Día 319 | Lucas 24; Juan 20 - 21
Me encanta cómo los evangelistas revelan detalles diferentes de un mismo suceso. Y esto es lo que vemos en nuestros capítulos de hoy; es como hacer un zoom sobre los acontecimientos que rodearon la resurrección. Sobre todo, vemos las reacciones humanas de estos hombres, los discípulos de Cristo. La Biblia no nos muestra que ellos tuvieron vidas perfectas, por el contrario, nos enseña la naturaleza humana y el poder transformador del evangelio.
Si te fijas, en ambos relatos, Pedro y Juan creyeron. El mismo Juan dice que da testimonio de que aún ellos no habían entendido lo que dicen las Escrituras de que Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Nosotras no hemos tenido una aparición física del Cristo resucitado, pero el Espíritu ha abierto los ojos de nuestro entendimiento para creer; la fe nos ha sido dada para creer sin ver, y eso es un regalo de Dios. …
Me encanta cómo los evangelistas revelan detalles diferentes de un mismo suceso. Y esto es lo que vemos en nuestros capítulos de hoy; es como hacer un zoom sobre los acontecimientos que rodearon la resurrección. Sobre todo, vemos las reacciones humanas de estos hombres, los discípulos de Cristo. La Biblia no nos muestra que ellos tuvieron vidas perfectas, por el contrario, nos enseña la naturaleza humana y el poder transformador del evangelio.
Si te fijas, en ambos relatos, Pedro y Juan creyeron. El mismo Juan dice que da testimonio de que aún ellos no habían entendido lo que dicen las Escrituras de que Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Nosotras no hemos tenido una aparición física del Cristo resucitado, pero el Espíritu ha abierto los ojos de nuestro entendimiento para creer; la fe nos ha sido dada para creer sin ver, y eso es un regalo de Dios. Nunca demos por sentado que la gracia haya resplandecido para salvación en nuestros corazones, amada.
Los dos capítulos nos relatan que Jesús se reveló a varios de Sus discípulos en diferentes ocasiones. En el camino a Emaús se apareció a dos de ellos, y que al hablarles, sus corazones ardían aunque no lo reconocieron en ese momento. Jesús es la Palabra de Dios, el Verbo; pidamos que así arda nuestro corazón al exponernos a Su Palabra, al meditar en ella cada día.
¿Te puedes imaginar a Jesús hablando a estos hombres que no lo reconocían? Con razón sus corazones ardieron porque tenían frente a ellos al Redentor de sus almas. Jesús siempre enseñaba sobre quién es Él: Maestro, Salvador y Señor.
De igual manera, Jesús venció la incredulidad de Tomás y de los que aún dudaban al mostrarles que no era un espíritu, sino que por amor a Sus escogidos, Jesús tomó un cuerpo humano con el que resucitó, como lo haremos nosotras. Y esta es la mayor muestra de amor por ti y por mí: Dios el Hijo, mantendrá en Sus manos, pies y costado las marcas de Sus heridas sufridas ¡lo veremos! Las cicatrices mostradas a ellos reveló aún más sus corazones incrédulos.
Jesús fue con ellos a la orilla del mar, ellos habían vuelto a las redes, a la pesca, como si todo hubiera ya terminado. Pero no pescaron nada esa noche. Jesús les anima, desde la playa, a echar la red, y el resultado es que ésta se desborda. Entonces, se dieron cuenta de que era el Señor, pero ninguno se atrevía a preguntarle si era Él. Así es nuestro corazón que duda viendo a Dios actuar en nosotras y por nosotras.
En ese momento, Cristo les confirmaba lo que Él les había anunciado tantas veces, sobre todo a Pedro a quien Jesús le hace ver que lo perdona y cuál es el propósito de su vida. Así mismo, Dios no nos desecha cuando pecamos. De la misma manera que sabía cómo Pedro iba a negarlo, Él conoce nuestras luchas y lo que haremos, Su perdón siempre está disponible para nosotras.
«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad». - 1 Juan 1:9
Sin embargo, Pedro no volvió a ser el mismo, y ese es el fruto de una vida que se sabe perdonada; aunque Pedro no fue perfecto después de ese encuentro, definitivamente en el libro de Hechos y en sus propias cartas podemos ver un Pedro diferente ¡todo por la obra de Jesús!
Luego de pasar un tiempo con ellos, de aparecerse numerosas veces a muchos para que no quedara duda de Su resurrección, Jesús los bendijo y ascendió al cielo frente a ellos. Esta vez quedaron llenos de gozo y esperanza, pues tenían la promesa de Su Espíritu.
Hoy, nosotras disfrutamos de esa promesa, Su Espíritu está en nosotras, tenemos la misma esperanza y podemos estar llenas de gozo porque un día veremos a nuestro Dios glorioso, a nuestro amado Salvador Jesucristo.
Y Juan nos dice al finalizar:
«Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran* en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría* contener los libros que se escribirían». - Juan 21:25
Para meditar:
- ¿Qué diferencia habría si Jesús no hubiera resucitado?
- La resurrección de Cristo es la confirmación de nuestra fe; si Cristo no hubiera resucitado, en vano sería nuestra fe. Tenemos un Salvador y Rey glorioso, que es fiel y compasivo, que ha hecho todo lo que necesitamos para tener una relación con Él, ¿cómo hoy puedes agradecerle por la esperanza que tienes, una inconmovible y firme?
«¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?». -Lucas 24:32
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación