Día 254 | Ezequiel 44 - 45
Luego de haberlos disciplinado, ahora el Señor iniciará las actividades en el templo una vez más. Las cosas que leemos hoy nos remontan al libro de Levítico, con sus rituales y diversos sacrificios que son necesarios para limpiar y purificar el templo y el altar. Dios se volvería a complacer con ellos y restauraría el sacerdocio levítico y los sacrificios.
Es interesante que muchos de los sacerdotes levitas que habían sido infieles e idólatras son rechazados y ahora solo pueden servir en áreas de mantenimiento y tareas generales. Solo los hijos de Sadoc podrán servir como sacerdotes, posiblemente debido a su lealtad a David y Salomón. También vemos que ningún extranjero, «incircunciso de corazón e incircunciso de carne» podía entrar y servir en Su santuario. Dios estableció leyes claras para el servicio de Su templo.
Una lección que aprendemos en la lectura de hoy es que el pecado tiene consecuencias …
Luego de haberlos disciplinado, ahora el Señor iniciará las actividades en el templo una vez más. Las cosas que leemos hoy nos remontan al libro de Levítico, con sus rituales y diversos sacrificios que son necesarios para limpiar y purificar el templo y el altar. Dios se volvería a complacer con ellos y restauraría el sacerdocio levítico y los sacrificios.
Es interesante que muchos de los sacerdotes levitas que habían sido infieles e idólatras son rechazados y ahora solo pueden servir en áreas de mantenimiento y tareas generales. Solo los hijos de Sadoc podrán servir como sacerdotes, posiblemente debido a su lealtad a David y Salomón. También vemos que ningún extranjero, «incircunciso de corazón e incircunciso de carne» podía entrar y servir en Su santuario. Dios estableció leyes claras para el servicio de Su templo.
Una lección que aprendemos en la lectura de hoy es que el pecado tiene consecuencias en nuestra vida, mientras que la obediencia a Dios y a sus principios será recompensada.
Gloria a Dios por la obra de Jesucristo, que abolió todos estos sacrificios de una vez y para siempre, y por Su sangre que cubre nuestro pecado y nos limpia de toda maldad. Cuando nos arrepentimos Él nos restaura y nos da nuevas oportunidades de servirlo con conciencias limpias.
El llamado de los siervos de Dios.
Me cautiva como Dios mandaba que los sacerdotes no tuvieran ninguna porción de tierra, ya que Él sería su posesión o tesoro más preciado. Dios les sustentaría y les proveería a través de las ofrendas del pueblo. Ellos dedicaron sus vidas al servicio del templo y, por tanto, no debían preocuparse por las cosas terrenales. Su única obligación era ser fiel al Dios que les llamó y vivir en santidad y fidelidad. Dios se encargaría de darles su porción a través de las disposiciones dadas al pueblo.
Este llamado a servir sin ataduras me recuerda lo que le dice Pablo a Timoteo:
«Sufre penalidadesconmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. El soldado en servicio activo no se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado» (2 Ti. 2:3-4).
Y, por otro lado, el llamado de honrar y contribuir con las necesidades de los siervos de Dios:
«Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Porque la Escritura dice: “No pondrás bozal al buey cuando trilla”, y: “El obrero es digno de su salario”» (1 Ti. 5:17-18).
El llamado al contentamiento no es exclusivo de los «levitas y pastores»; es cierto para todo hijo de Dios. Él quiere que encontremos toda nuestra satisfacción en Él y no en nada que este mundo nos pueda ofrecer para que seamos libres para servirle.
Para meditar:
- ¿Hay algún pecado en tu vida que debas confesar y que te separa de Dios y de Su presencia en tu vida?
- Confiesa tus pecados y pide que Él te limpie y restaure.
- ¿Vives con contentamiento? Haz tuya la oración del salmista:
«¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre». -Salmos 73:25-26
«Con respecto a la heredad para ellos, Yo soy su heredad; no les darán posesión en Israel: Yo soy su posesión». -Ezequiel 44:28
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