Día 316 | Mateo 27; Marcos 15
Llegamos al encuentro de Jesús con Pilato. Este es un juicio que marcó la historia; en él se encuentran tres grupos: los religiosos incitando la muerte de Jesús; la autoridad romana representada por Pilato; y una multitud enardecida que parecía no recordar los milagros hechos por Jesús, y que días antes le gritaba: «¡Hosanna al Rey!».
Jesús permanece callado ante sus acusaciones, mientras Pilato recibe un mensaje de su mujer, advirtiéndole que no tenga nada que ver con ese hombre justo; Pilato desea permanecer neutral. Sin embargo, eso no es posible, o estamos con Cristo o estamos contra Él; sabemos por la Palabra que no hay neutralidad para el Señor.
Así que en este escenario tan complejo, debemos meditar en cómo hubiésemos respondido tú y yo de haber estado ahí. ¿Con cuál de todos los grupos nos identificaríamos? ¿Dónde está nuestro corazón al leer y ser expuestas todo lo …
Llegamos al encuentro de Jesús con Pilato. Este es un juicio que marcó la historia; en él se encuentran tres grupos: los religiosos incitando la muerte de Jesús; la autoridad romana representada por Pilato; y una multitud enardecida que parecía no recordar los milagros hechos por Jesús, y que días antes le gritaba: «¡Hosanna al Rey!».
Jesús permanece callado ante sus acusaciones, mientras Pilato recibe un mensaje de su mujer, advirtiéndole que no tenga nada que ver con ese hombre justo; Pilato desea permanecer neutral. Sin embargo, eso no es posible, o estamos con Cristo o estamos contra Él; sabemos por la Palabra que no hay neutralidad para el Señor.
Así que en este escenario tan complejo, debemos meditar en cómo hubiésemos respondido tú y yo de haber estado ahí. ¿Con cuál de todos los grupos nos identificaríamos? ¿Dónde está nuestro corazón al leer y ser expuestas todo lo que vivió Jesús? Cuando deseamos vivir bajo nuestra voluntad solamente, sin someternos verdaderamente a Dios; cuando buscamos solo señales y prodigios en las iglesias, y cuando no damos importancia a la Palabra y el testimonio de por qué murió Jesús, estamos bajo juicio.
Jesús debió padecer no solo este juicio, sino también la burla de los soldados, sus azotes, su burla al vestirlo de rey e incitándolo a que realizara un milagro: «¡Profetiza, dinos quién te golpeó!», eran sus palabras. Le pusieron una corona de espinas en su frente, y con el cuerpo lleno de latigazos que desgarraron su piel y sus músculos, lo hicieron cargar su cruz hasta el lugar donde sería crucificado.
Y finalmente, en el Gólgota, lo crucificaron, desnudo y golpeado; a nuestro Señor y Dios, amada hermana. Los estudiosos dicen que para ser más humillado, no había ningún paño que le cubría. ¡Cuánto dolor por ti y por mí!
Piensa que al entregar Su espíritu al Padre, su último aliento fue por el gozo puesto delante de Él, por ese gozo soportó tanta humillación y dolor (Heb. 12:2). ¡Y ese gozo somos nosotras y todos los que creerán en Él!
Su muerte fue precedida de tinieblas por tres horas, luego el velo del templo se rompió en dos, de abajo hacia arriba, de forma contraria a lo normal. Eso dio lugar a que ahora el lugar Santísimo tenía una entrada libre para nosotras, porque nuestro Sacerdote y Rey lo abría para Sus hijos. Luego vino un gran terremoto y de los sepulcros que se abrieron, salieron santos que resucitaron, y fueron por la ciudad a buscar a los suyos. ¿Puedes imaginar este escenario cósmico? ¡El cielo veía morir a Jesús en Su humanidad, el Padre recibía Su sacrificio en nuestro favor, la tierra temblaba viendo a su creador entregar Su vida!
Los evangelios nos dicen que Su cuerpo fue puesto en un sepulcro, propiedad de un hombre rico que seguía a Jesús, y quien compró lienzos de lino para envolver Su cuerpo. Fue dejado allí antes de iniciar el Sabat o reposo y la tumba se selló con una piedra. Pero las mujeres que siempre le seguían, veían dónde le colocaron para regresar después a ungir Su cuerpo como se solía hacer en la sepultura.
Para meditar:
- ¿Cuánto meditamos en estos hechos? Leamos 1 Corintios 1:18: «Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios».
- Jesús es el Verbo de Dios, como nos dice Juan 1:1-2, es el Creador de todo lo que existe y la vida misma. El Autor de la vida, quien dio Su vida por ti y por mí, para llevarnos a Dios y para estar en el nuevo Edén que perdimos por el pecado; ese cielo real, eterno donde viviremos por siempre con Él y por Él. Sin embargo, mientras estamos aquí, Su poder está en nosotras y Su gracia nos fortalece en todo.
- Hoy, demos gracias por el regalo tan inmenso que representó tal sacrificio, tal obra incomparable, que solo la mente de Dios en Su sabiduría eterna pudo concebir desde antes que todo fuese hecho, por amor para ti.
«Viendo el centurión que estaba frente a Él, la manera en que expiró, dijo: “En verdad este hombre era Hijo de Dios”». -Marcos 15:39
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