Día 279 | Juan 2 – 4
Juan 2 – «No ha llegado Mi hora»
A diferencia de los otros evangelios, Juan tomó muy poco espacio (solo un capítulo) para hablar sobre el testimonio de Juan el Bautista, el bautismo de Jesús y los primeros discípulos. Ya que, como hemos aprendido, el propósito de Juan es apuntar a quién es el Salvador. En este evangelio encontramos el milagro en la boda de Caná. Ningún otro evangelio lo relata. ¿Te habías preguntado por qué? Hay un mensaje que el autor quiere transmitir y comenzó a hacerlo al relatar este primer milagro que Jesús hizo en público.
El capítulo 2 nos sitúa en una boda en Caná de Galilea. Nos dice que Jesús, Su madre y Sus discípulos habían sido invitados. Durante la fiesta, el vino se terminó, entonces María le comunica esto a Jesús. Podemos notar que María no está haciendo una petición específica; sin embargo, Jesús entendía …
Juan 2 – «No ha llegado Mi hora»
A diferencia de los otros evangelios, Juan tomó muy poco espacio (solo un capítulo) para hablar sobre el testimonio de Juan el Bautista, el bautismo de Jesús y los primeros discípulos. Ya que, como hemos aprendido, el propósito de Juan es apuntar a quién es el Salvador. En este evangelio encontramos el milagro en la boda de Caná. Ningún otro evangelio lo relata. ¿Te habías preguntado por qué? Hay un mensaje que el autor quiere transmitir y comenzó a hacerlo al relatar este primer milagro que Jesús hizo en público.
El capítulo 2 nos sitúa en una boda en Caná de Galilea. Nos dice que Jesús, Su madre y Sus discípulos habían sido invitados. Durante la fiesta, el vino se terminó, entonces María le comunica esto a Jesús. Podemos notar que María no está haciendo una petición específica; sin embargo, Jesús entendía que era lo que su madre le pedía. Y Jesús responde: «Mujer, ¿qué nos interesa esto a ti y a Mí? Todavía no ha llegado Mi hora».
¿Te has puesto a pensar a qué se refiere Jesús cuando dice «no ha llegado Mi hora»? ¿A qué «hora» se refería? Quiero invitarte mientras sigues leyendo el libro de Juan a que tengas estas palabras en mente, pues a lo largo de este evangelio notarás que Jesús volverá a repetirlas. Más adelante, en el capítulo 12, descubriremos de qué se trata esa «hora» que Jesús menciona.
Mientras tanto, Juan nos continúa relatando que, ante la petición de su madre, Jesús convirtió agua en vino y resultó ser un vino que, según el mayordomo, era el «vino bueno». Esta fue la primera señal que Jesús hizo, y por esta señal, Sus discípulos creyeron en Él.
Juan 3 – Un relato del evangelio
En este capítulo encontramos el encuentro de Jesús con un fariseo llamado Nicodemo. Los fariseos eran una secta judía que era muy religiosa, se ocupaban de que la ley fuera estrictamente guardada, y en los evangelios encontramos que eran constantemente confrontados por Jesús por imponer su interpretación de la ley de Dios.
Nicodemo era uno de ellos, él es un fariseo de quien solo se habla en tres ocasiones en la Biblia, y las tres son en el evangelio de Juan. Nicodemo vino a Jesús de noche, la Biblia no nos dice a qué hora, pero algunos comentaristas dicen que posiblemente lo hizo tarde en la noche para no ser visto por otras personas. Muy probablemente Nicodemo había escuchado las enseñanzas de Jesús y estaba interesado en ellas no solo por curiosidad, sino porque quizá comenzaba a creer en ellas. Podemos concluir esto porque él fue uno de los que prepararon el cuerpo de Jesús antes de ser sepultado, él lo hizo junto con José de Arimatea.
Jesús responde a Nicodemo con las buenas nuevas del evangelio: Jesús es el Hijo de Dios, el cual fue «levantado» en una cruz así como Moisés «levantó» la serpiente en el desierto (Jn. 3:14; Nm. 21:8-9). Al ser levantado en esa cruz, todo aquel que ha entendido su necesidad de un Salvador, ve y cree en el sacrificio de Cristo a su favor, tiene vida eterna. Más el que no cree ya ha sido condenado por no haber creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Y tú, ¿has creído en ese Nombre que es sobre todo nombre? Busca a Dios, vive en santidad al practicar la verdad y camina en Su Luz. Mientras caminas en la Verdad, que tu deseo sea el mismo de Juan el Bautista al escuchar que «todos» iban a Jesús y podamos decir: «Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya». Que el Señor nos ayude y deseemos que su Nombre sea conocido a través de nosotras para Su gloria.
Juan 4 – Ven y bebe del agua viva
La reacción de la mujer samaritana al escuchar el evangelio predicado por Jesús se contrasta mucho con la reacción de Nicodemo. Nicodemo era un hombre letrado, reconocido en el pueblo por ser un fariseo, era respetado y probablemente de buena posición social. No podemos ver evidencia de que él creyó en el mensaje de salvación que le fue predicado.
Por otro lado, su encuentro en Samaria fue con una mujer de quien ni el nombre se menciona, la cual probablemente era rechazada por la sociedad. Podemos concluir esto por la hora a la que fue a recoger agua al pozo; no fue temprano por la mañana o tarde cuando caía el sol, sino que fue al mediodía, cuando el día estaba en su punto más caliente. Probablemente ella iba a esa hora para no tener que encontrarse con otras mujeres que hablarían mal de ella porque había tenido cinco maridos, y el que tenía en ese momento no era su marido.
A pesar de lo que la caracterizaba y al seguir la conversación con Jesús, ella fue convencida de que él era el Cristo, el Mesías que ellos esperaban. Al saber esto fue y compartió con el pueblo estas buenas nuevas. Así, muchos samaritanos creyeron que en verdad Jesús era el Salvador del mundo.
Al relatar este acontecimiento, Juan describe la reacción que tuvo la mujer samaritana al ir a compartir lo que acababa de escuchar. Se nos dice que ella «dejó su cántaro». Al escuchar el mensaje de Jesús, cuando se le reveló que Él era el Mesías, ella dejó de hacer lo que estaba haciendo; parecía que tomar agua en ese momento ya no era importante. Ella dejó su cántaro y se dirigió a la ciudad para compartir con quien se encontrara enfrente lo que le había sido revelado.
¡Su reacción me confronta! ¿Cuántas veces he dejado de hacer lo mío para compartir con otros sobre Cristo? Tengo que admitir con pena que no lo hago muy frecuentemente. ¿Cuántas veces hemos sido intencionales en tomar una pausa en medio del ajetreo de la vida para compartir con un hijo, con alguien en la escuela o con un compañero de trabajo? ¿Qué tan frecuentemente «bajamos nuestro cántaro» para compartir con quienes nos rodean lo que el Señor ha hecho en nuestras vidas?
¡Que el Señor nos ayude, traiga convicción a nuestras vidas, y seamos testimonio de quién es Él!
Para meditar:
- Juan 2:13–17 nos muestra el celo que tuvo Jesús cuando vio a la gente que estaba haciendo negocio fuera del templo. ¿Tienes celo por las cosas del Señor, por el sacrificio de Cristo a tu favor, o das todo esto por sentado?
- ¿Tu caminar en el Señor está apuntando a otros a Cristo o a ti mismo? Mientras continúas buscando la santidad de Dios esta semana, haz de las palabras de Juan tu oración: «Señor, crece tú en mí para que yo disminuya, que tu nombre sea conocido y no el mío».
- ¿Con qué estás llenando tu vida? ¿Un esposo, un novio, un trabajo, una posición, riqueza? Como la mujer samaritana, llena tu vida de Su agua para vida eterna.
Recursos adicionales:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él». –Juan 3:16–17
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