Día 307 | Marcos 11; Juan 12
Una fe que produce frutos
¿Te has fijado que hasta ahora hemos visto algunos pasajes que nos muestran una misma escena pero desde ángulos diferentes? Es como si hubiera dos o tres reporteros cubriendo una noticia y cada uno resalta los hechos más importantes desde el lugar donde estaba para la audiencia a la que escribe. Marcos escribe para los judíos y Juan busca resaltar la deidad de Cristo. Esto es lo que sucede en estos capítulos, pero la relevancia de estos hechos es tal, que los cuatro evangelistas narran la escena de Jesús entrando a Jerusalén sobre un asno. Y es que este era el cumplimiento de una profecía conocida por todos sobre la llegada del Mesías. Pero ellos entendían que el cumplimiento de la misma sería para darles liberación de la opresión romana.
El pasaje de Zacarías 9:9 estaba en la mente de todos los que tendieron sus …
Una fe que produce frutos
¿Te has fijado que hasta ahora hemos visto algunos pasajes que nos muestran una misma escena pero desde ángulos diferentes? Es como si hubiera dos o tres reporteros cubriendo una noticia y cada uno resalta los hechos más importantes desde el lugar donde estaba para la audiencia a la que escribe. Marcos escribe para los judíos y Juan busca resaltar la deidad de Cristo. Esto es lo que sucede en estos capítulos, pero la relevancia de estos hechos es tal, que los cuatro evangelistas narran la escena de Jesús entrando a Jerusalén sobre un asno. Y es que este era el cumplimiento de una profecía conocida por todos sobre la llegada del Mesías. Pero ellos entendían que el cumplimiento de la misma sería para darles liberación de la opresión romana.
El pasaje de Zacarías 9:9 estaba en la mente de todos los que tendieron sus palmas y mantos para que Jesús pasara como un rey triunfante que venía sobre un asno. En aquellos días, entrar a Jerusalén sobre este animal era sinónimo de un rey pacífico, mientras que hacerlo en un caballo era símbolo de un rey guerrero.
Puedo imaginar la multitud gritando con júbilo:
«¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!». -Marcos 11:9-10
Pero al decir Hosanna, el pueblo reconocía que Jesús era el Mesías esperado, al que le decían con esta palabra: «¡Sálvanos te rogamos!», en medio de gritos de júbilo y adoración. Este es el mismo pueblo que, como veremos más adelante, gritarían: «¡Crucifíquenlo!».
Esto nos muestra cómo las emociones pueden ser tan variables y llegar a controlarnos. Del júbilo y la alegría, de reconocer a Jesús en ese momento como el Rey, esta multitud pasó a pedir su muerte y rechazarlo porque Él no cumplía sus planes de liberación nacional. Jesús vino a liberarnos del pecado y darnos vida nueva, no a ser un rey terrenal que haría de Israel una nación independiente de los romanos.
¿Has considerado cuánto puedes ser influenciada por otros en tus convicciones? Nuestra fe es racional y las emociones la acompañan. Nuestra fe tiene sus convicciones en la Palabra y este pueblo conocía las profecías acerca de este momento. Por eso, cada uno de los evangelistas relata este evento, y creo que es una advertencia clara para nosotras de no dejarnos llevar por las emociones colectivas, sino ser gobernadas por la Palabra de Dios en nuestros corazones.
Luego nos encontramos con el relato de María, la hermana de Lázaro, que unge a Jesús con un perfume de alto costo. Normalmente, estos frascos de alabastro eran guardados como un tesoro para ser usado el día de la boda o en ceremonias muy especiales. María, al igual que aquella pecadora que hizo lo mismo en casa de Simón, ambas tuvieron la profunda convicción de que Jesús era el Mesías que moriría por ellas. Ellas derramaron sus emociones con amor y lágrimas sobre Él. Con este ungimiento, estaban preparando a su Mesías para morir en su lugar.
¿Qué estamos dispuestas a derramar por nuestro Señor? ¿Cuál es el perfume que has guardado que estás dispuesta a darlo como un acto de adoración?
Podemos ver que las emociones son importantes en nuestra adoración, pero deben estar arraigadas, cimentadas en la verdad de su Palabra. Recuerda que María se sentaba a los pies de Jesús a escucharlo hablar del reino de Dios. La Palabra estaba atesorada en el corazón de ella y este acto fue un fruto de adoración verdadera.
Mathew Henry dice en su comentario:
«Y creo que el fruto es el tema que Jesús quiere transmitirnos en estos capítulos. Pasó en una ocasión cerca de una higuera sin frutos, y la maldijo. Por esta causa, la higuera se secó. Al preguntarle a los discípulos sobre esto, Jesús les habló de tener fe en Dios. De pedir con fe y de perdonar al orar. Ambas cosas son frutos de creer en Él verdaderamente. No guardar rencor, mostrar humildad, estar dispuesto a olvidar la ofensa, es fruto de una vida nueva en Cristo. Nuestra naturaleza no produce estos frutos, solo una vida nueva en nuestro Señor. Santiago, más adelante, nos advierte que la verdadera fe es aquella que da frutos que muestran lo que creemos. No hacemos obras para ser salvos, sino que porque hemos creído, por esa fe que vive en nosotros, podemos dar frutos»1.
«Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta» - Santiago 2:17.
Para meditar
- Al leer estos capítulos, ¿qué te ha mostrado Dios sobre tus emociones y tu fe?
- ¿Te dejas llevar por tus emociones o estás centrada en la Palabra? ¿Están ancladas a Cristo, la Roca de los siglos?
- ¿Cómo estos capítulos han hablado a tu vida sobre una fe que da frutos para Él?
- Comentario bíblico de Mathew Henry.
https://www.bibliatodo.com/comentario-biblico/?v=CST&&co=matthew-henry&l=juan&cap=12
«Déjala, para que lo guarde para el día de Mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes; pero a Mí no siempre me tendrán». -Juan 12:7
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación