Día 273 | Malaquías 1-4
El libro de Malaquías es un libro que fue dirigido al pueblo de Dios entre el período 435-430 a.C., durante los días de Nehemías. Se escribió después del exilio de Babilonia. El pueblo había regresado a su tierra y habían edificado el templo, esto nos puede hacer pensar que estaban en un tiempo de gozo y avivamiento espiritual, pero estaba sucediendo todo lo contrario, ellos se encontraban en un declive espiritual, se habían vuelto rebeldes, soberbios y desobedientes a Dios, como vimos el día de ayer.
Veremos que cuando Israel recibe las palabras del profeta, en lugar de arrepentirse y escuchar el mensaje con temor y reverencia, responden contradiciendo todo lo que Dios les decía, poniendo en duda Sus palabras, y a la vez alegando ignorancia de muchas de las acusaciones que se declaran en contra de ellos. Un ejemplo lo vemos en Malaquías 1:2, Dios les expresa Su amor …
El libro de Malaquías es un libro que fue dirigido al pueblo de Dios entre el período 435-430 a.C., durante los días de Nehemías. Se escribió después del exilio de Babilonia. El pueblo había regresado a su tierra y habían edificado el templo, esto nos puede hacer pensar que estaban en un tiempo de gozo y avivamiento espiritual, pero estaba sucediendo todo lo contrario, ellos se encontraban en un declive espiritual, se habían vuelto rebeldes, soberbios y desobedientes a Dios, como vimos el día de ayer.
Veremos que cuando Israel recibe las palabras del profeta, en lugar de arrepentirse y escuchar el mensaje con temor y reverencia, responden contradiciendo todo lo que Dios les decía, poniendo en duda Sus palabras, y a la vez alegando ignorancia de muchas de las acusaciones que se declaran en contra de ellos. Un ejemplo lo vemos en Malaquías 1:2, Dios les expresa Su amor y les dice: «Yo los he amado», pero ellos responden con la pregunta: «¿En qué nos has amado?». A lo largo del libro veremos esta actitud de indiferencia en el pueblo. Ya no les importaba los mandamientos de Dios, y cuando los llevaban a cabo, lo hacían con apatía y descuido.
Más adelante, en el mismo capítulo, vemos la reprensión a los sacerdotes, ellos no estaban dando a Dios la honra que merecía, no tenían temor a Dios. Otra vez el pueblo se atreve a cuestionar a Dios y Él les detalla todas las maneras en que lo han menospreciado: en el altar presentaban ofrendas en mal estado, pan inmundo, animales ciegos, cojos y enfermos. Estaban llenos de desprecio por las cosas de Dios.
Me llama la atención cómo Dios les dice que no se atreverían a dar ofrendas de esa calidad a su gobernador, pero al Señor del cielo y de la tierra, el Señor de los ejércitos, que les había liberado y cuidado siempre, a Él le entregaban cualquier cosa. Dios les deja muy claro que Él no se complace en esos sacrificios, y que no aceptaría sus ofrendas.
Esto nos lleva a meditar en que Dios no le interesa que se le presente adoración si se va a hacer de una manera apática, deshonesta e indiferente. Dios quiere una ofrenda que dé gloria a Su nombre, una ofrenda pura, agradable, que viene de un corazón rendido y agradecido a Dios; que presentemos a Él lo mejor, no lo que nos sobra. La adoración no se basa en las cosas externas, es una actitud del corazón.
Dios busca verdaderos adoradores
Este capítulo nos muestra lo que es un verdadero adorador de Dios y nos muestra a Leví, un hombre que reverenció a Dios y que estaba lleno de temor ante Su nombre, la verdadera instrucción estaba en su boca y no se hallaba iniquidad en sus labios, caminaba en paz y rectitud, y apartaba a muchos de la iniquidad. Qué gran ejemplo de un siervo de Dios. Esto me recuerda el pasaje de Juan 4:24 que dice: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad».
Capítulo 3
Este capítulo continúa mostrando la iniquidad del pueblo, no eran fieles con los diezmos y las ofrendas, pensaban que servir a Dios era en vano, que no había provecho alguno en guardar Sus ordenanzas y alababan a los soberbios. Definitivamente, este pueblo necesitaba volverse a Dios, si no deseaban recibir el castigo justo de Dios por todas sus transgresiones. Pero Dios, rico y grande en misericordia, que no cambia, y puesto que es inmutable, no los había consumido por completo.
Dios iba a cumplir Sus promesas, pero sobre todo, la promesa más grande de todas que vemos en el versículo 1. Dios dijo: «Yo envío a Mi mensajero, y él preparará el camino delante de Mí. Y vendrá de repente a Su templo el Señor a quien ustedes buscan; el mensajero del pacto en quien ustedes se complacen, ya viene», dice el Señor de los ejércitos».
Este mensajero es Juan el bautista, que preparó el camino para el Mesías, y luego vimos esto cumplirse con la llegada de Jesucristo, en el Nuevo Testamento. El pueblo es advertido que Su venida sería de gran gozo y salvación, pero también de juicio.
Me encanta cómo termina el capítulo 3 dando gran esperanza y aliento a aquellos que temen al Señor. Leamos juntas lo que dice en los versículos 17:
«“Y ellos serán Míos”, dice el Señor de los ejércitos, “el día en que Yo prepare Mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve”».
¡Gloria a Dios por Su gran misericordia!
Capítulo 4
Este es el último capítulo del Antiguo Testamento… vaya camino el que hemos recorrido, ¡cuánta riqueza hemos encontrado! Todo está siendo preparado para la venida del Mesías, aunque tomará unos 400 años más de silencio profético, el plan de Dios ha sido determinado. Por eso Malaquías contrasta el destino de los malvados con el de los justos y exhorta a que obedezcan la ley de Dios en vista de la venida del Señor.
El imperio griego será vencido por el imperio romano, que perdurará por muchos siglos. El llamado de santidad y obediencia al pueblo era importante de tener en mente y en el corazón; sin embargo, muchos acontecimientos suceden en este período que no solo acomodó a algunos en su fe, sino que la misma fue probada; mientras que otros, fortalecieron los mandatos de Dios y añadieron alguno que otro con tal de que no volvieran a vivir el exilio que pasaron.
Y así, las últimas palabras de Dios a través del profeta Malaquías son: «Acuérdense de la ley de Mi siervo Moisés, de los estatutos y las ordenanzas que Yo le di en Horeb para todo Israel. Yo les envío al profeta Elías antes que venga el día del Señor, día grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que Yo venga y hiera la tierra con maldición».
Cristo vino, Cristo regresará. ¿Cómo nos encontrará?
Para meditar:
- ¿Cómo es tu adoración a Dios? ¿Estás adorando con todo tu corazón y dando lo mejor a Dios?
- Cuando asistes a la iglesia o tienes tu tiempo devocional, ¿te sientes desanimada y con apatía? Si es así, puede ser que ya no tengas a Dios como lo primero en tu vida; ora y pídele que se vuelva tu primer amor, ven en arrepentimiento y ora que traiga un avivamiento en tu vida.
- Vive a la expectativa de la segunda venida de Cristo, tal cual Malaquías nos aconseja. Al final, son las palabras de Dios que tienen sentido y propósito en nuestras vidas. Juntas oremos: Sí Señor, aviva nuestros corazones. Amén.
Para complementar tu estudio de la lectura de hoy, en el blog de nuestra página te compartimos un enlace para escuchar el episodio: «Cinco personas del Antiguo Testamento», del pódcast Abre la Biblia, con el pastor Colin Smith.
«“Y ellos serán Míos”, dice el Señor de los ejércitos, «el día en que Yo prepare Mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve». -Malaquías 3:17
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