Día 257 | Daniel 1-3
La misericordia de Dios en continuar advirtiendo a Su pueblo del exilio inminente que se acercaba, a su vez, en cada profecía, Dios no dejó de recordarles también Su fidelidad al pacto, es como si Dios dijera: lo que ahora viven no será para siempre, Yo regresaré por ustedes para llevarlos a una mejor tierra: la nueva Jerusalén en los cielos.
La historia de redención no se ve afectada ni alterada por ninguna mano humana, sino completamente guiada por la mano soberana del Dios que reina desde la eternidad hasta la eternidad. Él es el Dios que gobierna sobre su creación, quien pone y quita reyes para cumplir Sus propósitos; guiando así el curso de la historia, llevando a cabo Su plan de redención. El soberano control de Dios sobre el reinado de los hombres, Su autoridad y gracia sobre la providencia de Su pueblo y el reinado final de …
La misericordia de Dios en continuar advirtiendo a Su pueblo del exilio inminente que se acercaba, a su vez, en cada profecía, Dios no dejó de recordarles también Su fidelidad al pacto, es como si Dios dijera: lo que ahora viven no será para siempre, Yo regresaré por ustedes para llevarlos a una mejor tierra: la nueva Jerusalén en los cielos.
La historia de redención no se ve afectada ni alterada por ninguna mano humana, sino completamente guiada por la mano soberana del Dios que reina desde la eternidad hasta la eternidad. Él es el Dios que gobierna sobre su creación, quien pone y quita reyes para cumplir Sus propósitos; guiando así el curso de la historia, llevando a cabo Su plan de redención. El soberano control de Dios sobre el reinado de los hombres, Su autoridad y gracia sobre la providencia de Su pueblo y el reinado final de Su Hijo Jesucristo, donde los gentiles forman parte del plan redentor de Dios; estos son los temas centrales que encontramos en el libro de Daniel.
Daniel significa «Dios es juez», es el único autor de este libro y el más joven. La duración de este libro es desde el período preexílico hasta el postexílico. Fue contemporáneo de Ezequiel durante un tiempo en Babilonia, él nombró a Daniel junto a Noé y Job, como un modelo de rectitud (Ez. 14:14, 20).
El libro de Daniel despliega a Jesucristo como el Rey exaltado, quien reinará sobre todo individuo al final de los tiempos. Jesucristo es descrito como Roca, Hijo del Hombre, y el Ungido del Señor; el Mesías, desplegando Su autoridad y reino eterno a través de sueños y visiones. Estos sueños y visiones presentan temas de escatología (fin de los tiempos) que pueden ser difíciles de comprender. Particularmente si no consideramos el contexto histórico y los temas teológicos que el libro abarca, y el panorama global de la Escritura, esto es, la historia de redención.
Este libro comienza con Nabucodonosor tomando cautiva a Jerusalén como consecuencia de su idolatría en el año 605 a.C. El Señor, en Su gracia, mandaba profetas constantemente para advertir a Judá, pero el pueblo no se arrepentía, y el Señor cumpliendo a Su palabra, los entregó en manos del rey de Babilonia (Dan.1:2; 2 Cro. 36:15-16). Daniel, junto con otros jóvenes (se desconoce el número), en sus años de adolescencia (edades entre 13- 17), fueron llevados cautivos a Babilonia, donde su identidad, educación y alimentación serían dictadas por el rey Nabucodonosor como parte de su adoctrinamiento a la cultura caldea.
A su corta edad, Daniel «propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey». ¿Cómo es que él decidió no contaminarse con la comida del rey por sobre todo lo demás? Evidentemente, la cultura pagana y su adoctrinamiento podría perjudicar más a estos jóvenes que la comida. Sin embargo, la Torá (El Pentateuco o los primeros cinco libros de la Biblia) hablaba explícitamente en contra de los alimentos ofrecidos por los caldeos como también encontramos en Levítico 11, con el propósito principal de que Israel no se mezclara con otras naciones paganas.
Como Daniel temía y conocía a Dios y sabía lo que demandaba de él, se abstuvo de comer la ración ordenada por el rey a través del jefe de los eunucos. El Señor les concedió favor a Daniel y sus amigos en su petición de abstenerse de la comida. Ciertamente, el Señor bendice la obediencia a su Palabra, como lo vemos en cada prueba en la vida de Daniel, Ananías, Misael y Azarías.
El capítulo 2 resalta la autoridad y supremacía del Dios verdadero por encima de los hombres. Dado que en la providencia divina, la difícil, por no decir, imposible tarea de interpretar el sueño desconocido del rey, provee el escenario ideal para contrastar la sabiduría y el poder de Dios con el de los hombres. Al mismo tiempo, este capítulo comienza con la descripción profética del mundo gentil como parte del plan redentor de Dios.
El carácter humilde de Daniel es visible en este libro una y otra vez. Al enterarse de la apremiante situación, él informó a sus amigos para que pidieran: «misericordia del Dios del cielo». Al recibir la revelación del sueño, Daniel alaba al Señor por exponer la revelación delante del rey, da toda la gloria al «Dios en el cielo que revela los misterios» y de igual manera, expone delante del rey, que el Dios soberano es quien lo ha establecido como rey, mostrando la autoridad de Dios por sobre su vida.
Es importante notar que aunque el rey entiende y declara la grandeza de Dios, no se rinde ante Él, recordándonos la realidad de que muchos que se consideran creyentes pueden entender y declarar el señorío de Dios, y aun así no doblar la rodilla en sumisión ante Él como Señor y Salvador. ¿Cuál es tu condición delante de Dios? ¿Tu vida refleja que has reconocido al Señor como Soberano y Salvador de tu alma? O, ¿solamente lo profesas con tus labios mientras tu corazón está completamente lejos de Dios?
Daniel fue recompensado por su interpretación del sueño, sin embargo, él no buscaba su gloria personal. El capítulo termina en su petición al rey de poner sobre la administración a Ananías, Misael y Azarías, quienes son los «personajes secundarios». Cuando su vida dependía de una decisión, adorar la estatua de Nabucodonosor o morir, no había duda para estos jóvenes su actuar.
Ellos sabían a quien debían su completa devoción, ellos conocían la Torá y que su Dios claramente mandaba adorar a nada o nadie aparte de Él (Ex. 20:1-5). La respuesta de estos jóvenes nos deja completamente asombradas: «No necesitamos darle una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente. Y de su mano, oh rey, nos librará.Pero si no lo hace, ha de saber, oh rey, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro que ha levantado» (3:16-18). ¡Qué determinación la de estos jóvenes! Ellos no sabían cuál sería el final de la historia, pero escogieron absoluta obediencia al Dios que tiene la historia en sus manos. ¡Qué el Señor nos dé la gracia para escoger absoluta obediencia a Su Nombre cada día de nuestras vidas!
Para meditar:
- ¿Vives para la gloria del Nombre de Dios o para tu gloria? Examina cómo respondes cada día a un aplauso o una alabanza de alguien más. Incluso, a los likes en las redes sociales.
- La Biblia describe en Timoteo lo que vemos en el carácter de Daniel: «No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1 Ti. 4:12). Cómo joven, ¿qué ejemplo eres para otras personas?
- ¿Cómo estás usando tus dones para la gloria de Dios y el avance de Su reino?
- En medio de una cultura que niega a Dios y no toma en cuenta los mandamientos de Dios, ¿cómo respondes a las presiones culturales? ¿Niegas a Dios o lo exaltas con tu vida y palabras? ¿Qué tan difícil es para ti ser cristiana en donde te encuentras? Ora al Señor que así como fortaleció a los tres amigos de Daniel, te fortalezca para exaltar Su Nombre.
*Para un estudio a profundidad sobre los temas proféticos con respecto al futuro recomiendo «Teología sistemática» de Wayne Grudem para leer acerca de las posturas acerca del fin de los tiempos, y para entender a más detalle los temas históricos y teológicos recomiendo «Enduring Word en español».
«Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente. Y de su mano, oh rey, nos librará. 18 Pero si no lo hace, ha de saber, oh rey, que no serviremos a sus dioses ni adoraremos la estatua de oro que ha levantado». -Daniel 3:17-18
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