Día 295 | Mateo 18
El hombre vive afanado por ocupar los primeros lugares, ya sea a través de la cantidad de posesiones o niveles de posición, pero el hombre y la mujer del Reino debe buscar primeramente agradar a Dios, con un corazón humilde, sencillo y confiado.
La identidad se refiere al conjunto de características que definen a un individuo y le permiten reconocerse a sí mismo como un ente distinto y diferenciado de los demás. Por otro lado, los valores son los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona y que se consideran de gran importancia para un grupo.
Los valores nos motivan a actuar de cierta manera porque forman parte de nuestro sistema de creencias, determinan nuestras conductas y expresan nuestros intereses.
Constantemente Cristo nos recuerda cuáles valores y formas de pensar deben guiar nuestra vida, pues hemos pasado de las tinieblas a la luz, de ser ciudadanos de este …
El hombre vive afanado por ocupar los primeros lugares, ya sea a través de la cantidad de posesiones o niveles de posición, pero el hombre y la mujer del Reino debe buscar primeramente agradar a Dios, con un corazón humilde, sencillo y confiado.
La identidad se refiere al conjunto de características que definen a un individuo y le permiten reconocerse a sí mismo como un ente distinto y diferenciado de los demás. Por otro lado, los valores son los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona y que se consideran de gran importancia para un grupo.
Los valores nos motivan a actuar de cierta manera porque forman parte de nuestro sistema de creencias, determinan nuestras conductas y expresan nuestros intereses.
Constantemente Cristo nos recuerda cuáles valores y formas de pensar deben guiar nuestra vida, pues hemos pasado de las tinieblas a la luz, de ser ciudadanos de este mundo a ser ciudadanos con una patria celestial, pues de allí proviene nuestra verdadera identidad, como dice 2 Corintios 5:17: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas».
Y Efesios 2:10: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras».
Maravillosamente, por el poder del Espíritu de Dios, y gracias a la obra, muerte y resurrección de Cristo, hemos nacido de nuevo. Por lo tanto, Él nos llama a despojarnos de nuestra vieja naturaleza pecaminosa y de nuestra antigua manera de vivir que está corrompida, para dejar que el Espíritu renueve nuestros pensamientos y actitudes. Fuimos creados en la semejanza de nuestro Dios, y por esa verdad, Jesús nos llama a vivir piadosamente, caminar en santidad y a ser un reflejo de la imagen de nuestro Dios (Efesios 4:22-24).
Eso es lo que podemos ver que nuestro Señor está haciendo con los discípulos en estos capítulos, y es lo que desea hacer con nosotras. Por lo tanto, debemos recordar a cada momento nuestra verdadera identidad y ser diligentes en despojarnos de la vieja naturaleza para que así podamos ser transformadas cada vez más a la imagen de Cristo. Pero solo podemos hacerlo cuando nos acercamos a Dios y a Su Palabra con nuestro corazón, con nuestras dudas o preguntas, tal cual lo hicieron Sus discípulos.
La Palabra dice: «En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?”» (Mateo 18:1).
¿A dónde vas o a quién acudes cuando surgen dudas en tu corazón? No es malo buscar ayuda y consejo en otras personas, pero, ¿esa persona o libro, quizás, responde a tus dudas bíblicamente apoyándose en aquello que Dios ya ha dicho en Su Palabra? ¿O responde a tus dudas basándose en la sabiduría del mundo?
La obra de santificación en nuestras vidas tiene mucho que ver con la manera en que respondemos a las enseñanzas que Dios nos ha dejado en Su Palabra. Cada una de ellas tiene el único y fiel propósito de llevarnos a ser como Cristo. Entonces, ¿estamos siendo receptivos a las enseñanzas de nuestro Señor o a las del mundo?
El mundo valora y enseña:
- Los primeros lugares, la fuerza y el poder, autosuficiencia, el orgullo
- El placer temporal, aquí y ahora, el pecado.
- El yo, primero yo y después yo. No le da importancia el bienestar de los demás.
- El burlarse, avergonzar o rechazar, exponiendo las debilidades o fallas de los demás.
- El rencor, la venganza o el «perdonar con condiciones».
- Indiferencia ante la perdición o dolor de los demás.
El reino de Dios valora o enseña:
- La dependencia en Dios, la fe pura y sencilla. La humildad: los niños son ingenuos. Ellos confían completamente en sus padres y dependen completamente de ellos, de esta misma manera Dios desea que nos relacionemos con Él.
- La vida eterna, la santidad, el amor por las almas. Estamos llamadas a ser radicales con el pecado y con todo aquello que nos sea de tentación, por ejemplo el no ver cierta serie de televisión o el escuchar determinada música, etc.
- «Y si tu ojo te hace pecar, arráncalo y tíralo. Es mejor que entres en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego». -Mateo 18:9.
- El amor al prójimo: interés genuino por el bienestar de los demás. El ser sabio y prudente, evitando ser piedra de tropiezo, sino ejemplo de fe y pureza. Valorar al prójimo como a sí mismo.
- «¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!». -Mateo 18:7.
- «Si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano». -Mateo 18:15
- Él nos valora cada una de nosotras de manera personal hasta el punto de sufrir en nuestro lugar para rescatarnos. Él es nuestro buen Pastor que da su vida por cada una de sus ovejas.
- Gracia y perdón. Así como es nuestro Dios, abundante en gracia, perdón y misericordia para con cada una de nosotras, así mismo Él nos llama a reflejar tales cosas a nuestro prójimo.
El pasaje de Mateo 18 nos enseña sobre el perdón, más específicamente, sobre cómo abordamos conflictos entre hermanos de la iglesia. Primero, si tu hermano peca contra ti, habla con él con el propósito de ganarlo para Cristo; si no te escucha, entonces busca a dos o tres testigos de tu congregación para que conste cada palabra; y, si aún así no quiere arrepentirse, entonces los líderes de la iglesia resolverán en tenerlo como un gentil y publicano. En esto nos ponemos de acuerdo en oración. Este capítulo nos ilustra una manera bíblica para perdonar sin importar la cantidad de daño que hemos recibido, nuestro llamado es a perdonar como Cristo nos ha perdonado más de lo que nosotras hoy podemos imaginar.
Para meditar:
- Dios nos ayude a reflejar Su imagen, a andar como Él anduvo, a ser fieles en moldear cada aspecto de nuestra vida, mente y corazón según es Cristo, y a cultivar la sabiduría de lo alto la cual es pura, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos (Stg. 3:17).
- Cada verdadero discípulo de Cristo se habitúa a arrepentirse de sus pecados y a responder con humildad en su corazón. ¿Cómo se ve esto en tu vida diaria?
- La obra del Espíritu Santo es convencernos de pecado, muchas veces somos rápidas en ver el pecado del otro antes que el nuestro; sin embargo, el Espíritu Santo nos está llamando una y otra vez a ver nuestro corazón para arrepentimiento, ¿qué tan apercibida estás de esto? Ora al Señor que te ayude a ver primero la viga en tu ojo.
«Y dijo: “En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos”». - Mateo 18:3
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