Día 265 | Zacarías 8 - 14
El día de ayer fuimos grandemente exhortadas para adorar y obedecer a Dios. Hoy, concluimos este libro que nos regala muchas promesas esperanzadoras, tanto así, que espero que nunca pierdas el asombro por el Dios que fue fiel al cumplimiento de estas.
En el capítulo 8 se nos habla de la futura paz y prosperidad de Sión, en el versículo 3 leemos: «Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad y el monte del Señor de los ejércitos, monte Santo». Ciertamente, el cautiverio terminó, los desterrados volvieron a su tierra, tal como fue predicho por Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel y otros profetas.
También se reconstruyó la nueva Jerusalén, se reedificó el Templo, se instauró el culto y Dios se hizo presente en medio de la Ciudad de Verdad llamada: «Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del …
El día de ayer fuimos grandemente exhortadas para adorar y obedecer a Dios. Hoy, concluimos este libro que nos regala muchas promesas esperanzadoras, tanto así, que espero que nunca pierdas el asombro por el Dios que fue fiel al cumplimiento de estas.
En el capítulo 8 se nos habla de la futura paz y prosperidad de Sión, en el versículo 3 leemos: «Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad y el monte del Señor de los ejércitos, monte Santo». Ciertamente, el cautiverio terminó, los desterrados volvieron a su tierra, tal como fue predicho por Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel y otros profetas.
También se reconstruyó la nueva Jerusalén, se reedificó el Templo, se instauró el culto y Dios se hizo presente en medio de la Ciudad de Verdad llamada: «Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor». Asimismo, vino a Su monte de Santidad, al que todos los pueblos subirán «para que se les enseñase acerca de Sus caminos, y así andar en Sus sendas» (Ver Isaías 2:3 y Miqueas 4:2).
Aunque Jerusalén fue una y otra vez asediada por los diferentes imperios a lo largo de su historia, Dios ha prometido hacer una nueva que jamás será destruida. Para habitar en la antigua ciudad, Dios requería de sus habitantes un corazón dispuesto, que procurara una rectitud de carácter y un andar santo; pero resulta que, esos serán los mismos requisitos para los que habitarán la nueva ciudad, la Jerusalén celestial. Si decimos creerle a Dios, entonces esa debería ser la meta que persigamos aquí en la tierra hasta que seamos llamadas a Su presencia. ¿Estás cultivando un corazón dócil y dispuesto a obedecer Sus órdenes? ¿Qué cosas de tu carácter deberían ser mejoradas para que tú seas considerada como piedra de una corona quebrille sobrela tierra?
Otra hermosa profecía la encontramos en el capítulo 9 versículo 8, en ella somos recordadas de que en el tiempo señalado, el Cristo encarnado afirmó Su rostro para ir a Jerusalén, y humildemente entró en dicha ciudad sobre un asno que ni siquiera era de Su propiedad para morir la muerte de cruz, a fin de hacer la paz entre Dios y nosotras. ¿No es esta otra razón para llenarnos de júbilo y adorarlo con todo el corazón? ¿Estás cultivando la humildad que caracterizó al Señor?
En el capítulo 10 encontramos reproches contra Judá y sus sacerdotes a causa de su idolatría y de su afán por conocer el futuro por medio de adivinos. Esto provocó que el pueblo vagara como ovejas sin pastor; por lo tanto, la ira del Señor se encendió contra los sacerdotes. Sin embargo, en medio de este panorama tan sombrío, aparece otro rayo de luz aludiendo al Mesías:
«De Judá saldrá la piedra angular, de él la clavija, de él el arco de guerra, de él todo gobernante».
¿Quién es esa Roca? Jesucristo, a quien el apóstol Pablo en Efesios 2:20 le reconoce como la piedra angular, es decir, esa roca principal que es la base de toda la estructura y que da solidez a Su Iglesia y a todo creyente que forma parte de ella. De igual manera, también Él llegaría a ser Gobernante de todo el mundo, y cuando le reconocemos como tal, deberíamos inclinarnos en total sumisión y seguir Sus directrices para que cooperemos con el avance de Su reino y ser agentes que dan solidez al Cuerpo de Cristo.
Zacarías también hace un contraste entre un buen pastor y uno falso. Los de su época se apacentaban a sí mismos y no mostraban compasión con las ovejas que Dios había puesto bajo su cuidado. ¡Qué diferente es el Buen Pastor Jesús quien dio Su vida por las Suyas!
Ese Buen Pastor fue vendido por el precio asignado para comprar un esclavo o un buey. En el capítulo 11:13 leemos: «Si les parece bien, denme mi paga; y si no, déjenla. Y pensaron como mi salario treinta monedas de plata».
¡Qué insulto tan descarado para Aquel que es el Dueño de todo el oro y la plata del mundo y todo lo que en él existe! Pero, ese precio formó parte del costo de nuestra salvación. ¡Qué nunca olvidemos todo lo que el Señor hizo a nuestro favor!
Finalmente, en los capítulos 12-14 se nos enseña que Dios es el Soberano porque Él extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él.
Asimismo, se nos declara lo que Él hará en «aquel día», frase que se repite unas 15 veces, el día glorioso que todos los creyentes esperamos con ansias: el regreso en gloria de nuestro bendito Señor Jesucristo.
Esa verdad fue un consuelo para los que nos han precedido y debe ser el nuestro. Para eso vivimos y por eso nuestra fe se sostiene firme. La historia de la redención tendrá un final feliz, completo y perfecto.
Para meditar:
- ¿Has recibido consuelo con todo lo aprendido en este libro? ¿Has sido animada? Pues sigue adelante recibiendo consuelo con Sus promesas y recordando que, Dios siempre recuerda, y a Su tiempo cumplirá la última profecía: el Día de Jesucristo.
- «¡Sí, ven Señor Jesús!» (Ap. 22:20). En Él y en Sus palabras está nuestra esperanza que es certera, firme y gloriosa y en la cual podemos esperar y vivir hoy. En cada problema o situación, recuerda que eso pasará y que algún día, ya no habrá más llanto, ni tristeza, ni dolor porque el Señor y Salvador estará frente a nosotras sin que caigamos muertas, sino en adoración eterna.
«¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna». -Zacarías 9:9
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