Día 259 | Daniel 7 - 9
El Señor ha planeado y llevado a cabo la historia de redención, desplegando así Su gloria para que las naciones vean y conozcan que Él es Dios. Desde el inicio, cada acontecimiento de la historia ha sido parte del plan de Dios, resaltando así Su soberanía en cada aspecto de la historia de la humanidad. Esta historia va avanzando al momento central de esta: la venida del Hijo de Dios. La primera, para reconciliar a los hombres pecadores con el Dios tres veces santo (Is. 6:3), a través de la muerte sustitutiva de Cristo (2 Cor. 5:21; 1 Pd. 3:18), ya que estos estaban destinados a pasar la eternidad en el lago que arde con fuego y azufre como pago de sus pecados (Ro. 3:23, 6:23; Ap. 21:8).
La segunda venida de Cristo está relacionada con el fin de los tiempos: la venida del Hijo del Hombre quien reinará por …
El Señor ha planeado y llevado a cabo la historia de redención, desplegando así Su gloria para que las naciones vean y conozcan que Él es Dios. Desde el inicio, cada acontecimiento de la historia ha sido parte del plan de Dios, resaltando así Su soberanía en cada aspecto de la historia de la humanidad. Esta historia va avanzando al momento central de esta: la venida del Hijo de Dios. La primera, para reconciliar a los hombres pecadores con el Dios tres veces santo (Is. 6:3), a través de la muerte sustitutiva de Cristo (2 Cor. 5:21; 1 Pd. 3:18), ya que estos estaban destinados a pasar la eternidad en el lago que arde con fuego y azufre como pago de sus pecados (Ro. 3:23, 6:23; Ap. 21:8).
La segunda venida de Cristo está relacionada con el fin de los tiempos: la venida del Hijo del Hombre quien reinará por sobre toda la tierra, y Su reino perfecto, justo y santo «no tendrá fin». La historia de la humanidad se mueve en este momento hacia esa dirección; al momento en que todo sea puesto bajo sus pies (1 Cor. 15:24-28) y toda rodilla se doble confesando que Jesucristo es Rey y Señor (Fl. 2:11).
Es importante destacar que del capítulo 7 en adelante, además de revelar lo que sucederá en un futuro cercano previo a la primera venida de Jesús, también revelan el programa de Dios para el pueblo de Dios, las naciones y el fin de los tiempos. A la luz de la historia de redención recordamos cómo el Señor estaba obrando en la vida de Sus hijos y los reyes incrédulos para traerlos a salvación. Dios tiene un plan para la historia de la humanidad. Nada escapa de Sus manos.
Las profecías en el capítulo 7:2-8 describen a las bestias que se interpretan en los versículos 17 al 28. Estas describen los reinos que dominarían la tierra después del reinado babilónico. Los versículos 9 y 10 nos explican la visión del Anciano de días, quien se sentó en Su trono y ante quien los libros fueron abiertos, demostrando la suprema autoridad del Señor para juzgar a cada ser humano. De igual forma encontramos su paralelo en Apocalipsis 20:12.
El versículo 13 nos introduce al «Hijo de Hombre» (7:13), el Rey verdadero, a quien «le fue dado dominio, gloria y reino… y su dominio es un dominio eterno» (7:14). Esta es la esperanza y gloria de todo pecador redimido por gracia, pues ya no es ira y condenación lo que está por venir para él, pero la consumación de su salvación, esto es su completa restauración: la glorificación del creyente (Ro. 8:17; Col. 3:4).
Tanto el capítulo 7 como el capítulo 8 narran detalladamente los imperios que dominarían parte de la historia de la humanidad. La revelación para con Daniel demuestra el conocimiento de Dios y su determinación para que la historia marche tal cual Él lo ha planeado, no dejando nada al azar. Con respecto al capítulo 8, gran parte los estudiosos bíblicos creen que «aunque esta profecía fue cumplida en Antíoco Epífanes, también es un cumplimiento postrero del Anticristo, refiriéndose al tiempo del fin. Antíoco Epífanes es a veces llamado el «Anticristo del Antiguo Testamento» (David Guzik, Enduring Word).
A la luz de la revelación en el Nuevo Testamento acerca de la segunda venida de Jesucristo, parece que el capítulo 8 nos muestra un cumplimiento tanto cercano como lejano. (Lee 2 Tesalonicenses 2: 4, 9, 10 a la luz de Daniel 8:23-26).
El capítulo 9 comienza indicando la comprensión de Daniel acerca del tiempo de las desolaciones revelado al profeta Jeremías (Jer. 25:11-13, 29:10). Daniel, al entender la revelación viene delante del Señor en oración; reconociendo el carácter de Dios, y en arrepentimiento por su pecado como nación. ¡Qué entendimiento y humildad encontramos en la oración de Daniel! Él se centra en resaltar y exaltar la grandeza y bondad de su Dios; al igual que su justicia, compasión, paciencia al lidiar con Israel (Dn. 9:4, 7, 9, 16).
En humildad, él ora por su pueblo, incluyéndose dentro de la oración. La oración de Daniel nos demuestra la confianza y convicción con la que él se acercó al Señor dado que él conocía el carácter fiel de su Dios. De igual manera, cuando nosotras conocemos la Palabra de nuestro Dios y Su carácter, es que podemos venir delante de Él, en completa certeza de que Él nos escucha. Es cuando conocemos Sus promesas que podemos orar conforme a ellas: «Esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye» (1 Jn. 5:14).
Después de reconocer la rebelión de Israel en medio de las abundantes bondades del Señor, quien constantemente advertía a Israel a través de los profetas de las consecuencias que su pecado traería (9:4-16), Daniel pide al Señor que escuche y tenga misericordia de ellos por amor de Él mismo (9:17-19). Daniel sabe que no hay méritos por los cuales ellos deban ser escuchados, entonces ora al Señor:
«Por amor de Ti mismo, oh Señor.Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre. Pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de Ti, sino por Tu gran compasión.¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo».
¡Qué profunda reverencia ante su tremendo entendimiento de Dios! En respuesta a su oración, al arcángel Gabriel, vino a «darle sabiduría y entendimiento» (9:22), acerca de las setenta semanas, y le dijo a Daniel que era «muy amado» (9:23). La profecía de las setenta semanas «para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo» (9:24), se refiere a que el Señor pondría fin al pecado por el cual Daniel había venido delante del Señor (9:4-15); esta es una promesa de la obra redentora de Cristo, quien al morir como nuestra ofrenda expiatoria en la cruz, pudo consumar el pecado (Jn. 1:29, 19:30; Ro. 3:25).
En los últimos versículos del capítulo 9, cabe resaltar que el ángel Gabriel le explicó a Daniel cómo se cumpliría la profecía dada a Jeremías acerca de las 70 semanas. El versículo acerca de «restaurar y reconstruir a Jerusalén» (9:25) fue cumplido tal como el Señor había dicho a Jeremías e Isaías acerca de la construcción del templo en el año de Ciro (Ver Isaías 44:24-28 y Esdras 1:1-3). Para saber más acerca de las 70 semanas de Daniel te animo a visitar: (https://www.crossway.org/articles/what-are-the-seventy-weeks-of-daniel-daniel-9/ y https://es.enduringword.com/comentario-biblico/daniel-9/).
Para meditar:
Reconocer que Dios está en control nos debe producir consuelo, esperanza y deseo de vivir para la gloria de nuestro Señor. No importa cuántos poderes parecen ser tan grandes para nosotros, jamás serán más grandes que Dios y Su plan inamovible. Cristo ha vencido y nosotras con Él, ¿cómo esta verdad de Dios y Su obra te provee descanso hoy y da motivos para orar por el pueblo de Dios y las naciones?
Jesús dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt.24:35). Por eso, podemos orar como oró Daniel, confiadas en que Su voluntad se llevará a cabo en este mundo y en los cielos. Te animo a que tu vida de oración aumente para contrarrestar todo miedo, duda o desesperanza. Dios está en control, ¡qué buena noticia es saber esto!
«Seguí mirando en las visiones nocturnas, y en las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre, que se dirigió al Anciano de Días y fue presentado ante Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran. Su dominio es un dominio eterno que nunca pasará, y Su reino uno que no será destruido». - Daniel 7:13-14
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