los que no conocen a Dios porque sabemos que vivirá eternamente y lo volveremos a ver. Pablo anima a los tesalonicenses y a nosotros hoy a ser alentados con la promesa de Su regreso (no necesariamente por la idea de que las cosas van a mejorar).
Si somos verdaderos creyentes, la inminencia de este evento debe ser algo en lo que meditemos constantemente, aplicando esa promesa a toda circunstancia por la que estemos atravesando. Eso le dará perspectiva divina a las situaciones de la vida y colocará todo en el lugar correcto. Esta realidad nos anima a vivir una vida consagrada y santa mientras nos preparamos para Su regreso.
¿Estás lista?
- Así como Jesús murió y resucitó al tercer día, Él vendrá por segunda vez con poder y en toda Su gloria. Los que murieron como creyentes resucitarán con Él, y los que estén vivos serán arrebatados en las nubes para encontrarse con Él.
- Los cristianos estamos llamados a vivir una vida sobria, gozosamente esperando y anticipando el regreso repentino de nuestro Señor Jesucristo. Vivir de esta forma confirma la realidad de que somos Sus hijos.
- Pablo les instruye a reconocer a los ministros que trabajan entre ellos; a estimarlos y honrarlos. Este es un buen ejemplo para nosotras hoy.
- No debemos devolver mal por mal, sino pagar el mal con bien. Los cristianos tenemos el llamado de vivir en paz unos con otros.
- Estamos llamados a animarnos unos a otros y tratarnos con paciencia y gracia, la misma paciencia que Dios nos extiende a nosotros. Entre nosotros tendremos débiles, habrá perezosos y habrá tímidos o temerosos. Lejos de tratarlos con dureza, el llamado es a animarlos, a cuidarlos tiernamente y tratarlos con paciencia.
Viendo las interacciones entre cristianos en las redes pienso que en lugar de extender esta gracia, paciencia y amor, muchos en nuestro mundo evangélico se tratan con dureza, devorándose unos a otros. ¡Dios nos perdone y nos ayude!
Dios nos manda:
- A estar siempre gozosos. Confiar en Dios nos debe llevar a vivir libres de preocupaciones y ansiedades porque Él tiene cuidado de nosotras.
- A orar en todo tiempo. Debemos estar en comunión continua con Dios y traer todas nuestras necesidades ante Su trono con gratitud.
- A ser agradecidas en toda circunstancia porque tenemos el tesoro más valioso: a Cristo Jesús y la vida eterna a Su lado.
- A escudriñar las enseñanzas y retener lo bueno; a examinarlo todo y no apagar el Espíritu con nuestra incredulidad.
Oremos, hermanas, que el Dios de paz nos continúe transformando, que nos santifique por completo en la medida que nos exponemos a Su Palabra y la obedecemos. Que todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea preservado irreprensible para el regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él nos llamó, nos justificó, nos santificó y nos está santificando, y ciertamente nos glorificará porque Él es fiel.
II Tesalonicenses
Entre la primera carta que Pablo le escribió a los tesalonicenses y la segunda, parece que se habían infiltrado doctrinas erradas en la iglesia.
Este tipo de confusiones doctrinales demuestran lo importante que es tener una doctrina bíblica sana. Lo que creemos va a dictar la forma en cómo vivimos. Los que pensaban que «el día del Señor» había llegado, abandonaron sus labores y se habían vuelto ociosos. Esta carta es enviada por Pablo, Timoteo y Silvano para corregir este error. Aseguran a los de Tesalónica que el regreso del Señor sería un evento futuro y les anima a no estar ociosos en la espera, sino a trabajar diligentemente. Pablo les había modelado esto con su propia ética de trabajo y ministerio, y en esta carta manda a que estas personas que insisten en permanecer en este error sean amonestadas.
El sufrimiento es parte integral de la vida cristiana
De nuevo podemos ver el amor de Pablo por esta congregación y su gozo de ver la forma como abundaban en fe, en amor y en perseverancia en medio de las dificultades. Pablo ora por ellos para que, a través del sufrimiento, Dios les considere dignos de su llamamiento. Les recuerda que, a Su regreso, Él les dará descanso y traerá juicio a los que no le conocen y niegan Su existencia.
[Pablo fortalecía] los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: «Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios» (Hch. 14:22).
Habrá un juicio final
La Palabra es clara en que aquellos que no aceptan a Cristo y no le reconocen ni se arrepienten de sus pecados serán castigados y destruidos eternamente. Serán separados para siempre de Dios. Esto es algo de lo que lamentablemente no hablamos mucho hoy en los sermones de nuestras iglesias, pero es una verdad bíblica fundamental: habrá un juicio. En Aquel Día, los que creyeron en Él se gozarán en Su presencia y le darán gloria; y los que lo negaron, serán objeto de Su justicia, sufriendo el castigo de sus propios pecados.
El hombre de pecado
Este «hombre» que debe aparecer antes de la segunda venida de Cristo se opondrá violentamente a todo lo que esté conectado a Dios, más aún, se proclamará como Dios; muchos le denominan «el anti-Cristo». Este hombre hará milagros y señales para confundir a muchos, pero al final será destruido por Jesucristo. Los que hayan creído sus mentiras serán juzgados.
«Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos». –Mateo 24:24
Si somos verdaderos hijos e hijas de Dios no seremos confundidos. En Su fidelidad y poder el Señor nos librará y protegerá del maligno.
El Día del Señor llegará
Esta es una promesa y es inminente. Pero los tiempos están en manos del Señor y Él está en control del reloj de la historia. Mientras esperamos, mantengámonos firmes en Su Palabra, con las manos en el arado, alertas en oración y con las lámparas llenas de aceite (ver Mateo 25). Si hemos puesto nuestra fe en Cristo podemos esperar y anticipar un futuro glorioso a Su lado. ¡Maranata!
Recuerda:
La doctrina que abracemos va a dirigir la forma en cómo vivimos; por tanto, es sumamente importante saber en qué creemos. Es por esto que Pablo exhorta a los de Tesalónica a estar firmes en la doctrina que habían creído. Es necesario que seamos mujeres de la Palabra; que conozcamos la revelación de Dios para no ser confundidas y poder vivir de una manera que agrade a Dios.
«Entonces ya no seamos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error». –Efesios 4:14
Pero más aún, además de conocer la doctrina bíblica sana, debemos obedecerla.Nuestra ortopraxis (la forma como vivimos) debe ser congruente con nuestra ortodoxia (lo que creemos). Muchas veces, aunque tenemos una ortodoxia sana, no practicamos lo que creemos porque estamos llenas de ideas, argumentos, corrientes y filosofías del mundo que nublan nuestro entendimiento, nos llevan a dudar y no nos dejan entender claramente la voluntad de Dios. Necesitamos transformar nuestro entendimiento para poder entender Su perfecta voluntad (Ro. 12:2).
Solo cuando obedecemos y practicamos lo que hemos creído estaremos glorificando a Dios y no estaremos dando mal testimonio y blasfemando Su Palabra (ver Romanos 2:24; 1 Timoteo 6:1; Tito 2:5; Santiago 2:7; 1 Pedro 4:14; 2 Pedro 2:2).
Para meditar:
- ¿Reconoces la obra de los líderes de tu iglesia y de los maestros que te discipulan? ¿De qué forma le muestras tu agradecimiento?
- ¿Qué impacto visible ha tenido el evangelio en tu propia vida? ¿Son otros atraídos a Cristo (o confrontados) por tu testimonio?
- ¿Cómo puedes crecer en fe, esperanza y amor?
- ¿Hay alguien en tu vida a quien puedas enviar una nota o texto animándole por la obra de gracia en su vida?
- ¿Permaneces alerta, orando y anticipando el regreso del Señor o estás distraída con los afanes del mundo?
- ¿Estás expuesta a una doctrina bíblica sana?
- ¿Te expones a la Palabra diariamente? ¿Meditas en ella?
- Evalúa tu vida. ¿Es congruente con la doctrina sana de la Palabra de Dios? ¿Qué áreas de tu vida debes ajustar?
«Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, mencionándolos en nuestras oraciones, teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre su obra de fe, su trabajo de amor y la firmeza de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo». -1 Tesalonicenses 1:2-3
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación