Día 304 | Mateo 19, Marcos 10
Hoy veremos cinco encuentros que muestran los corazones de los hombres.
Encuentro con los fariseos y la pregunta sobre el divorcio
Cristo va de una región a otra hablando la verdad del reino de Dios y confrontando las enseñanzas erróneas de los fariseos frente a las multitudes que buscaban escucharlo. Tanto Mateo como Marcos nos narran eventos similares narrados desde su visión de los hechos, pero ambos nos cuentan una escena habitual de cuestionamiento. La pregunta iba en torno al divorcio, si era permitido o no para atraparlo en sus respuestas. Pero Cristo conocía sus corazones, así como conoce nuestro corazón.
Él dirige Su respuesta enseñándoles que el matrimonio es una unión de pacto, de compañía y es ante Dios, por lo que es sagrada y, por lo tanto, indivisible. Cristo apunta a Génesis 2:24 para responder: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre …
Hoy veremos cinco encuentros que muestran los corazones de los hombres.
Encuentro con los fariseos y la pregunta sobre el divorcio
Cristo va de una región a otra hablando la verdad del reino de Dios y confrontando las enseñanzas erróneas de los fariseos frente a las multitudes que buscaban escucharlo. Tanto Mateo como Marcos nos narran eventos similares narrados desde su visión de los hechos, pero ambos nos cuentan una escena habitual de cuestionamiento. La pregunta iba en torno al divorcio, si era permitido o no para atraparlo en sus respuestas. Pero Cristo conocía sus corazones, así como conoce nuestro corazón.
Él dirige Su respuesta enseñándoles que el matrimonio es una unión de pacto, de compañía y es ante Dios, por lo que es sagrada y, por lo tanto, indivisible. Cristo apunta a Génesis 2:24 para responder: «Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne».
Pero al citar Génesis, Mateo nos dice que Jesús agregó de manera solemne: «Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe».
En Marcos leemos una nota aclaratoria, que el divorcio fue permitido por Moisés por la dureza, por la rigidez e intransigencia de sus corazones; no porque esta sea la voluntad de Dios para una pareja. El matrimonio es una imagen que apunta a otro pacto, el de la unión de Dios y Su pueblo.
Por el pecado en nosotras, esta unión no es fácil, porque es entre dos pecadores que querrán inclinar la balanza cada uno a su lado, pero la gracia divina siempre estará a tu alcance. Cristo siempre apunta a la obediencia a Dios y Sus mandamientos donde está nuestro gozo aun si el matrimonio es difícil.
Ser como niños para Dios
Ambos evangelios nos muestran dos encuentros más de Cristo con los niños y con el joven rico. El primero nos muestra el corazón que cree fácilmente, sin arrogancia y con cercanía. Cristo nos invita a venir a Él con la sencillez, con la necesidad y la fe de los pequeños. «Porque de los que sean como estos, les decía, es el reino de los cielos».
El peligro de confiar en las riquezas. ¿Qué adoramos realmente?
El tercer encuentro es con un joven que confiaba en lo que hacía, en su moralidad, y su amor estaba en lo terrenal, lo que poseía. Y aunque deseaba seguir a Cristo, lo material ocupaba un lugar más importante en su corazón. Cristo nos muestra que la verdadera riqueza está en el Reino de los Cielos, en obedecer los mandamientos y no en lo que podamos poseer. Las riquezas nos ciegan para ver la condición de nuestro corazón porque empezamos a deleitarnos en ellas más que en nuestro Salvador, y así dejar todo por Él.
Jesús, mirándolo, lo amó
Esto me lleva a meditar en cómo reaccionamos ante aquellos que rechazan las verdades del evangelio, ante los que piensan diferente a nosotras. ¿Con qué actitud los trato? ¿Lo hago con compasión y amor o con juicio y reproches? Cristo me muestra Su compasión a las personas y es algo que no es natural en nosotras, es un fruto del Espíritu que necesitamos cultivar cada día.
La petición del corazón
Luego, Marcos menciona el cuarto encuentro de Cristo con la petición que había en el corazón de los hijos de Zebedeo. Muestra un contraste con ese amor por el prójimo mostrado por el Maestro. Van en busca de poder, grandeza y dominio personal. Nuevamente, cada encuentro nos lleva a ver que hay en nuestros corazones, los ídolos que los controlan. Si es el amor a Dios, debemos mostrar el amor de siervas como Cristo, no de reinar o creernos más que otros, si ni Cristo siendo Dios hizo eso.
Si hoy hemos sido encontrados en una falta, la forma de luchar contra ese pecado, además de confesarlos al Padre, es sirviendo y haciéndonos siervas de los demás en lugar de querer ser mayores que ellos.
Amor y compasión.
La historia de Bartimeo me recuerda que soy, como él, alguien muy necesitada de Cristo, pero que Él escucha, ve y responde el clamor por conocerle y por su restauración. Dios siempre oye nuestro clamor y ve nuestras lágrimas, y este relato muestra esa misma compasión y amor.
Para meditar:
- Te invito a reflexionar en cómo te acercas a Su Palabra y a Cristo. ¿Con la sed y fe de un niño o poniendo en duda o quizás juzgando con lo que te dice?
- ¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida, y que tan central es Él y Su Palabra para ti?
- ¿Te has visto así alguna vez como superior a otras? Él lo sabe. Corre a Su presencia y clama con fe a tu Maestro. Nadie que viene a Él es echado fuera.
«Y mirando Jesús, les dijo: “Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible”». - Mateo 19:26
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