Día 315 | Juan 14 - 17
Después de lavar los pies de Sus discípulos en un acto de amor, humildad y ejemplo, así como de demostración de lo que Él haría al servirlos en la cruz, Jesús pasa a enseñarles verdades importantes. Judas ya no está entre ellos (Jn. 13:30), ahora las instrucciones son solo para Sus discípulos y ellos debían prestar oído a cada palabra de Jesús, aunque no la comprendieran totalmente.
Mientras leemos estos capítulos en el evangelio de Juan, pensemos en una persona que está a punto de partir con el Señor, piensa si esa persona es una madre que sabe que no verá crecer a sus hijos, pero desea dejar grabado en sus corazones las verdades que ella les hubiera transmitido de estar a su lado en el futuro. Así que, podemos leer estos capítulos y notar el corazón amoroso y paternal de Cristo. Su deseo es que Sus discípulos se mantuvieran …
Después de lavar los pies de Sus discípulos en un acto de amor, humildad y ejemplo, así como de demostración de lo que Él haría al servirlos en la cruz, Jesús pasa a enseñarles verdades importantes. Judas ya no está entre ellos (Jn. 13:30), ahora las instrucciones son solo para Sus discípulos y ellos debían prestar oído a cada palabra de Jesús, aunque no la comprendieran totalmente.
Mientras leemos estos capítulos en el evangelio de Juan, pensemos en una persona que está a punto de partir con el Señor, piensa si esa persona es una madre que sabe que no verá crecer a sus hijos, pero desea dejar grabado en sus corazones las verdades que ella les hubiera transmitido de estar a su lado en el futuro. Así que, podemos leer estos capítulos y notar el corazón amoroso y paternal de Cristo. Su deseo es que Sus discípulos se mantuvieran unidos a la vid verdadera que es Él, pues solo así podían dar fruto y el fruto que los distinguiría como Sus discípulos.
Es interesante que Jesús inicia su anuncio de partida anticipando el corazón de Sus discípulos: «No se turbe su corazón» (Jn. 14:1) y termina sus enseñanzas diciendo: «Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo» (Jn. 16:33). Jesús sabe que esas enseñanzas causarían angustia a sus corazones, por eso les reafirma que Él tiene el control.
Nuestra fe es práctica, no etérea. El objeto de nuestra fe es Él, por eso se complace en ver nuestra fe al pedirle en Su nombre para que el Padre sea glorificado (Jn. 14:12) porque esa fe se demuestra en guardar sus mandamientos por amor a Él (Jn. 14:15).
Nos llama a vivir en obediencia aun en medio de la angustia o de nuestro corazón que se turba. Jesús sabe, conoce cómo somos y pensamos. Sabe que somos propensas a tener ansiedad y a olvidar Sus Palabras. Por eso, le dice a Sus discípulos que Él se iría pero vendría otro Consolador, el Espíritu Santo a morar en cada uno de ellos para ayudarlos a recordar Sus Palabras y las promesas de Dios, para entenderlas y obedecerlas. Y eso mismo nos recuerda a nosotras cada vez que vivimos con nuestras fuerzas y sabiduría; solo el Espíritu Santo nos guía a toda verdad.
¿No te parece asombroso que al ser hija de Dios, Él mora en ti? El Espíritu Santo te da el aliento, poder y gracia para todo lo que necesitas en cada día de tu vida. Es decir, ¡nunca estarás sola ni incapacitada para vivir la vida que a Dios le agrada!
No sé cuáles circunstancias puedas estar atravesando, pero Jesús sí las conoce y ante el temor que puedas tener por lo que vives, Él te dice:
«La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo». - Juan 14:27
Y esa paz no es la ausencia de temor, sino que es el intercambio por la certeza de que Jesús está en control de lo que vives,y porque estás unida a Él puedes permanecer y tener paz. Nos recuerda que Él nos escogió, por eso estamos seguras en Él. Hemos sido salvadas, somos testigos de Cristo, y como tales, debemos proclamar Su poder de salvación y mostrarlo en nuestras vidas, a eso le llamamos fruto. Puede haber rechazo, dolor, circunstancias difíciles; sí, pero el Espíritu de verdad, el Consolador, estará en todo momento con nosotras.
No hay un matrimonio difícil, un hijo rebelde, una enfermedad terrible o condición económica que no sepas cómo enfrentar, un trabajo o relación que sea insoportable en la que Su gracia no reine en ti y sea más que suficiente, amada. No estás sola, es Su Espíritu que mora en ti y te fortalece, si permaneces en Él. Esta verdad debe movernos cada día a buscar Su rostro, Su presencia. Mira Sus palabras que nos alientan a pedir en oración:
«Por tanto, ahora ustedes tienen también aflicción; pero Yo los veré otra vez, y su corazón se alegrará, y nadie les quitará su gozo. En aquel día no me preguntarán nada. En verdad les digo, que si piden algo al Padre en Mi nombre, Él se lo dará.Hasta ahora nada han pedido en Mi nombre; pidan y recibirán, para que su gozo sea completo». - Juan 16:22
El capítulo 17 es la oración más larga y la única oración detallada que Dios nos permite conocer entre Jesús y Su Padre, y en ella Jesús pide al Padre por Sus discípulos y por nosotras y todos los que habrán de ser salvos:
«He manifestado Tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran Tuyos y me los diste, y han guardado Tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de Ti;porque Yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de Ti, y creyeron que Tú me enviaste. Pero no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en Mí y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste». - Juan 17:6-8, 20
¿De qué manera Jesús pide al Padre que nos ayude? A través de ser santificadas por Su Palabra porque Su Palabra es verdad (v. 17). Jesús no pide al Padre que nos quite de este mundo, sino que nos guarde del maligno. No hay otra forma que Jesús dice para que vivamos en este mundo roto, solo es a través de la Palabra y de creer en Él. Y a través de esta oración Él pide que estemos unidos, que permanezcamos en Su amor, que vivamos para Su gloria y que demos a conocer Su Nombre. En toda esta oración, Cristo es el centro, Su Palabra y la fe es el medio, y proclamar el evangelio a otros la misión.
Para meditar:
- ¿Cómo estás viviendo la implicación de ser discípula de Cristo?
- Cuando te afanas, ¿a dónde corres?
- ¿Cómo es tu vida de oración y relación con el Espíritu Santo?
«No se turbe su corazón; crean en dios, crean también en Mí. Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie viene al Padre sino por Mï». -Juan 14:1, 6
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