Día 298 | Lucas 10 - 11; Juan 10:22-42
El término griego para «discípulo» en el Nuevo Testamento es mathetes, que significa algo más allá que un simple «estudiante» o «alumno». Un discípulo es un «seguidor», alguien que se adhiere completamente a las enseñanzas de otro, haciendo de esta su regla de vida y conducta. Se dedica a aprender mediante la instrucción de otro, sigue e imita la enseñanza y la vida de su maestro.
En estos primeros versículos podemos ver cómo los discípulos son llamados, comisionados a seguir el llamado de su Maestro, y a reflejar los valores del reino de Dios y el carácter de Cristo.
- No debemos tener apego ni enfoque a las cosas materiales de este mundo, pues la vida no consiste en la abundancia de bienes que posee.
- «No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saluden por el camino» (Lucas 10:4).
- Anunciar el reino de los cielos, tanto en palabras …
El término griego para «discípulo» en el Nuevo Testamento es mathetes, que significa algo más allá que un simple «estudiante» o «alumno». Un discípulo es un «seguidor», alguien que se adhiere completamente a las enseñanzas de otro, haciendo de esta su regla de vida y conducta. Se dedica a aprender mediante la instrucción de otro, sigue e imita la enseñanza y la vida de su maestro.
En estos primeros versículos podemos ver cómo los discípulos son llamados, comisionados a seguir el llamado de su Maestro, y a reflejar los valores del reino de Dios y el carácter de Cristo.
- No debemos tener apego ni enfoque a las cosas materiales de este mundo, pues la vida no consiste en la abundancia de bienes que posee.
- «No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saluden por el camino» (Lucas 10:4).
- Anunciar el reino de los cielos, tanto en palabras como en señales. Anunciar la luz en medio de este mundo de tinieblas. Recordemos que somos nación santa, pueblo adquirido por Dios para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz.
- «Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos» (Lucas 10:3).
- Recibir la provisión de Dios, el pan de cada día con humildad y agradecimiento.
- «Permanezcan entonces en esa casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero es digno de su salario» (Lucas 10:7).
- Así como su maestro, a sus discípulos se les ha dado poder y autoridad sobre el enemigo. No debemos temer a las tinieblas, sino actuar en fe y confianza en el poder y victoria de nuestro Señor Jesucristo.
- «Miren, les he dado autoridad para pisotear sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada les hará daño» (Lucas 10:19).
- Nuestro mayor gozo es nuestra comunión y vida eterna con nuestro Padre celestial.
- «No se regocijen en esto, de que los espíritus se les sometan, sino regocíjense de que sus nombres están escritos en los cielos» (Lucas 10:20).
- Somos llamadas a reflejar el carácter misericordioso y amoroso del Padre a nuestro prójimo.
- «Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó adonde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión. Acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó» (Lucas 10:33-34).
- Somos llamadas a priorizar nuestra comunión con Dios antes que todo lo demás en esta tierra. Estamos llamadas a buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todo lo demás será añadido
- «El Señor le respondió: “Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada”» (Lucas 10:42).
El discípulo cristiano se adhiere a las enseñanzas de Jesús, hace de Cristo su prioridad número uno, y vive de acuerdo al llamado de su maestro. Jesús nos está llamando a ser hacedoras eficaces, a vivir lo que hemos escuchado y a vivir lo que hemos aprendido en Su Palabra. Lo que creemos debe reflejarse en lo que hacemos. Hemos sido comisionadas, enviadas, así que con gran gozo cumplamos con nuestra misión en nuestros hogares, en nuestro vecindario, en nuestro ambiente de trabajo, etc.
Nuestro maestro estaba en constante comunicación con el Padre y tenía una marcada vida de oración, así también nosotras tenemos este gran privilegio de llamar al Dios del universo, Padre, y de comunicarnos de manera personal, real, viva y constante con Él, pues Él es nuestra fuente, nuestro Pastor, nuestro Dios. En la oración no solamente se nos llama a presentar nuestras peticiones, sino a contemplar en adoración los atributos de nuestro Dios que está en los cielos, Su santidad, poder y fidelidad.
Como Sus discípulas, ante los ataques, preguntas o confrontaciones de parte del mundo, siempre debemos actuar y estar firmes en la verdad, en amor, respeto y mansedumbre. No permitamos que nuestras emociones nublen nuestra razón e impidan que el Espíritu de Dios hable en poder y sabiduría a través de nosotras. Aunque a Jesús le culparon de echar fuera demonios por Beelzebú, Él mantuvo sus emociones en su lugar y sabiamente expuso la verdad.
Dios nos ha llamado a ser santas porque Él es santo, y parte de esta santidad es cuidar lo que vemos con nuestros ojos, pues ellos son unas de las vías por el cual el mundo y sus engaños nos pueden tentar y contaminar.
Dios nos ayude a vivir vidas que muestran verdaderamente que somos discípulas de Jesucristo.
Para meditar:
- Como sus discípulas en nuestra vida diaria, ¿estamos comprometidas en palabra y en acción con las enseñanzas de nuestro maestro Jesucristo? ¿Estamos siguiendo Sus pisadas? ¿Estamos reflejando los valores y prioridades del reino de Dios o los de este mundo?
- ¿Estamos anticipando con ansias nuestro encuentro con Dios a través de la oración? ¿Estamos conscientes y disfrutando del gran privilegio de comunicarnos con el Dios del universo, nuestro Padre? ¿Estamos siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro en cuanto a Su vida de oración y manera de orar?
- ¿Estás usando tus ojos para permitir que tu corazón sea tentado y contaminado?
«Y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano». - Juan 10:28
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