Día 258 | Daniel 4 - 6
En los capítulos del 4 al 6, Daniel continúa mostrándonos el reinado de Dios que escribe y gobierna la historia. Resaltando así, vez tras vez, la soberanía y providencia de Dios en la historia y en la vida de Sus hijos. De igual manera, a través de la cautividad de Daniel y sus tres amigos, el Señor extiende Su gracia a tres reinos gentiles al exponerlos a la realidad de quién es Él. Demostrando a través de cada reinado que «Su dominio es un dominio eterno, y Su reino permanece de generación en generación.Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, más Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”» (Dn. 4:34-35). ¡Nuestro Dios gobierna!
Al arrogante Nabucodonosor, se le dio la sentencia de ser transformado en bestia …
En los capítulos del 4 al 6, Daniel continúa mostrándonos el reinado de Dios que escribe y gobierna la historia. Resaltando así, vez tras vez, la soberanía y providencia de Dios en la historia y en la vida de Sus hijos. De igual manera, a través de la cautividad de Daniel y sus tres amigos, el Señor extiende Su gracia a tres reinos gentiles al exponerlos a la realidad de quién es Él. Demostrando a través de cada reinado que «Su dominio es un dominio eterno, y Su reino permanece de generación en generación.Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, más Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”» (Dn. 4:34-35). ¡Nuestro Dios gobierna!
Al arrogante Nabucodonosor, se le dio la sentencia de ser transformado en bestia hasta el momento en que reconociera que el Dios eterno reina y que Él da el reino a quien le place (4:17, 25-26, 32). El Señor le advirtió a través del sueño interpretado por Daniel acerca del juicio que se avecinaba sobre él, si no se arrepentía de orgullo. Sin embargo, como leemos más adelante el rey se gloriaba en su reino, «aún estaba la palabra en la boca del rey» (4:31), cuando éste fue echado entre las bestias (4:33). Por la gracia del Señor, al fin de los días él recobró su razón, «y glorificó al Rey del cielo, porque Sus obras son todas verdaderas y justos Sus caminos. Él puede humillar a los que caminan con soberbia» (4:34-37).
Este capítulo nos demuestra la gracia salvadora de Dios advirtiendo al rey y alcanzando su corazón para que él reconociera quién es Dios. El rey Nabucodonosor declara: «¡Cuán grandes son Sus señales, y cuán poderosas Sus maravillas! Su reino es un reino eterno, y Su dominio de generación en generación». Al final reconoció que: ¡El Cielo gobierna!
Sin embargo, el rey Belsasar, en su arrogancia, profanó los utensilios sagrados que su padre Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén, usándolos en su fiesta pagana. A través de la escritura en la pared, el Señor le advierte de la inminente sentencia divina. ¡Nadie puede burlarse del Dios verdadero! A primera instancia pareciera que no hay quien pueda interpretar el mensaje, lo cual turba al rey todavía más, pero Daniel, en quien ellos creían que «estaba el espíritu de los dioses» (Dn. 5:11,14) fue traído delante del rey para interpretar el mensaje.
Daniel le dice al rey: «Pero usted, su hijo Belsasar, no se ha humillado su corazón, aunque sabía todo esto, sino que se ha ensalzado usted contra el Señor del cielo. Y han traído delante de usted los vasos de Su templo, y usted y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas, han estado bebiendo vino en ellos, y han alabado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden. Pero al Dios que tiene en Su mano su propio aliento y es dueño de todos sus caminos, no ha glorificado». A diferencia de su padre, Belsasar no se arrepintió y la sentencia fue cumplida aquella misma noche cuando el rey fue asesinado. Al contrario de su padre, Belsasar no humilló su corazón ante Dios.
El Señor extendía Su gracia a través de Daniel, quien ahora estaba como tercero en el reino. El favor y las posiciones en el reino que el Señor le otorgó a Daniel fueron dentro de la misericordiosa providencia del Señor para cumplir sus propósitos y que su nombre fuera dado a conocer y alabado por estos reyes, incluyendo al rey Medo, Darío, quien amaba a Daniel y busco liberarle del veredicto que él mismo había firmado.
El carácter íntegro de Daniel es resaltado una vez más cuando continúo haciendo sus plegarias a Dios de la misma manera que lo hacía antes del veredicto. Dado que los sátrapas sabían que no podrían encontrar algo en contra de Daniel si no era en referencia con la ley de su Dios, buscaron destruirlo de esa manera. Sin embargo, a pesar de las conspiraciones, Daniel permaneció firme en su obediencia, integridad y fidelidad para con Dios, ya que él vivía para el Rey del cielo. Su fidelidad lo llevó al foso de los leones, pero Dios guardó a Daniel. El rey Darío al ver que no podía rescatarlo, declaro: «Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, Él te librará».
Cuando el rey vio la protección de Dios para con Daniel, proclamó el decreto de que en todo el dominio de su reino todos temieran y temblaran delante del Dios de Daniel. ¡Una vez más el nombre del Altísimo estaba siendo exaltado, al demostrar Su poder y fidelidad para con Sus hijos!
Para meditar:
- Qué esperanza y consuelo más grande es sabernos en las manos del Dios eterno que todo lo gobierna. Esto significa, mi amada, que nada se escapa de Su soberanía. Ninguna situación en tu vida está presente sin haber sido orquestada por Él. ¿Estás luchando contra Su designio o en humildad te has rendido a Su voluntad?
- El Dios del cielo es exaltado cuando Su grandeza es reconocida, alabada, y temida. Conocer el carácter de nuestro Dios nos lleva a vivir en integridad, humildad, fidelidad y obediencia a nuestro Dios, siendo así reflejos de Su belleza para con todos los que nos observan, no es en nuestras fuerzas, sino en el poder del Espíritu Santo.
- Medita en la herencia de fe que estás dejando a tus hijos, ¿qué observan de ti? Si conociste a Jesús cuando ya eras madre, ¿cómo estás modelando tu nueva vida a tus hijos para que sean alcanzados por la gracia salvadora de Dios?
«Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque Su dominio es un dominio eterno, Y Su reino permanece de generación en generación. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, más Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, Ni decirle: “¿Qué has hecho?”». -Daniel 4:34-35
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