Día 313 | Mateo 26; Marcos 14
En estos capítulos llegamos a la semana antes de la muerte de Jesús, y ambos evangelistas tocan temas muy relacionados a lo que vivieron con el Maestro en esos días.
Jesús inicia en Mateo anunciando nuevamente que en pocos días sería crucificado. Si hubiéramos estado en ese tiempo, solo escuchar esta afirmación nos hubiera helado el alma. Y es que esta era la peor y más cruel de las muertes dadas por los romanos, quienes gobernaban en Israel en esos días. Mientras Jesús anunciaba su muerte, los sacerdotes se reunían con Caifás, el principal de ellos, para planear cómo matar a Jesús.
Estos eran sacerdotes, escribas, gente de la religión oficial de Israel, pero no creían en Jesús. Erraban en ver lo que las Escrituras decían del Mesías que vendría. Por tanto, confabularon para matarlo. En cambio, Dios quiere de nosotros una relación, conocerlo y amarlo por lo que Él …
En estos capítulos llegamos a la semana antes de la muerte de Jesús, y ambos evangelistas tocan temas muy relacionados a lo que vivieron con el Maestro en esos días.
Jesús inicia en Mateo anunciando nuevamente que en pocos días sería crucificado. Si hubiéramos estado en ese tiempo, solo escuchar esta afirmación nos hubiera helado el alma. Y es que esta era la peor y más cruel de las muertes dadas por los romanos, quienes gobernaban en Israel en esos días. Mientras Jesús anunciaba su muerte, los sacerdotes se reunían con Caifás, el principal de ellos, para planear cómo matar a Jesús.
Estos eran sacerdotes, escribas, gente de la religión oficial de Israel, pero no creían en Jesús. Erraban en ver lo que las Escrituras decían del Mesías que vendría. Por tanto, confabularon para matarlo. En cambio, Dios quiere de nosotros una relación, conocerlo y amarlo por lo que Él mismo ha revelado en la Biblia. Quiere que vengamos en arrepentimiento y fe confesando nuestros pecados para tener salvación en Él, vida nueva por el sacrificio que Jesús llevó a cabo en la cruz. Por lo que toda la historia concluye en salvación para tener lo que perdimos en el Edén, por medio del puente que Cristo extendió, para salvar el abismo que nos separa de Dios.
Y en una cena en Betania, una mujer entendió este mensaje, ella reconoció a Cristo como su Salvador, Señor y dueño de todo lo que ella tenía. Y no le importó llegar sin ser invitada, entrar y derramar su perfume costoso, quizás lo más valioso que poseía en esta tierra, para con una devoción enorme ungir a Jesús antes de su muerte. Un acto de adoración total, sin temor a lo que los demás pensaran, con entrega sacrificial y reconocimiento de la deidad de Jesús. Me he preguntado, ¿estaría yo dispuesta a derramar mi «perfume» más valioso, a entregar lo más valioso que creo poseer como señal de adoración y rendición total a mi Señor? ¿Lo harías, amada hermana?
Luego vino la celebración de la cena juntos, esta era la señal del Nuevo Pacto, sellado con Su cuerpo y Su sangre. Esta es la celebración de la Santa Cena que hoy recordamos en nuestras iglesias hasta Su regreso. Esta celebración anticipa ese momento en el que nos encontraremos con nuestro Jesús, pero también es un momento de adoración y de renovación cada vez que la conmemoramos junto a nuestros hermanos y hermanas.
Marcos nos relata cómo Jesús advirtió a Pedro de que lo negaría tres veces, y como este no aceptó la advertencia, respondió con autosuficiencia diciendo que nunca lo haría. Sin embargo, Jesús sí conoce todo, y Pedro lo negó. Muchas veces me puedo identificar con Pedro por haber reaccionado así ante la advertencia de la Palabra de no andar en mis caminos, de no elegir lo que mi corazón desea. Podemos llenarnos de orgullo y luego comprobar que no escuchamos al Señor, y caer arrepentidas como lo hizo él, llorando nuestro pecado. Que este relato que Dios nos deja en Su Palabra sea algo más que lectura o información; más bien, que por medio de ella, revisemos nuestro corazón para arrepentirnos y volvernos de nuestra insensatez.
Al salir de esta cena en ese aposento alto, Jesús se fue con los discípulos al Monte de los Olivos a orar. Jesús, siendo Dios mismo, necesitó la oración para ser fortalecido y poder llevar a cabo la voluntad del Padre. ¿Cuánto más nosotras necesitamos orar intensamente para poder ser fortalecidas cada día? No pequemos de autosuficiencia al no correr en oración por ayuda, y más ahora que sabemos que Jesús intercede por nosotras y es nuestro abogado ante el Trono Celestial.
Marcos agrega la entrega y traición de Judas, y cómo Jesús es dejado solo en el momento de más dolor, cuando comenzaba su camino hacia la cruz por nosotros. Momentos de gran agonía, soledad, escarnio y acusaciones falsas fueron las que esa noche experimentó nuestro Salvador, por amor por ti y por mí.
«Le volvió a preguntar el sumo sacerdote: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?”. Jesús le contestó: “Yo soy; y verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo”». -Marcos 14:61b -62.
El hecho de que Jesús confirmara que era el Hijo del Hombre fue la gota que colmó la ira de los religiosos, quienes eran incapaces de reconocer que tenían ante ellos a Aquel que esperaban, el profetizado por siglos antes, y que era y es Dios mismo.
Para meditar:
- ¿Cómo meditar en la sumisión de Cristo a la voluntad de Su Padre hace aumentar tu amor por Él?
- ¿Cómo el amor sacrificial de Jesús por los pecadores te conduce a entregar tu vida a Él y proclamar Su mensaje a otras personas?
Amada, que nuestros ojos puedan ver la obra de Su Espíritu, la grandeza de nuestro Señor Jesús, de Su amor y sacrificio para darnos vida espiritual y eterna. Y que esto nos lleve a vivir rendidas a Él, a Sus propósitos para nosotras y para Su gloria.
«¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya; ha llegado la hora; miren, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores». -Marcos 14:41
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