Día 256 | Joel
Arrepentimiento y restauración, promesas de un Dios de gracia.
Joel significa «Jehová es Dios», por la referencia interna en este libro, fue un profeta menor que profetizó en el reino del Sur (3:1, 6; 2:1-5). Su propósito es llamar al arrepentimiento con el fin de escapar del juicio y experimentar la promesa de gracia de Dios.
Joel tiene un mensaje de una importancia urgente, mayor para Judá y para todas nosotras. El libro abre anunciando una plaga como nunca se ha visto, un mal que iba a sobrevenir que arrasaría todo, un insecto pequeño que vendría en manadas y traería enorme destrucción. Todo lo que era el sustento en una sociedad agrícola, como entonces, quedaría deshecho, destruido.
Manadas de insectos que sobrevendrían una tras otra en forma de plagas que destruirían las cosechas, se llevarían toda esperanza de una vida estable, y en una magnitud nunca antes vista.
Imagino la …
Arrepentimiento y restauración, promesas de un Dios de gracia.
Joel significa «Jehová es Dios», por la referencia interna en este libro, fue un profeta menor que profetizó en el reino del Sur (3:1, 6; 2:1-5). Su propósito es llamar al arrepentimiento con el fin de escapar del juicio y experimentar la promesa de gracia de Dios.
Joel tiene un mensaje de una importancia urgente, mayor para Judá y para todas nosotras. El libro abre anunciando una plaga como nunca se ha visto, un mal que iba a sobrevenir que arrasaría todo, un insecto pequeño que vendría en manadas y traería enorme destrucción. Todo lo que era el sustento en una sociedad agrícola, como entonces, quedaría deshecho, destruido.
Manadas de insectos que sobrevendrían una tras otra en forma de plagas que destruirían las cosechas, se llevarían toda esperanza de una vida estable, y en una magnitud nunca antes vista.
Imagino la escena y me parece desoladora: los sembradíos del Señor, de su tierra, de sus higueras, sus primeros frutos, las vides y los olivos, los granados, todos destruidos. Aún más terrible, el ganado quedaría sin comida y moriría de hambre y las personas mismas por no poder comer nada. Un cuadro simplemente desgarrador.
Pero en medio de la destrucción está la promesa de Dios, de Su restauración. Este es, por tanto, un libro que nos recuerda la misericordia de Dios, la justicia y la promesa de Su gracia restauradora. Por ello nos llama al arrepentimiento, nos da nuevas oportunidades y se goza en nuestra restauración. Un libro de esperanza para nosotras en medio de la adversidad y oscuridad.
Quizás, si hubiéramos hablado de este tipo de desolación hace unos años, esta podría haber sido incomprensible para nosotras por vivir en una cultura diferente, pues no todos dependen de las cosechas, ahora hay otro tipo de negocios. Nuestro mundo es diferente, tecnológico, comercial, globalizado.
Pero nosotras hemos atravesado una pandemia, vimos cómo un ser invisible colapsó la economía mundial, nos llenó de pavor, y causó la muerte de millares de personas. De nada valió la tecnología, la ciencia resultó insuficiente y enfrentamos escasez. Desde entonces ya no es tan ajena esta imagen, sino muy real y dolorosa para nosotras.
Dios llama nuestra atención como lo hizo con Judá. Por tanto, podemos ver que nos llama a:
1. Regresar al Señor sin importar cómo hemos caminado antes, lo lejos que anduvimos de Dios y nuestros pecados, el llamado es a dar la vuelta en «U», que es el arrepentimiento verdadero, es decir, regresar al Señor. Su juicio fue y será inminente, Él castigó a este pueblo por su idolatría y por abandonar los mandamientos del Señor.
- Mostrar un arrepentimiento verdadero rasgando nuestro corazón, no solo nuestras ropas, y llorando nuestro pecado con sinceridad ante Él.
- Reconocer Su carácter. Nuestro Dios es compasivo, es lento para la ira y grande en misericordia y amor. Ese Dios que en nuestra desgracia nos encuentra, lo hace por gracia, pues Él se compadece salvando y restaurando.
«“Aun ahora”, declara el Señor,
“Vuelvan a Mí de todo corazón,
Con ayuno, llanto y lamento.
Rasguen su corazón y no sus vestidos”.
Vuelvan ahora al Señor su Dios,
Porque Él es compasivo y clemente,
Lento para la ira, abundante en misericordia,
Y se arrepiente de infligir el mal». -Joel 2:12-13
- Tenemos un Dios que restaura. Nuestro Dios no solo nos perdona, Su gracia es tan grande que Él nos restaura. No nos deja en los campos muertos, sino que promete darnos vida en abundancia. Él se goza sobre ti, recuerda esto, y lo hará trayendo frutos nuevos a tu vida.
- El Día del Señor. Este día es mencionado en este libro no como un evento único, o algo que acontece una sola vez, sino que habla de un día de juicio y de ira del Señor. Ese juicio no será solo para Su pueblo, si no para todas las naciones; por tanto, nos llama con urgencia a volvernos a Él buscando una renovación, una verdadera intimidad en nuestra relación con El.
«Tiemblen todos los habitantes de la tierra,
Porque viene el día del Señor;
Ciertamente está cercano,
Día de tinieblas y densas sombras,
Día nublado y de densa oscuridad». -Joel 2:1-2
- Derramamiento de su Espíritu. Esta profecía en aquel momento era para este tiempo, que de acuerdo a la Biblia, son los últimos días. El profeta dijo que Dios derramará Su Espíritu sobre toda carne; esta profecía se cumplió en el Nuevo Testamento, en el día de Pentecostés (Leer Hechos 2).
- Avanzar el reino de Dios. La promesa de restauración vino en dos etapas: la primera tuvo lugar en la primera venida de Jesús y el avivamiento del Espíritu después de Su ascensión a los cielos para un avivamiento espiritual en medio del pueblo y el avance del reino de Dios, así como también del anuncio del juicio final, ese gran Día del Señor, del que también Pablo y Pedro hablaron.
Podemos resumir el libro como un llamado personal al arrepentimiento, a volvernos a Dios para ser restauradas; esta es una muestra del carácter misericordioso de nuestro Dios.
En medio de las circunstancias difíciles que observamos a nuestro alrededor, no temamos. La promesa del Espíritu Santo ya fue dada a cada una de nosotras como antesala de lo que nos espera en la eternidad. Sin embargo, no nos acomodemos en este mundo, guardemos nuestro corazón y examinemos nuestro caminar, cada día podemos arrepentirnos de nuestros pecados y crecer a la semejanza del Salvador, Cristo.
Para meditar:
Al leer este libro, te invito a meditar y hacerlo personal para ti como lo he hecho para mí:
- ¿Qué te habla Dios en este libro? ¿Cómo está tu relación con Dios en este momento? Evalúa si es una relación en Sus términos, en Sus caminos o si piensas que tienes una relación porque le llamas Señor e invocas su nombre.
- Sé honesta delante del Señor con tus luchas, con tus dudas. Confía en Sus promesas, así como Joel profetizó acerca del derramamiento del Espíritu y sucedió (tú y yo somos testimonio de ello), así Él cumplirá la promesa de ayudarte y transformarte. Así que, procura con todo tu ser arrepentirte genuinamente ante Él cada vez que Su Espíritu te convenza de pecado. De manera que vengan tiempos de refrigerio a tu vida y seas renovada y restaurada como Él promete.
- Medita en Joel 2:25-26 y ora al Señor que estas palabras sean una hermosa realidad en tu vida.
«Entonces los compensaré por los años
En que devoraban la langosta,
El pulgón, el saltón y la oruga,
Mi gran ejército, que envié contra ustedes.
Tendrán mucho que comer y se saciarán,
Y alabarán el nombre del Señor su Dios,
Que ha obrado maravillosamente con ustedes;
Y nunca jamás será avergonzado Mi pueblo».
Querida hermana, termina este tiempo de lectura dando gracias a Dios por Su compasión, por Su misericordia y amor para contigo. Vive cada día con el propósito de hacerlo para Su gloria y dando frutos de arrepentimiento, es así que experimentaremos una relación viva con Él, porque Cristo crece y nosotras menguamos.
«Y sucederá que después de esto, derramaré Mi Espíritu sobre toda carne; Y sus hijos y sus hijas profetizarán, Sus ancianos soñarán sueños, Sus jóvenes verán visiones. Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré Mi Espíritu en esos días». -Joel 2:28-29
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