Día 267 | Ester 6 - 10
Hoy finalizamos el maravilloso libro de Ester, ya en el desenlace de la historia empezamos a ver la ironía con la que Dios obra para preservar a Su pueblo. No sé cuántas noches Asuero tuvo problemas para dormir, pero esta noche era diferente porque Dios estaba obrando a través de él. Asuero, en vez de hacer cualquier otra cosa que estaba a su mano, decide leer el libro de las crónicas y en él descubrir que hace un tiempo Mardoqueo había informado sobre un complot para asesinarlo, pero Mardoqueo nunca había sido recompensado. Asuero, por alguna razón, se indignó.
Piensa, ¿cómo es que este hecho es recordado en ese momento una noche antes de los planes de Amán para asesinar a todo un pueblo? ¡Solo Dios! Dios que guarda a Su pueblo. Dios que ha prometido ser el socorro de Su pueblo aun sin que este lo sepa. ¡Ese es …
Hoy finalizamos el maravilloso libro de Ester, ya en el desenlace de la historia empezamos a ver la ironía con la que Dios obra para preservar a Su pueblo. No sé cuántas noches Asuero tuvo problemas para dormir, pero esta noche era diferente porque Dios estaba obrando a través de él. Asuero, en vez de hacer cualquier otra cosa que estaba a su mano, decide leer el libro de las crónicas y en él descubrir que hace un tiempo Mardoqueo había informado sobre un complot para asesinarlo, pero Mardoqueo nunca había sido recompensado. Asuero, por alguna razón, se indignó.
Piensa, ¿cómo es que este hecho es recordado en ese momento una noche antes de los planes de Amán para asesinar a todo un pueblo? ¡Solo Dios! Dios que guarda a Su pueblo. Dios que ha prometido ser el socorro de Su pueblo aun sin que este lo sepa. ¡Ese es nuestro Dios!
La providencia de Dios no solo se aprecia en milagros poderosos, sino en acontecimientos cotidianos: una mujer judía en el palacio, un hombre que salva de muerte al rey, un rey no puede dormir, y más obras de Dios quien está dirigiendo cada uno de esos momentos. En nuestra vida, no siempre estamos apercibidas de lo que Dios está obrando en Su tiempo perfecto.
¡Qué mezcla de sentimientos tuvo Amán cuando regresó a casa sin condecoración! Antes que pienses en el enemigo, quisiera pedirte que pienses en ti. ¿Cuántas veces has pensado o deseado el mal para alguien, ya sea por envidia o enojo, y resulta que en vez de mal, la persona recibe bien? Somos prontas para olvidar que el único justo es Dios y da a todos según Su juicio, no según el nuestro.
Amán se veía tanto a sí mismo, que tenía una imagen propia distorsionada que le hacía pensar mejor de él que de su prójimo. ¡Cuánto necesitamos aprender a no vernos más alto de lo que realmente somos! El necio orgullo y vana jactancia de Asuero solo lo llevaron a la vergüenza y a la derrota. Al final, este es el destino de los enemigos del pueblo de Dios. Amán fue humillado por Dios, así como Cristo humilló a Satanás en la cruz. No temamos a aquellos que persiguen a la iglesia, más bien oremos por ellos porque Dios guarda a Su iglesia.
El mismo día de la ejecución de Amán, el rey favorece a Ester con la casa de Amán. Ester informó al rey sobre su relación con Mardoqueo, y el rey le otorgó a Mardoqueo su anillo de sello en señal de la autoridad que le concedió, pero aún más importante, el pueblo podía habitar en paz y defenderse de cualquiera que quisiera matarlo. Imagina cómo se sintió este pueblo al saber que el decreto de muerte que estaba pronunciado sobre ellos, fue revocado. Si la redención de los judíos de una muerte física causó tal gozo, ¿cuánto más nosotras debiésemos estar gozosas por nuestra redención de una muerte más grande?
En el día señalado, los judíos se reunieron y se defendieron de sus enemigos, matando a muchos de ellos, incluyendo a los diez hijos de Amán. Algo importante de notar es que Amán es hijo de Agag, descendiente de los amalecitas, los viejos enemigos de Israel, contra quienes Dios dijo: «Por tanto, cuando el Señor tu Dios te haya dado descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que el Señor tu Dios te da en heredad para poseerla, borrarás de debajo del cielo la memoria de Amalec; no lo olvides» (Deut. 25:16).
¡Y así fue! Este pueblo fue totalmente destruido. Así como la muerte y el pecado lo fueron por Cristo. ¡Consumado es!
A raíz de esta victoria de Dios, se estableció la fiesta de Purim para conmemorar la liberación del pueblo de Dios, y así quedó establecida esta fiesta anual como un día de alegría, banquetes y el envío de regalos de comida y dádivas a los pobres. Las obras de Dios merecen ser conmemoradas con nuestra vida sacrificial y obediente a Dios por la redención que Él nos ha provisto. Su victoria en la resurrección de Cristo es la esperanza en la que descansamos cada día; por Sus obras podemos inflamar nuestros corazones de agradecimiento a Él.
Mardoqueo se convirtió en el segundo al mando después del rey Asuero, honrado, respetado y admirado por su gente y de otros en el reino. Sin embargo, Cristo es nuestro mejor Adán, nuestro mejor intercesor, nuestro mejor mediador, nuestro mejor Salvador porque lo que Él ha hecho es eterno y permanecerá para siempre. Desde hoy podemos disfrutar de Su victoria y nuestra salvación.
Es evidente que este libro es acerca de la providencia de Dios, la cual podemos definir como Su santa y poderosa preservación y gobierno sobre Sus criaturas y las acciones de estas, las cuales ordena para Su gloria.
Dios salvó a Su pueblo de la aniquilación a través de los valientes actos de Ester y Mardoqueo, recordándonos que Él tiene poder y control sobre todo y que por Su fidelidad, podemos descansar en que Él protege y preserva a Su pueblo. ¡Él cuida de nosotras! Sin embargo, debemos estar dispuestas a reconocer esta verdad, mientras nosotros vivimos en la confianza de que Dios sigue gobernando en este tiempo en el que nos ha llamado.
Para meditar:
- ¿Cuál es el corazón de Amán? ¿Te identificas con algunos de sus actos? Si es así, lleva tu corazón al Señor en arrepentimiento y fe.
- ¿De qué manera Cristo reina como Señor en tu vida? Examina cómo se ve tu obediencia a Él y rendición a Su propósito.
- Haz memoria de cada situación de la que Dios te ha guardado, y determina ser una mujer agradecida por los «sí» de Dios y por los «no» de Dios.
«La reina Ester respondió: “Si he hallado gracia ante sus ojos, oh rey, y si le place al rey, que me sea concedida la vida según mi petición, y la de mi pueblo según mi deseo». -Ester 7:3-4
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