Día 260 | Daniel 10 - 12
El curso de la historia bajo la mano de Dios
Es verdad que Daniel es un libro difícil de interpretar, pero sabemos que la Escritura no es de interpretación privada (2 Pd. 1:20-21), sino que fue escrita para nuestra enseñanza a fin de que tengamos esperanza (Ro. 15:4). Así que a medida que buscamos entender la revelación del Señor en el libro de Daniel, vengamos a Él en oración, reconociendo que es Él quien nos permite entender Su Palabra y agradezcamos a nuestro Dios Su deseo de revelarse a nosotras.
El día de ayer estudiamos los capítulos que quizá son los más difíciles de interpretar, y que hoy nos proveen el contexto en el que Daniel se encuentra. Es importante entender que las visiones son profecías en referencia al futuro nuestro y el futuro cercano de ellos para el tiempo en que estas fueron reveladas. Ignorar este hecho puede causar …
El curso de la historia bajo la mano de Dios
Es verdad que Daniel es un libro difícil de interpretar, pero sabemos que la Escritura no es de interpretación privada (2 Pd. 1:20-21), sino que fue escrita para nuestra enseñanza a fin de que tengamos esperanza (Ro. 15:4). Así que a medida que buscamos entender la revelación del Señor en el libro de Daniel, vengamos a Él en oración, reconociendo que es Él quien nos permite entender Su Palabra y agradezcamos a nuestro Dios Su deseo de revelarse a nosotras.
El día de ayer estudiamos los capítulos que quizá son los más difíciles de interpretar, y que hoy nos proveen el contexto en el que Daniel se encuentra. Es importante entender que las visiones son profecías en referencia al futuro nuestro y el futuro cercano de ellos para el tiempo en que estas fueron reveladas. Ignorar este hecho puede causar confusión, ya que los capítulos no nos muestran un orden cronológico de los reinos y visiones, y de los eventos en sí.
Ahora que nos acercamos a los últimos capítulos en nuestro estudio de Daniel, quisiera llamar nuestra atención a algunos de los temas generales que encontramos a lo largo de este libro. Entre ellos, el testimonio de integridad inquebrantable en la vida de Daniel para la gloria de Dios. Sus inalterables convicciones y devoción a Dios, nos muestran el tipo de relación que Daniel tenía con su Dios, basado en su conocimiento del Dios verdadero. A pesar de las pruebas que enfrentó hasta contra su propia vida, él no titubeó en su fe ni honra al Señor.
De igual manera, encontramos las revelaciones de parte del Señor para con Daniel con respecto al fin de los tiempos, con el propósito de traer esperanza al pueblo de Dios y, por extensión, a nosotros; particularmente al tratarse de la revelación del fin de los tiempos. Al Señor le plació revelarle a su siervo Su plan determinado para el futuro… Israel pudo recordar que a pesar de encontrarse en exilio por su rebelión contra su Santo Dios, el Señor seguía obrando Su plan de redención e Israel tendría (y tendrá) un final glorioso por la misericordia de Su Dios.
El saber que el Dios soberano tiene un plan para la historia de la humanidad, y que todo, absolutamente todo está bajo Su cuidado y Su mano soberana, nos muestra la autoridad de nuestro Dios, Su grandeza y dominio; al igual que Su infinita gracia, y Su paciencia tanto para con Israel como para con nosotros. Como resultado, debemos vivir en plena confianza de que todo lo que Él ha planeado y prometido se cumplirá.
El resultado de esta fe inquebrantable produce una esperanza y paciencia inamovible (Heb. 6:11-13). Recordamos que el pueblo de Israel estuvo en exilio como consecuencia de su pecado, en medio de este tiempo, como siempre el Señor tan tiernamente les recordaba que Su gracia seguía actuando a su favor y que por amor de Su nombre Él pondría fin a su iniquidad (Dn. 9:24). Debido al pacto que el Señor había hecho con ellos, Él no se volvería atrás de hacerles bien, como lo había prometido (Jer. 32:40). A pesar de la rebeldía de Israel, las advertencias de los profetas y el negarse a escuchar y arrepentirse de su necedad, el Señor permanecía fiel a Su pacto. Las revelaciones del plan de Dios nos muestran Su paciente actuar para con Judá al no destruirlos, y la firmeza de Su pacto de redención.
En medio de la rebeldía de Israel y su exilio, el Señor reinaba como lo hace hoy en día. Él sigue reinando desde Su trono sobre los asuntos de los hombres, aun en medio de la maldad de nuestra sociedad, el Señor sigue siendo soberano y orquestando todo conforme a su plan, y la maldad tendrá fin (Dn. 4:17, 9:24). ¡Qué mayor gozo y consuelo puede tener un hijo de Dios que saber que el Señor reina en justicia y que pondrá fin a toda la maldad (Is. 13:11).
Esto nos recuerda la grandeza del evangelio, si no fuera por la sangre de Cristo, ninguno de nosotros tendría esperanza, no habría redención, ni manera de ser reconciliados con Dios. ¡Qué bondad tan infinita, qué gracia más insondable, qué promesas, qué esperanza para nosotros como creyentes! ¡Nuestros pecados han sido pagados (2 Cor. 5:21)! Pero para aquellos que no están en Cristo, cuando el Señor ponga fin a la maldad, serán echados al lago de fuego de azufre (Apocalipsis 20:11-15).
Los últimos capítulos del libro de Daniel hablan tanto de la futura realidad de Israel como del resto de los creyentes. El reinado eterno de todos aquellos que han puesto su confianza en Jesucristo como Señor y Salvador (Dn. 7:12). Daniel 12 habla del futuro, la resurrección y el fin de la historia; Jesucristo expone más adelante a Sus discípulos los acontecimientos que acompañarán Su segunda venida y el fin (Mateo 24).
Para meditar:
- El libro de Daniel nos anima a vivir a la luz de lo que conocemos: 1) el momento en que nos encontramos en la historia de la humanidad, 2) la trayectoria en la que vamos, 3) la realidad y certeza del final de nuestras historias a la luz de la historia de redención. Aunque el anticristo se levantará, la gran tribulación vendrá, el regreso de Jesucristo es certero y Su victoria final sobre el enemigo para establecer Su reinado final es inminente (Dn. 7:13-14; Ap. 11:15, 20:10). Dios juzgará a las naciones y a cada individuo «para dar a cada uno conforme a sus obras» (Ro. 2:6-7).
- A la luz de estas verdades reveladas, del rumbo de la historia, la certeza de las promesas de nuestro Señor, ¿cómo debemos vivir a la luz de estas realidades? ¿Podemos confiar en los planes y propósitos perfectos del Señor? Si bien, no entenderemos de este lado de la eternidad todo lo que el Señor hace, «porque ¿quién ha conocido la mente del Señor, para que lo instruya?» (1 Cor. 2:16). El Señor es perfecto, y Su plan también lo es. El pasado es una muestra de la fidelidad del Señor, el futuro la certeza de lo que se acerca. Por lo tanto, debemos vivir en plena confianza de que todo lo que Él ha dicho pasará «porque por fe andamos, no por vista» (2 Cor. 5:7).
- ¿Qué tan anuente estás de que te espera un futuro glorioso con Dios? ¿Cómo esta verdad te anima cada día para hacer lo que Dios te ha llamado hacer y con quienes Dios te ha dado?
«En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que vela sobre los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de angustia cual nunca hubo desde que existen las naciones hasta entonces. Y en ese tiempo tu pueblo será librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro». - Daniel 12:1
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