Día 248 | Ezequiel 28 - 31
Hoy vemos las profecías de la caída de Egipto; la última de la serie de naciones que Dios disciplinaría. Al igual que Babilonia, Egipto en las Escrituras representa una parábola del mundo separado de Dios.
Veamos algunos conceptos importantes de resaltar en la porción de hoy:
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Existe un gran contraste entre la sabiduría diabólica o terrenal y la sabiduría celestial, y debemos estar apercibidos de ello.
Aunque pareciera estarse refiriendo a la figura histórica del príncipe de Tiro, Ezequiel describe a una figura angelical que no parece ser una persona. La enseñanza está dirigida al Rey, pero Dios a través de Ezequiel describe el inicio, la caída y la condenación eterna de Satanás para mostrar a este rey cuál sería su final. Vemos que este querubín:
- Es un ser creado.
- Dios es su autoridad.
- Tenía acceso directo a Dios; le servía de cerca.
- Era poderoso, intachable y hermoso en gran …
Hoy vemos las profecías de la caída de Egipto; la última de la serie de naciones que Dios disciplinaría. Al igual que Babilonia, Egipto en las Escrituras representa una parábola del mundo separado de Dios.
Veamos algunos conceptos importantes de resaltar en la porción de hoy:
-
Existe un gran contraste entre la sabiduría diabólica o terrenal y la sabiduría celestial, y debemos estar apercibidos de ello.
Aunque pareciera estarse refiriendo a la figura histórica del príncipe de Tiro, Ezequiel describe a una figura angelical que no parece ser una persona. La enseñanza está dirigida al Rey, pero Dios a través de Ezequiel describe el inicio, la caída y la condenación eterna de Satanás para mostrar a este rey cuál sería su final. Vemos que este querubín:
- Es un ser creado.
- Dios es su autoridad.
- Tenía acceso directo a Dios; le servía de cerca.
- Era poderoso, intachable y hermoso en gran manera.
- Debido a su hermosura, fue cegado por orgullo y fue destituido de su gloria y de su lugar en el cielo.
Igual sería el fin del rey de Tiro, ya que él personificaba la altivez misma, siendo consumido por sus ansias de poder y codicia.
Y es que el orgullo se puede convertir en un obstáculo para ser usados por Dios, si no nos arrepentimos. A causa del orgullo, Satanás perdió sus privilegios. Toda sabiduría, fortaleza y vanagloria es fútil fuera de Jesucristo.
Cuidémonos de albergar soberbia y altivez en el corazón. No nos dejemos engañar por el orgullo. Si estás en una posición de autoridad o importante ante los ojos humanos, asegúrate de tener personas que hablen verdad a tu vida, no sea que sin darte cuenta seas presa del orgullo.
«La sabiduría que proviene del cielo es, ante todo, pura y también ama la paz; siempre es amable y dispuesta a ceder ante los demás. Está llena de compasión y del fruto de buenas acciones» (Stg. 3:17 NTV).
«Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron escritas como enseñanza para nosotros, para quienes ha llegado el fin de los siglos. Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga» (1 Cor. 10:11-12).
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Todos somos instrumentos en las manos de Dios.
Esta verdad ya la hemos visto a través de la lectura y una vez más lo vemos aquí. De manera asombrosa, Dios recompensa a Nabucodonosor por tomar la ciudad de Tiro, por ser un instrumento dispuesto para ejecutar Su ira.
¡Puff! ¡Se me explota el cerebro si intento explicar esto con mi limitada sabiduría humana!
«¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios e inescrutables Sus caminos! Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser Su consejero? ¿O quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar?Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Ro. 11:33-35).
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El orgullo precede la caída.
Como hemos visto hasta aquí, Dios detesta la autoconfianza, la arrogancia y la exaltación personal. Y esto lo vemos muy claramente ilustrado en la lectura de hoy en el alto y encumbrado cedro que se levantó por encima de todos los demás. Este gran árbol había crecido porque Dios le había dado lo necesario, proveyendo manantiales profundos, agua abundante para sus raíces que le ayudaron a crecer alto y frondoso. Bajo la mirada y providencia de Dios, el rey creció en poder, hasta el punto que no había nadie mayor que él. Muchas naciones se refugiaban bajo su sombra, y su corazón se elevó, llegándose a considerar a sí mismo superior a todos. Por tanto, Dios se convirtió en su enemigo, y lo entregó en manos de Nabucodonosor para su total destrucción.
Este relato trae a mi mente la torre de Babel que vimos en Génesis 11. Todo orgullo y auto-exaltación del hombre recibe la censura y disciplina de Dios. ¡Él es Dios y no hay otro!
«Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la arrogancia de espíritu» (Prov. 16:18).
Si hay algo que se ha convertido en un «pecado respetable» hoy en día es la exaltación personal. Con los medios y redes sociales que tenemos a nuestra disposición, muchos se convierten en personalidades, en maestros, en «influencers», en grandes figuras seguidas por muchos, bajo cuya sombra muchos encuentran «refugio».
Esto es un veneno para el corazón.
El ser humano no fue hecho para ser adorado; fue creado para adorar. Fuimos creadas para adorar a nuestro creador únicamente, no para ser objetos de adoración.
«Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: “No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios, como tú y tus hermanos que dan testimonio de su fe en Jesús. Adora únicamente a Dios…”» (Apoc. 19:10 NTV).
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Dios reina.
La Escritura lo afirma una y otra vez:
«Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place» (Sal. 115:3).
«Dios reina sobre las naciones; sentado está Dios en Su santo trono» (Sal. 47:8).
«Él domina con Su poder para siempre; Sus ojos velan sobre las naciones; no se enaltezcan los rebeldes» (Sal. 66:7).
Nuestro Dios es creador de todo cuanto existe, y Él gobierna sobre todo y todos. Él hace lo que le place para cumplir Sus sabios propósitos. Él quiere que toda rodilla se doble y reconozca que solo Él es Dios.
El mismo Nabucodonosor, quien fuera Su instrumento escogido para la destrucción de Egipto, debió entender esta lección en su momento (Daniel 4). La gloria del hombre es pasajera. El reino del hombre no permanecerá; solo el reino de Cristo durará eternamente.
Para meditar:
¿Hay orgullo en tu corazón? Habla con Dios y ponte a cuentas con Él. Si el orgullo pudo destruir un querubín glorioso, ¿qué no hará con nosotros que somos polvo?
Evalúa tu corazón. ¿Necesitas la afirmación de los demás para sentirte valiosa? ¿Te promueves para buscar el reconocimiento de los demás?
¿Te has llenado de orgullo por lo que Dios te ha permitido lograr en la vida? ¿Te han cegado estos logros al punto de considerarte superior (más piadosa, más inteligente, más sabia, más conocedora, más espiritual) que los que te rodean?
Recuerda: No tienes nada que no te haya sido dado por Dios. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto» (Stg. 1:17).
«... digo a cada uno de ustedes que no piense de sí mismo más de lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno» (Ro. 12:3).
Dios reina. ¿Qué implicaciones prácticas tiene esta verdad en tu vida? ¿Cómo te alienta esa verdad en este preciso momento?
«Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Te arrojé en tierra, te puse delante de los reyes, para que vieran en ti un ejemplo». -Ezequiel 28:17
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