Día 321 | Hechos 4 - 6
El libro de Hechos muestra el poder del evangelio en la vida de las personas y el poder del Espíritu para avanzar la obra.
Los apóstoles predicaban a Cristo, Su vida, muerte y resurrección, sin temor a las consecuencias y con el poder del Espíritu Santo, declarándose testigos de lo que habían visto y oído:
«...y dieron muerte al Autorde la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos» (Hch. 3:15).
Hoy vemos a Pedro y a Juan siendo arrestados y llevados ante los gobernantes, ancianos y escribas de Jerusalén. Les interrogaban, azotaban, encarcelaban, y ellos, llenos del Espíritu Santo, lejos de defenderse, tan solo predicaban a Jesucristo. Las amenazas no hacían nada para callarlos. Su denuedo dejaba a todos sorprendidos, sobre todo porque eran personas iletradas; no eran académicos ni seminaristas, eran sencillamente personas llenas del Espíritu de Dios, equipadas y enviadas …
El libro de Hechos muestra el poder del evangelio en la vida de las personas y el poder del Espíritu para avanzar la obra.
Los apóstoles predicaban a Cristo, Su vida, muerte y resurrección, sin temor a las consecuencias y con el poder del Espíritu Santo, declarándose testigos de lo que habían visto y oído:
«...y dieron muerte al Autorde la vida, al que Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos» (Hch. 3:15).
Hoy vemos a Pedro y a Juan siendo arrestados y llevados ante los gobernantes, ancianos y escribas de Jerusalén. Les interrogaban, azotaban, encarcelaban, y ellos, llenos del Espíritu Santo, lejos de defenderse, tan solo predicaban a Jesucristo. Las amenazas no hacían nada para callarlos. Su denuedo dejaba a todos sorprendidos, sobre todo porque eran personas iletradas; no eran académicos ni seminaristas, eran sencillamente personas llenas del Espíritu de Dios, equipadas y enviadas por Él. Y para mostrar la veracidad del mensaje, Dios continuaba haciendo muchas señales y prodigios por medio de ellos, y ellos a su vez apuntaban a Jesucristo.
Siempre surgirán opositores que intenten interrumpir o detener la obra de Dios, pero la responsabilidad del creyente es confiar en su Dios antes que temer a los hombres. Hoy aprendemos de los apóstoles que, en medio de la persecución, se regocijaban de ser considerados dignos de sufrir por Cristo. ¡Guau! Los apóstoles eran azotados, pero en lugar de sentirse como víctimas y levantar «quejas contra el gobierno», ellos se sentían privilegiados de sufrir «afrenta por Su Nombre».
El Espíritu Santo no solo les llenaba, equipaba y dirigía, sino que también los libró milagrosamente de la cárcel para que continuaran llevando el mensaje. Esto tenía a los guardias y al concilio totalmente perplejos; no podían explicar humanamente lo que estaba sucediendo, y por tanto, querían detenerlos a toda costa. Pero por el poder del Espíritu Santo ellos eran indetenibles.
La llenura del Espíritu Santo nos da el valor para transmitir la Palabra de Dios sin diluir y sin temor a los que se oponen (¡los saduceos no creían en la resurrección y por tanto eran alérgicos a este mensaje!). Dios se encarga de cuidar a Sus mensajeros y de suplir sus necesidades para que la predicación no se detenga. Dios usó aun el consejo de Gamaliel, un fariseo miembro del concilio, para que dejaran a estos hombres en paz. Gamaliel dijo algo muy sabio: «No tengan nada que ver con estos hombres y déjenlos en paz, porque si este plan o acciónes de los hombres, perecerá; pero si es de Dios, no podrán destruirlos; no sea que se hallen luchando contra Dios».
Eso «no se lo reveló ni carne ni sangre». Nadie puede estorbar los propósitos de Dios.
«Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?» (Is. 43:13).
Siempre tendremos personas que se oponen al mensaje del evangelio y harán todo por obstaculizarlo. Pero Dios tiene testigos fieles y llenos del Espíritu dispuestos a llevar el mensaje a donde Dios los mande. ¡Su obra no se detiene!
Dios no nos necesita, pero es un privilegio ser parte de lo que Él está haciendo. ¿Estás dispuesta a ir donde Él te envíe y sufrir por el evangelio?
Toda la historia es parte del plan predeterminado de Dios:
«Se presentaron los reyes de la tierra, y los gobernantes se juntaron a una contra el Señor y contra Su Cristo». «Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, junto con los gentiles y los pueblos de Israel, contra Tu santo SiervoJesús, a quien Tú ungiste, para hacer cuanto Tu mano y Tu propósito habían predestinado que sucediera» (Hch. 4:26-28)
Fue parte del plan eterno de Dios el hacer que todos se pusieran contra Jesús para llevarlo a la cruz. Pero este hecho no exime de culpa a los hombres. Los judíos y los gobernantes habían actuado por ignorancia, pero ahora, reconociendo su culpa, necesitaban arrepentirse (ver 3:17-20) y reconocer a Cristo como el enviado de Dios.
Dios es el autor de la historia… y de tu historia. Puedes descansar en Su bondad, Su sabiduría y Sus planes soberanos para tu vida.
El poder de una iglesia que ora
De nuevo vemos a la iglesia unánime, orando continuamente, reconociendo al Dios de los cielos y la tierra como el único que tiene el poder sobre todo. Es importante notar que cuando oraban no pedían protección, sino denuedo para llevar el mensaje. La presencia del Señor era tan evidente en medio de ellos que el lugar tembló. Esta presencia de Dios tan evidente les llenaba de valor; esta llenura era como la gasolina que necesitaban para continuar llevando el mensaje; y el Señor, a través del poder de Su Espíritu, continuaba agregando a la iglesia, sanando y liberando para mostrar Su poder.
Una iglesia que no ora es una iglesia que no tiene poder para llevar a cabo la encomienda que Dios le ha dado de ser luz en medio de las tinieblas.
A Dios no lo podemos engañar
Los creyentes estaban unidos y compartían todas las cosas. Muchos se veían movidos a vender sus propiedades para dar a los que lo necesitaban. Dios no estaba pidiéndoles que hicieran esto, era algo que hacían movidos por amor por Dios y por los hermanos, desde la llenura del Espíritu.
Ananías y Safira formaban parte de esta iglesia primitiva y aparentemente se vieron movidos a ofrendar (quizás al ver que los demás lo estaban haciendo) y vendieron una propiedad. Es posible que su motivación al ofrendar no era la misma que había movido a los demás hermanos a hacerlo. Cuando traen la ofrenda mienten sobre el precio y Dios los mató a los dos instantáneamente. Esto sirvió para llenar de temor a los que observaban.
Creo que en medio de todo lo que estaba ocurriendo en la iglesia en sus inicios, era importante que Dios le recordara al pueblo que Él era un Dios santo. Él no puede ser burlado. Esta narrativa está ahí como ejemplo para nosotras. Cuando la iglesia no maneja el pecado correctamente, la iglesia pierde su poder y las personas pierden el temor por Dios.
Esta historia también nos enseña que Dios no desea nuestros sacrificios. ¡Él no los necesita! Él quiere un corazón genuinamente íntegro hacia Él. Ananías y Safira no hubieran pecado si decidían no vender su propiedad. Su pecado fue mentir a Dios.
«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2 Cor. 9:7).
Mientras leo este libro me pregunto:
- ¿He sido atrapada de tal forma por este mensaje que estoy dispuesta a rendir mi comodidad y hasta mi propia vida por llevarlo a otros?
- ¿Estoy dispuesta a sufrir por el evangelio?
Oro que Dios me conceda una gran llenura del Espíritu para no considerar mi vida como valiosa y hacer proezas confiada en Él, bajo Su autoridad, Su poder y por Su nombre.
Mientras la Iglesia del primer siglo crecía, comenzaron a surgir los problemas. Lamentablemente, donde hay personas siempre habrá conflictos, murmuración, quejas y sectarismos. Los judíos helenistas (griegos) comenzaron a quejarse contra los judíos nativos, ya que los primeros sentían que sus viudas eran desatendidas. Los judíos nativos eran los encargados de las finanzas y seguramente los judíos griegos supusieron que descuidarían a sus viudas.
Dios se ocupa de las viudas
Desde el Antiguo Testamento leemos que Dios cuidaba de los vulnerables. Veremos ahora en la iglesia del primer siglo que las iglesias están llamadas a cuidar de las viudas. Ellas son importantes para Dios.
¿Eres viuda? No estás sola. Tienes un Dios que se preocupa y cuida de ti.
¿Conoces a alguna viuda? Te animo a llamarla o visitarla para traerle aliento y ayudarla en lo que puedas. Dios te recompensará.
Elección de diáconos o servidores
Desde los inicios de la Iglesia vemos que la obra de ministerio no solo recae sobre los pastores, sino que es llevada a cabo por muchas personas. La principal función de los pastores era la predicación y la oración, de manera que hacían falta otros servidores para llenar otras necesidades.
Los diáconos son servidores o siervos que Dios levanta dentro de una congregación para suplir las diversas necesidades. Ellos no gobiernan la iglesia, sino que cubren diversas funciones y áreas de servicio.
Algo interesante que vemos hoy son los requisitos necesarios para estos servidores. Aunque estas personas no estaban encargadas de la enseñanza, debían:
- Tener buena reputación
- Estar llenos del Espíritu Santo y de sabiduría
- Ser confiables
Estos requisitos nos recuerdan que a los ojos de Dios no hay ministerio trivial. Cualquier servicio que hagamos a otros en Su nombre tiene valor.
Nancy suele decir que nada nos hace lucir más como Jesús que cuando servimos.
«Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre ustedes Yo soy como el que sirve» (Lc. 22:27).
Cuando estamos llenas del Espíritu no hay servicio demasiado pequeño. Veamos cada ministerio, por más insignificante que parezca, como oportunidades para ser útil en Sus manos.
«Muchos de nosotros estamos dispuestos a hacer grandes cosas para el Señor, pero pocos están dispuestos a hacer cosas pequeñas». -D.L. Moody
Un patrón para el funcionamiento de la Iglesia
Más adelante en la historia de la Iglesia vemos este mismo patrón que vimos en Hechos 6. La iglesia del primer siglo debía cumplir con una serie de requisitos a la hora de establecer diáconos (ver 1 Timoteo 3:8-13). Esto llama mi atención a la luz de lo que vemos hoy en muchas iglesias, donde no se piden muchos requisitos para poner a alguien a servir.
Movidos por un deseo bien intencionado de involucrar a los visitantes, se pasa por alto la sabiduría de Dios y se ponen de lado los requisitos mínimos para el servicio. Pero en la narrativa de hoy, leemos que la llenura del Espíritu Santo y la sabiduría era necesaria aun para servir mesas.
Otra cosa que observamos es que la congregación estuvo involucrada en el proceso de escoger a estos hombres.
Los apóstoles pudieron haber designado a estas personas ellos mismos, pero pidieron a la congregación nominar un grupo de hombres que llenarán estas cualidades. La congregación eligió siete y los presentaron a los apóstoles. Ellos a su vez oraron para buscar la confirmación del Señor para encomendarles la obra.
Qué maravilloso ver cómo Dios bendice la iglesia cuando hacemos las cosas a Su manera. Esta iglesia crecía continuamente, incluso atrayendo a sacerdotes judíos.
Para meditar:
- ¿Cómo te consuela el hecho de que nada puede estorbar los propósitos de Dios?
- ¿Dependes de la oración para llevar a cabo la obra que Dios te ha encomendado o dependes de tus propias fuerzas y estrategias?
- ¿Cuándo estás en apuros a dónde o a quién recurres?
- ¿Eres un instrumento dispuesto en las manos de Dios?
- Mirando nuestras iglesias hoy, ¿qué otras cosas podemos aprender de la iglesia primitiva a la luz de lo que hemos visto hasta aquí?
«Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído». -Hechos 4:20
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación