Día 297 | Juan 9-10:1-21
«Está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él…».
A veces nos preguntamos por qué padecemos de cierta enfermedad, debilidad física o defecto de nacimiento. Yo personalmente me he preguntado por qué el Señor permitió que yo naciera con una ligera desviación en el cerebelo, la cual puede causar grandes efectos en el funcionamiento de los diversos sistemas de mi organismo.
Pero hasta el día de hoy, esta malformación me ha llevado una y otra vez a rendirme, a confiar radical y completamente en Aquel que tiene el control total y absoluto de mi vida; el que tiene mis tiempos en Sus manos, en Aquel que dio su vida por mí. Esta malformación ha sido un instrumento y medio de gracia para llevarme a experimentar de una manera más personal, cercana, viva y real, la soberanía, el cuidado y la suficiencia de mi Dios, Padre, Salvador y …
«Está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él…».
A veces nos preguntamos por qué padecemos de cierta enfermedad, debilidad física o defecto de nacimiento. Yo personalmente me he preguntado por qué el Señor permitió que yo naciera con una ligera desviación en el cerebelo, la cual puede causar grandes efectos en el funcionamiento de los diversos sistemas de mi organismo.
Pero hasta el día de hoy, esta malformación me ha llevado una y otra vez a rendirme, a confiar radical y completamente en Aquel que tiene el control total y absoluto de mi vida; el que tiene mis tiempos en Sus manos, en Aquel que dio su vida por mí. Esta malformación ha sido un instrumento y medio de gracia para llevarme a experimentar de una manera más personal, cercana, viva y real, la soberanía, el cuidado y la suficiencia de mi Dios, Padre, Salvador y Señor.
Es en la debilidad que se muestra Su gracia suficiente, es en la muerte que se muestra que Él es la vida, y que es en la enfermedad que se muestra Su sanación.
En la sanación de este ciego de nacimiento que Cristo una vez más evidenció Su procedencia, naturaleza e identidad, mostrando que Él es el Hijo de Dios encarnado que vino a salvar a los perdidos y a deshacer las obras del diablo. ¡Y esto es lo que Él ha venido a hacer en nuestra vida! ¡Aleluya!
El milagro de la encarnación de la segunda persona de la Trinidad es un misterio que no podemos comprender, pero a la vez es la expresión más grande de amor de nuestro Dios hacia Sus criaturas muertas y perdidas en el pecado. Dios nos ayude a confiar y a creer, aunque no entendamos.
No seamos como los fariseos que, por confiar en su propio entendimiento y razonamiento, no pudieron ver las evidencias del amor, el poder y la fidelidad de Dios. Buscaban y buscaban respuestas, pero a pesar de que sí las encontraban, no creyeron.
Es en nuestra insuficiencia, en el sincero reconocimiento de nuestra necesidad, debilidad y rendición, que somos encontradas y salvadas por Cristo.
Cristo, el gran y verdadero Pastor
Cristo es el que verdaderamente ama nuestra alma de forma completa y perfecta, pues en Él vemos a Dios dando Su vida por cada una de nosotras, vemos Su cuidado, vemos Su provisión y guía fiel eternamente y para siempre.
Y una de las formas en las que expresa Su cuidado y genuino interés por Sus ovejas es advirtiéndonos del peligro de los falsos pastores, aquellos que sirven a sus propios intereses egoístas, no importando el bienestar de sus ovejas. Por ende, esos falsos pastores sirven al enemigo de nuestras almas que lo único que buscan es robar, matar y destruir.
Cristo nos dice que podemos identificar a nuestro verdadero Pastor por Su voz, es decir, por Su Palabra, la cual Él nos ha regalado a través de las sagradas Escrituras. Solo en la Palabra es que podemos conocer el carácter de Dios, de cómo piensa, como Él es y cómo obra. Que Dios nos ayude a llenar nuestra mente y corazón de Su Palabra a través de una estrecha comunión con Él para que podamos hacer un buen uso de nuestros sentidos espirituales y podamos discernir la verdad de la mentira.
Otra de las formas en la que podemos conocer al verdadero Pastor, es por Su corazón humilde, rendido y obediente a Su Padre al no buscar Su propia gloria, sino deseando honrar y glorificar a Su Padre en todo momento.
División y confusión entre los judíos
En este mundo caído siempre habrá división porque hay una guerra espiritual, las tinieblas buscan opacar la luz, la mentira busca distorsionar la verdad… Pero no permitamos que las tinieblas, que las voces de este mundo traigan confusión a nuestro corazón y nuble nuestro entendimiento, porque solamente el Dios verdadero puede hacer las obras y hablar las Palabras que Cristo hizo y enseñó en esta tierra. ¡Él es el Verbo encarnado! ¡Él es el Pastor de pastores! ¡Él es el único Señor y Salvador!
Para meditar:
- ¿Estamos apoyándonos en la Palabra de Dios para discernir y desechar o nos estamos apoyando en nuestro propio entendimiento y sentimientos?
- ¿Estamos viviendo nuestras vidas para la fama o exaltación de nuestro propio nombre o con corazones sumisos y rendidos para la fama del nombre de nuestro Dios?
- ¿Nos estamos aferrando a nuestros propios razonamientos o parámetros de pensamiento, o estamos confiando en la revelación de Dios a través de Su único Hijo en las Escrituras?
«Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas». - Juan 10:11
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