Día 280 | Marcos 2
Continuamos con el evangelio de Marcos que iniciamos hace tres días. Desde el capítulo uno, Marcos inicia diciendo: «Principio del evangelio de Jesucristo, el Mesías, Hijo de Dios». Explícitamente está diciendo «las buenas nuevas de Jesucristo». Y esto es lo que experimentará el paralítico y todos los que creerán en Él: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Lo que podemos aprender del relato de la curación de un paralítico en Capernaúm (v. 1-12).
1.Cuando no entiendas lo que estás leyendo en la Palabra, pide al Señor que te enseñe.
Me fue de mucho ánimo leer el versículo 2 de este capítulo: «Él les explicaba la palabra». Jesús era intencional en enseñar a las multitudes y en las sinagogas. Encontraremos, mientras seguimos leyendo, que Él hacía esto constantemente.
Que esto sea un ánimo para ti en tu lectura diaria. Cuando no puedas entender algo o sea confuso …
Continuamos con el evangelio de Marcos que iniciamos hace tres días. Desde el capítulo uno, Marcos inicia diciendo: «Principio del evangelio de Jesucristo, el Mesías, Hijo de Dios». Explícitamente está diciendo «las buenas nuevas de Jesucristo». Y esto es lo que experimentará el paralítico y todos los que creerán en Él: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Lo que podemos aprender del relato de la curación de un paralítico en Capernaúm (v. 1-12).
1.Cuando no entiendas lo que estás leyendo en la Palabra, pide al Señor que te enseñe.
Me fue de mucho ánimo leer el versículo 2 de este capítulo: «Él les explicaba la palabra». Jesús era intencional en enseñar a las multitudes y en las sinagogas. Encontraremos, mientras seguimos leyendo, que Él hacía esto constantemente.
Que esto sea un ánimo para ti en tu lectura diaria. Cuando no puedas entender algo o sea confuso para ti, pide al Señor que te explique Su Palabra, que abra tus ojos para que veas las maravillas de Su ley (Salmos 119:18).
2.¿Sabes? Cristo conoce aun lo más íntimo de ti.
Cuando los amigos del paralítico trajeron al hombre frente a Jesús por el techo, Jesús se asombró tanto de la fe que ellos tenían (pues estaban haciendo hasta lo imposible por llevar a su amigo delante de Jesús). Lo primero que Jesús dijo fue: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Con esta declaración manifestaba públicamente que era Dios, pues solo Dios podía perdonar pecados. Lo cual escandalizó a los fariseos.
Ellos sabían esto, y por supuesto comenzaron a hablar, aunque en esta ocasión lo hicieron en sus corazones. ¡Jesús sabía lo que murmuraban en sus corazones! Y al confrontarlos, se asegura de mencionarles que Él lo sabía, pues les dice: «¿Por qué piensan estas cosas en sus corazones?». Esto me hace recordar el Salmo 139:1–4 que dice:
«Oh Señor, Tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; Desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, Y conoces bien todos mis caminos. Aún antes de que haya palabra en mi boca, Oh Señor, Tú ya la sabes toda».
El hecho de saber que el Señor conoce lo que piensas aun sin siquiera mencionarlo, ¿te trae temor o vergüenza? Amada, Jesús conocía la mayor necesidad del paralítico, y esta era que necesitaba ser perdonado de sus pecados. Nosotras también tenemos esa necesidad. El hecho de que el Señor conozca aun tus más íntimos pensamientos debe traer paz a tu corazón. Si hay algo que debas presentar delante del Señor, hazlo ahora, sin temor, con un corazón humillado delante del Dios todopoderoso, lleno de misericordia y amor. Dios, que conoce tu más íntimo pensamiento, también conoce tu más profunda necesidad, y tiene el poder de perdonarte, restaurarte y darte vida eterna.
Era más fácil hacer el milagro, dijo Jesús, pero salvar el alma de un hombre es tarea que solo Dios mismo puede hacer. El Hijo del Hombre le dice al paralítico que se levante, y así mismo él lo hizo. Cuando Dios habla, las cosas suceden. Los milagros solo eran señales para que creyeran en Cristo, más no eran medios de salvación. Nosotras hemos recibido la gracia de la salvación por el poder de Cristo al recibir el evangelio, las buenas nuevas que nos enseñan lo necesitadas que estamos de Él.
Llamamiento de Leví
Los versículos 13 al 17 nos relatan el llamamiento de Leví, un recaudador de impuestos. Entre los judíos, los recaudadores de impuestos no eran muy queridos por el pueblo, se les consideraba, de hecho, traicioneros por «trabajar para el enemigo» (los romanos), y también eran odiados por tomar ventaja de su puesto al tomar dinero para sí mismos afectando de esta manera a su misma gente.
Sin duda, los fariseos también tenían este concepto de los recaudadores de impuestos, por lo que al ver a Jesús comiendo con Leví y sus amigos, hablaban de Él. Al escuchar Jesús lo que decían, les respondió: «los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
Leví estaba enfermo espiritualmente, y entendió por el poder del Espíritu Santo que Jesús podía sanarlo y llamarlo Suyo. Los fariseos sin duda también estaban enfermos, también necesitaban a Jesús; sin embargo, ellos se consideraban sanos y justos delante de Dios.
Oremos y pidamos al Señor que nos ayude cada día a entender cuánto lo necesitamos, que podamos ver cuán enfermas estamos cuando tratamos de vivir en nuestras fuerzas y cuánto bien nos hace reconocer que solo Cristo salva y nos restaura para vivir en esta tierra como a Él le agrada.
El día de reposo fue hecho para el hombre
Nuevamente los líderes religiosos muestran incomodidad ante Jesús y sus discípulos, esta vez por estar recogiendo espigas en el día de reposo mientras se abren paso en el camino. Jesús, incómodo por su religiosidad, les recuerda que el día de reposo había sido establecido para el disfrute de ellos, y no para ellos servir al día de reposo. El legalismo humano lo convirtió en una carga en vez de una oportunidad de gozo espiritual en Dios. El día de reposo era un día de servicio a otros, pero aun las leyes ceremoniales se podían suspender cuando una persona tenía necesidad, así como lo fue en el ejemplo que Jesús dio sobre David.
Cristo llama a pecadores, come gozosamente con ellos, no para justificar sus pecados o forma de vivir, sino para llamarlos al arrepentimiento y vida eterna. Las buenas nuevas de Jesucristo son incompatibles con el legalismo humano que no hace acepción de personas para llamarlas a la salvación. Al final, nadie puede salvarse por Sí mismo, necesita que Cristo lo levante de su muerte espiritual. ¡Demos gracias a Dios porque Él ha venido a salvarnos a pesar de nosotras!
Para meditar:
- ¿Te consideras justa, como los fariseos, o has entendido que necesitas a un salvador como lo entendió Leví?
- El Señor, en Su gracia, nos ha favorecido con muchas bendiciones, comida, sueño, naturaleza para recrearnos, familia, amigos… ¿cómo estás administrando estas bendiciones? ¿Sirven ellos para tu disfrute o tú te sirves de ellos? Recuerda: el día de reposo no es para que tú descanses, es para recordar que, debido a que Cristo ya cumplió toda la ley y Su obra de expiación, nosotras podemos descansar de nuestras obras de lunes a sábado para dedicar el Día del Señor a nuestro Dios a través de servir y compartir con nuestros hermanos.
- ¿Por qué Su gracia es incomprensible a nuestro orgullo? ¿Cómo puedes vivir demostrando Su gracia a los que están a nuestro alrededor para que conozcan al Salvador?
«Al oír esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”». - Marcos 2:17
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