Día 247 l Ezequiel 24 - 27
Después de leer el día de ayer un capítulo que detalla cuánto Dios aborrece el pecado, el profeta habla en parábolas sobre el juicio inminente del que ha venido hablando y el pueblo no ha puesto atención. Es asombroso como estando en Babilonia, tan lejos de Jerusalén, Dios mostró a Ezequiel exactamente lo que acontece allí. La olla hirviente es una descripción de Jerusalén, es un retrato trágico de su estado y una enorme advertencia: el tiempo había llegado.
A continuación algunos conceptos que podemos espigar de la lectura de hoy:
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Todos los eventos de la historia están en el calendario del Señor.
«Y vino a mí la palabra del Señor en el año noveno, el mes décimo, a los diez días del mes…» (24:1).
«El 15 de enero, durante el noveno año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor…» (NTV).
Dios conoce el futuro con exactitud. …
Después de leer el día de ayer un capítulo que detalla cuánto Dios aborrece el pecado, el profeta habla en parábolas sobre el juicio inminente del que ha venido hablando y el pueblo no ha puesto atención. Es asombroso como estando en Babilonia, tan lejos de Jerusalén, Dios mostró a Ezequiel exactamente lo que acontece allí. La olla hirviente es una descripción de Jerusalén, es un retrato trágico de su estado y una enorme advertencia: el tiempo había llegado.
A continuación algunos conceptos que podemos espigar de la lectura de hoy:
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Todos los eventos de la historia están en el calendario del Señor.
«Y vino a mí la palabra del Señor en el año noveno, el mes décimo, a los diez días del mes…» (24:1).
«El 15 de enero, durante el noveno año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor…» (NTV).
Dios conoce el futuro con exactitud. No solamente lo conoce, Él lo orquesta. Una y otra vez vemos en las profecías cómo Dios daba fechas exactas de cuándo ocurrirían los acontecimientos en la historia de estas naciones.
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Lo que el Señor se propone, eso hace. Nada detiene Sus propósitos.
Todo lo que el Señor había determinado, lo llevó a cabo a detalle. Todas las profecías de las naciones ocurrieron tal cual Él lo dispuso. Muchos de los poderes humanos de aquella época fueron borrados de la faz de la tierra.
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Dios usa nuestras vidas como Él quiere.
Dentro de las múltiples ilustraciones que Dios ordenó a Ezequiel a llevar a cabo para mostrar al pueblo lo que le esperaba, una incluía la muerte repentina del «encanto de sus ojos» (24:16). Ezequiel debió haber estado muy dolido con la muerte de su esposa. Humanamente, pensaríamos que Dios estaba siendo injusto o castigando a Ezequiel, quitándole a este siervo fiel la persona más querida.
Sin embargo, él fue fiel en obedecer lo que Dios le pidió. Confió en que todo lo que Dios hace tiene un propósito mucho más allá de nuestra pequeña historia, y que él era un simple instrumento en las manos de Dios, y que solamente jugaba una pequeña parte en Sus planes grandiosos en la historia.
Muchas veces Dios llama a sus siervos al sacrificio o al sufrimiento. En ocasiones será como consecuencia de sus propias elecciones, o consecuencias de vivir en un mundo caído; o simplemente porque, como en el caso de Ezequiel, de manera incomprensible para nosotros de este lado del cielo, Él quiere desplegar Su gloria ante los que observan nuestro testimonio. A veces el ser sostenidos por Dios y permanecer gozosos en medio del sufrimiento es el mejor sermón que podríamos predicar.
Ora que Dios te ayude a confiar totalmente en Su bondad en todo tiempo, y en toda circunstancia, recordando que «para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito» (Ro. 8:28).
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Dios no se agrada cuando nos alegramos de las desgracias de nuestros enemigos.
Los actos de Dios siempre revelan Sus pensamientos; revelan Su carácter, por esto debemos poner atención a cómo Él obra.
Como ya vimos, Él es soberano y es dueño de todo el universo, por tanto, Él hace lo que le place. Dios castigó a Su pueblo usando las naciones gentiles alrededor. Él los disciplinó por sus pecados, pero eran Su pueblo y Él los amaba.
Estas naciones (Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto) fueron juzgadas por el mismo Dios, quien tomó en cuenta su arrogancia y orgullo, la forma como se burlaron de Israel, por no ayudar a Su pueblo, y por alegrarse de su destrucción y su caída.
Dios lleva a cabo sus propósitos a través (y a pesar) del pecado de los hombres, pero cada uno dará cuenta a Él. Todos sabremos que Él es Dios.
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Dios humilla al que se exalta.
Hemos visto cómo Dios castigaría a las naciones que había usado para disciplinar a Su pueblo, y hoy vemos la destrucción de tres de ellas: Tiro, Sidón y Egipto. Esto lo vemos claramente en la narrativa de la historia de estas naciones, sobre todo con la historia de Tiro. Esta ciudad se había regocijado de la caída de Jerusalén, ya que esta última controlaba las rutas comerciales por tierra y su caída beneficiaría a Tiro. Según los historiadores, el asedio de Tiro duró aproximadamente 13 años, y aquella hermosa, importante, imponente y arrogante ciudad fue reducida a un montón de escombros.
Tiro fue una ciudad de renombre debido a su comercio, su sabiduría, y su gran fortaleza económica y militar. Desde la perspectiva humana, las probabilidades que esta ciudad dejara de existir serían casi nulas. Quizás sería como pensar que una potencia como los Estados Unidos fuera borrada de la tierra.
Tiro había descansado en su fortaleza y había llegado a pensar que su esplendor tenía que ver con sus méritos, sin saber que Dios es el Dios de toda la tierra, que las naciones son como paja o como polvo en Sus manos poderosas, y que Él orquesta y dirige la historia.
Igual pasó con Egipto. Jerusalén se había apoyado en esta nación y esta no fue un apoyo seguro ni confiable. A causa del orgullo de Faraón (¡reclamó derecho de autor/propiedad del río Nilo!), esta nación quedaría desolada. Esto se cumplió en la guerra civil y la invasión de Babilonia. Esa nación nunca volvió a disfrutar de su antigua gloria.
Para meditar:
- ¿Cómo alienta tu fe el saber que Dios tiene tu futuro en Sus manos y que todos los detalles y acontecimientos de tu vida están ya determinados?
- ¿Alguna vez sientes temor de que alguna promesa de Dios deje de cumplirse en tu vida? No temas. ¡Sus promesas son Sí, y Amén! Medita en el siguiente verso: «Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado» (Job 42:2).
- Cuando otros creyentes con los que no estás de acuerdo experimentan la disciplina de Dios, ¿cuál es tu actitud hacia ellos? ¿Los animas y oras por ellos? Recuerda:
«No te alegres en el día de tu hermano, En el día de su exterminio. No te alegres de los hijos de Judá en el día de su destrucción. Si, no te jactes en el día de su angustia» (Abdías 1:12).
«No te regocijes cuando caiga tu enemigo, y no se alegre tu corazón cuando tropiece; no sea que el Señor lo vea y le desagrade» (Prov. 24:17-18a).
- Al leer los capítulos de hoy, ¿qué aprendes acerca de la opinión de Dios sobre la sabiduría, la altivez y el orgullo humano?
- ¿Y tú? ¿Estás de alguna manera orgullosa de tu sabiduría, dones o fortaleza? ¿Cómo te redarguye este relato?
- ¿Dónde te apoyas? ¡Recuerda que el único apoyo seguro es el Señor!
«“Yo, el Señor, he hablado. Esto viene y Yo actuaré; no me volveré atrás, no me apiadaré y no me arrepentiré. Según tus caminos y según tus obras te juzgaré”, declara el Señor Dios». -Ezequiel 24:14
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