Día 282 | Mateo 12:1–21, Marcos 3, Lucas 6
Jesús es Señor del día de reposo
En Mateo 12:1–2 y Lucas 6:1–2 (que por cierto también en el día 280 leímos este acontecimiento en Marcos 2:23–24), los discípulos de Jesús iban pasando por sembradíos y tuvieron hambre. Se les hizo fácil alargar su mano y arrancar espigas para comer. Imagínalo, vas caminando por el campo, tienes hambre y estiras tu mano para arrancar una manzana que encuentras en un árbol para comerla. Bueno, este simple hecho en la interpretación de los fariseos era quebrantar la ley. Esto hace que ellos miren a Jesús y le digan: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo».
Ante esta acusación, Cristo les responde recordándoles cómo David y sus compañeros también hicieron algo que no era lícito: comer de los panes consagrados (1 Sam. 21). Por otro lado, les pregunta si es que ellos sabían lo …
Jesús es Señor del día de reposo
En Mateo 12:1–2 y Lucas 6:1–2 (que por cierto también en el día 280 leímos este acontecimiento en Marcos 2:23–24), los discípulos de Jesús iban pasando por sembradíos y tuvieron hambre. Se les hizo fácil alargar su mano y arrancar espigas para comer. Imagínalo, vas caminando por el campo, tienes hambre y estiras tu mano para arrancar una manzana que encuentras en un árbol para comerla. Bueno, este simple hecho en la interpretación de los fariseos era quebrantar la ley. Esto hace que ellos miren a Jesús y le digan: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo».
Ante esta acusación, Cristo les responde recordándoles cómo David y sus compañeros también hicieron algo que no era lícito: comer de los panes consagrados (1 Sam. 21). Por otro lado, les pregunta si es que ellos sabían lo que hacían los sacerdotes en el día de reposo (esta pregunta solo la encontramos en la narración de Mateo 12:5).
Después de su respuesta a los fariseos, Jesús les recuerda 3 cosas:
- Él es mayor que el templo.
- Ellos sin duda ignoraban lo que significaba cuando les fue dicho por el profeta Oseas «Misericordia quiero y no sacrificio» (Os. 6:6; Mt. 12:7), pues ciertamente eran personas que se enfocaban en la ley, en los sacrificios, en lo ceremonial: pero dejaban de lado la misericordia, el conocimiento de Dios quien les había dado la ley, y, por lo tanto, la honra al Hijo. Sus corazones estaban cegados por su pecado y dureza de corazón.
- Cristo finaliza afirmando que Él es «Señor del día de reposo». Y de hecho, Marcos en el capítulo 2 versículo 27, nos añade que Cristo dijo que «el día de reposo se hizo para el hombre, no el hombre para el día de reposo».
Verdades que podemos aprender de la respuesta de Jesús a los fariseos:
- Cuando se trata de disciplinas espirituales (la lectura de la Biblia, la oración, la comunión con otros creyentes, etc.), muchas veces somos prontas a hacer una lista y marcar como completas cada una de estas tareas, desconectándonos sutilmente de la comunión que debemos cultivar con el Señor. Esto nos lleva a ser legalistas en nuestra forma de vivir pensando que estamos teniendo una vida devocional para con Dios, pero en realidad solo estamos cumpliendo con una lista de «sacrificios» vacíos. He notado que cuando caigo en estos patrones puedo estar tranquila mientras «cumplo con esta lista», pero al terminar me veo siendo poco paciente y poco amorosa con mis hijos, me frustro fácilmente y mis emociones son prontas a descarriarse.
El pasaje completo que Jesús cita a los fariseos del profeta Oseas dice: «Porque me deleito más en la lealtad (que también podemos traducir como misericordia) que en el sacrificio, y en el conocimiento de Dios que en los holocaustos». –Oseas 6:6–7
Hermanas, las disciplinas espirituales y el cómo vivimos nuestra vida cristiana tiene muchísimo valor, pero este valor no supera la importancia de conocer a Dios y tener una relación personal con Él.
- Cuando Jesús enseñó que Él era Señor del día de reposo, también les dijo que «el día de reposo había sido creado para el hombre y no el hombre para el día de reposo» (Mr. 2:27). Pienso en cuantas cosas el Señor nos ha dado para nuestro beneficio: la comida, el descanso, tiempos recreativos, la familia, una iglesia, piensa en algo más que Dios nos ha dado para beneficiarnos… Tenemos cosas que Dios nos ha dado para sacar provecho de ellas; sin embargo, muchas veces invertimos su valor y en lugar de que estas cosas sirvan para nuestro beneficio, nosotras las ponemos en un pedestal y les servimos.
En lugar de que la comida nos sirva para nutrirnos, nosotros servimos al deseo de comer descontroladamente o teniendo una obsesión por no comer para no subir de peso, y así nos hacemos siervos de nuestros cuerpos, nuestros deseos, en lugar de que estos sean presentados como un sacrificio vivo al Señor (Ro. 12:1–2). En lugar de usar un tiempo recreativo para nuestro beneficio, nosotros nos volvemos siervos de ese tiempo y lo desperdiciamos en ocio que no conviene y, que al final, nos deja más agotadas física, espiritual o emocionalmente.
Amada, demos lugar al Espíritu Santo de Dios. Seamos sensibles a la voz del Señor y no nos hagamos siervas de aquellas cosas que el Señor ha creado para nuestro bien, antes bien seamos buenos mayordomos de los bienes que el Señor nos ha otorgado.
Es lícito hacer el bien
Otra historia que encontramos en nuestros 3 pasajes el día de hoy es el milagro que Jesús hizo al hombre que tenía la mano seca. Que, por cierto, también lo hizo en un día de reposo. Los fariseos buscaban «acusar» a Jesús preguntándole si era lícito sanar en el día de reposo, Él les responde «es lícito hacer bien en el día de reposo».
A causa de los muchos milagros que hacía, las multitudes venían a Jesús para ser sanados. Su fama se difundió, entonces Él oficialmente «designó a 12 discípulos para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios».
Una porción del Sermón del Monte
Lucas nos relata una porción del Sermón del Monte que leeremos el día de mañana en Mateo.
Encontramos porciones paralelas como el amor a los enemigos o el juzgar a los demás, temas realmente relevantes, puesto que naturalmente no queremos amar a nuestros enemigos y tampoco queremos hacer un esfuerzo intencional para guardar nuestra mente, corazón y palabras para no juzgar a los demás. Entonces agrega Lucas, «por sus frutos los conocerán», ¡increíble!
Que el Señor nos ayude a entender el amor de Cristo, pues cuando éramos sus enemigos, Él nos mostró Su amor, y cuando debió juzgarnos por nuestros pecados, murió en una cruz por nosotras para redimirnos y librarnos de ese juicio. Que podamos entender esta realidad y vivirla con nuestro prójimo.
Para meditar:
- Repite este pasaje al Señor en oración: «¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos. Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, Oh Señor, roca mía y Redentor mío» (Salmo 19:12 y 14).
- Sé intencional en meditar en aquellas cosas que has hecho en tu vida cristiana más como un «ritual» en lugar de buscar conocer a tu Creador.
- Pide al Señor que te muestre aquellas áreas y que Su Espíritu Santo sea trayendo a tu vida convicción de pecado.
«Todo el que viene a Mí y oye Mis palabras y las pone en práctica, les mostraré a quién es semejante: es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida». –Lucas 6:47-48
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