Día 322 | Hechos 7 - 8
En la lectura de hoy, vemos nuevos personajes en la historia. Saulo entra en escena y lo vemos allí parado, observando mientras apedreaban a Esteban, siendo testigo anuente de esta injusticia. Leemos acerca de la persecución que se desata y cómo ésta contribuye a la expansión de las buenas nuevas del evangelio.
Esteban
Esteban era uno de los siete hombres escogidos para servir mesas. Era un hombre «lleno de fe y del Espíritu Santo». Hoy vemos que unos grupos se levantaron en su contra, diciendo calumnias, alborotando al pueblo, a los ancianos y escribas. Obviamente, ellos estaban llenos de celos por la sabiduría con la que Esteban hablaba, y por la gracia y el poder y las señales que hacía entre el pueblo. Estaban frustrados porque no sabían cómo debatir con él y por eso lo acusaban de blasfemia. Lo tratan de la misma forma como trataron a Jesús.
Cuando …
En la lectura de hoy, vemos nuevos personajes en la historia. Saulo entra en escena y lo vemos allí parado, observando mientras apedreaban a Esteban, siendo testigo anuente de esta injusticia. Leemos acerca de la persecución que se desata y cómo ésta contribuye a la expansión de las buenas nuevas del evangelio.
Esteban
Esteban era uno de los siete hombres escogidos para servir mesas. Era un hombre «lleno de fe y del Espíritu Santo». Hoy vemos que unos grupos se levantaron en su contra, diciendo calumnias, alborotando al pueblo, a los ancianos y escribas. Obviamente, ellos estaban llenos de celos por la sabiduría con la que Esteban hablaba, y por la gracia y el poder y las señales que hacía entre el pueblo. Estaban frustrados porque no sabían cómo debatir con él y por eso lo acusaban de blasfemia. Lo tratan de la misma forma como trataron a Jesús.
Cuando el sumo sacerdote enfrenta a Esteban, éste último hace un recuento de la historia del pueblo de Israel, desde el llamado de Dios a Abraham hasta la crucifixión de Cristo, para mostrar a los líderes judíos que a lo largo de la historia ellos siempre habían rechazado a Dios y a Sus profetas. Este es el sermón más largo que leemos en el libro de Hechos.
Quedó claro que este pueblo, al igual que habían hecho sus padres en el Antiguo Testamento, estaba resistiendo el Espíritu. Sus padres habían perseguido y matado profetas, eran «tercos e incircuncisos de corazón», y ahora habían matado al Mesías. Esteban los acusó de todas estas cosas, y por supuesto, ellos se sintieron muy ofendidos. Solo puedo imaginar la furia de estos líderes religiosos cuando él les confronta con estas cosas.
Pero Esteban no se retractó. Se entregó en los brazos de Dios, fijó sus ojos en el cielo, y simplemente oró por sus enemigos, al igual que hizo Jesús. Él «padeció como Jesús, llegando a ser como Él en su muerte» (ver Filipenses 3:10).
Saulo: un enemigo de la Iglesia que Dios elige como apóstol
De acuerdo a su propio «curriculum», Saulo era:
- «… judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad [Jerusalén], educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley» (Hch 22:3).
- Celoso por las tradiciones de sus antepasados, persiguiendo a la Iglesia de Dios y tratando de destruirla (ver Gal. 1:13-14).
- «...circuncidado a los ocho días de nacer, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible» (Fil. 3:5).
Leyendo acerca de cómo Saulo persigue a «Dios mismo» haciendo estragos en la Iglesia, persiguiendo creyentes de casa en casa y arrastrándolos hasta la cárcel, no podemos creer que este sea el mismo Pablo que Dios hace parte de Su familia y designa soberanamente como apóstol. Solo la misericordia de Dios y el milagro del nuevo nacimiento puede hacer algo semejante:
«Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo [Pablo] soy el primero» (1 Ti. 1:15).
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han
han sido hechas nuevas» (2 Cor. 5:17).
El nuevo nacimiento de Pablo fue muy impactante; no todas las experiencias de regeneración lucirán así. Dios se revela de diversas maneras en nuestras vidas. Pero sí debe existir un momento en el que nos arrepentimos de nuestros pecados y confesamos a Cristo y los frutos de esta conversión deben ser visibles en nuestras vidas.
Debe haber un «antes» y un «después» de tu encuentro salvífico con Jesucristo.
Felipe: un gran evangelista bajo el poder del Espíritu Santo
Felipe fue uno de los siete hombres elegidos para servir mesas. Debido a la persecución, huyó hasta Samaria, la región norte de Jerusalén, y lleno del Espíritu Santo predicaba a Cristo donde quiera que iba, y señales portentosas acompañaban el mensaje.
Más adelante, un ángel le dirige por el camino de Jerusalén a Gaza. Inmediatamente él desciende hacia allá para tener una cita divina orquestada por Dios con el eunuco etiope. ¡Justo cuando él estaba leyendo Isaías, Dios le mandó a Felipe para que le explicara el texto, confesara a Cristo y se bautizara!
Dios prepara citas divinas para revelarse a sus elegidos y salvarlos.
¡Gran misericordia de Dios! Los eunucos eran hombres que habían sido castrados, y aunque este hombre venía de adorar en el templo, posiblemente no tenía acceso dentro del mismo debido a su condición de eunuco (muchos estaban a cargo de harenes). ¡A través de Su Palabra y por Su gran misericordia, Dios lo convierte y lo hace parte de Su familia!
Me encanta lo rápido que el etiope quiso bautizarse. Hoy llevamos vidas tan apuradas que tendemos a delegar cosas y decisiones importantes como estas. Sabemos que el bautismo en sí no salva, pero ratifica y hace público nuestro testimonio de salvación. ¡El eunuco no quería esperar a bautizarse!
Luego, el Espíritu continúa dirigiendo a Felipe y ahora estaba en otra ciudad anunciando el evangelio hasta que eventualmente llega a Cesarea.
Me maravilla la forma como el Espíritu llenó a Felipe de tal forma que parecía elevarlo por los aires para llevarlo de un lugar a otro a llevar el mensaje. ¡Como quisiera tener una pequeña parte de esa llenura del Espíritu para obedecer la dirección de Dios e ir donde Él me envíe y tener Su poder para hacer la obra que Él me encomiende!
«Así pues, no sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu. Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor. Den siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre» (Ef. 5:17-20).
¡Señor, embriáganos con Tu Espíritu y danos Tu poder!
Satanás siempre trata de imitar el poder de Dios
Cuando Dios está obrando con poder, Satanás redobla esfuerzos. Mientras Felipe evangelizaba en Samaria, el mensaje fue corriendo hasta llegar a un conocido mago llamado Simón. Este hombre tenía a mucha gente asombrada con sus artes mágicas. Y es que a veces estamos más dispuestas a creer en la «magia» o «brujería» que en Jesucristo. Somos rápidas en creer en horóscopos, lectura de cartas, magia, feng shui, cristales, etc., sin darnos cuenta de que son solo mentiras que buscan esclavizar a sus seguidores y alejarlos de la Verdad, con esperanzas vanas e ilusorias.
Simón, aparentemente confiesa al Señor y se bautiza, pero sus ojos estaban en las señales y en el poder de los apóstoles, ignorando totalmente cómo operaba el poder del Espíritu Santo a través de Felipe, Pedro y Juan. Simón ofrece dinero para obtener ese poder desconociendo que, a diferencia de esa magia que él practicaba, este poder no estaba a la venta, sino que Dios lo da gratuitamente a los que son Suyos.
El discernimiento espiritual le permite ver a Juan y a Pedro que Simón no era un creyente genuino. Parece haber estado fingiendo para alcanzar este poder y sumarlo a su repertorio de actos de magia. Al igual que Pedro, debemos estar alertas y practicar el discernimiento. La fe es más que un entendimiento y consentimiento intelectual del evangelio.
«Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan» (Stg. 2:19).
En América Latina hay mucho animismo y ocultismo entremezclado con el cristianismo. Muchas veces estas cosas extrañas se tratan de asociar a la obra de Dios formando un sincretismo no bíblico (estatuas de vírgenes que lloran, por ejemplo). Solamente la verdad del evangelio puede romper estas cadenas y abrir los ojos de los engañados. Únicamente Dios puede librarnos del dominio de las tinieblas y trasladarnos al reino de Su Luz admirable.
Para meditar:
- ¿Cómo te impactó la obra de Dios en esos primeros años de la iglesia?
- ¿Te consideras una mujer llena del Espíritu? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Eres propensa a creer en cosas «sobrenaturales» ignorando o desechando la sabiduría de Dios?
«Ustedes, que son tercos e incircuncisos de corazón y de oídos, resisten siempre al Espíritu Santo; como hicieron sus padres, así hacen también ustedes». -Hechos 7:51
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