Día 245 | Ezequiel 20 - 21
Ezequiel continúa en su papel de vocero del Señor. Las personas que escuchaban se reían de él, y llegaron a decir: «¡¿No habla este más que en parábolas?!» (20:49).
Muchos creerán lo mismo de nosotras cuando compartimos nuestra fe. Muchos consideran que hablamos cosas sin sentido, porque la «palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios» (1 Cor. 1:18). Pero nuestro llamado es seguir adelante ayudadas por la gracia y el poder de Dios.
¡Ten cuidado! Aun los líderes pueden estar ciegos y endurecidos por su pecado.
Los líderes de Israel vinieron a Ezequiel buscando algún mensaje de parte del Señor (20:1-3). De cierto modo reconocían que había un Dios, pero sus corazones estaban tan lejos de Él y ni siquiera se daban cuenta.
Examina tu corazón. Cuando tenemos un patrón de desobediencia en nuestra vida se va …
Ezequiel continúa en su papel de vocero del Señor. Las personas que escuchaban se reían de él, y llegaron a decir: «¡¿No habla este más que en parábolas?!» (20:49).
Muchos creerán lo mismo de nosotras cuando compartimos nuestra fe. Muchos consideran que hablamos cosas sin sentido, porque la «palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios» (1 Cor. 1:18). Pero nuestro llamado es seguir adelante ayudadas por la gracia y el poder de Dios.
¡Ten cuidado! Aun los líderes pueden estar ciegos y endurecidos por su pecado.
Los líderes de Israel vinieron a Ezequiel buscando algún mensaje de parte del Señor (20:1-3). De cierto modo reconocían que había un Dios, pero sus corazones estaban tan lejos de Él y ni siquiera se daban cuenta.
Examina tu corazón. Cuando tenemos un patrón de desobediencia en nuestra vida se va creando una dura coraza en nuestro corazón que no nos permite ver hasta dónde nos hemos desviado.
Dile a Dios como el salmista: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Sal. 139:23-24).
Dios es misericordioso y nos busca una y otra vez
No deja de sorprenderme las veces que Dios corrigió y advirtió al pueblo a través de sus profetas. Una y otra vez enviaba mensajeros. En el capítulo 20, Ezequiel resume la historia del pueblo, su rebelión y el trato de Dios con ellos. Dios cumplió Su promesa de esparcirlos por las naciones debido a su idolatría, recordándoles que Él es el Señor. Sin embargo, por amor a Su nombre, Él les mostraría compasión (20:39-44). Él había hecho un pacto con ellos como Dios redentor que cumple Sus promesas de generación en generación. Cuando fueran restaurados, ellos adorarían a Jehová en lugar de adorar a sus ídolos.
Por amor a Su nombre, Dios trata con nosotras, nos disciplina, nos perdona y nos guía. Nuestra respuesta lógica ante tan grande e inmerecida misericordia es rendir nuestras vidas a Él, entregarlas como sacrificio vivo y vivir para el honor y la gloria de Su nombre.
Y finalmente, un concepto que vimos hoy y que en todo tiempo debemos recordar es que nuestra suerte está en manos del Señor (21:18-22).
La suerte de Jerusalén estaba en manos de Dios. El rey de Babilonia estaba por invadir a Jerusalén o a Rabá, pero Dios lo dirige hacia Jerusalén. Él mismo entregaría a Su pueblo en manos del enemigo.
La «suerte» no rige tu vida. Nada de lo que ocurre en nuestra vida es casualidad, o responde al azar. Cada cosa que acontece está planificada y orquestada por Dios. Tus días y tus circunstancias están en Sus manos y todo lo que te sucede viene perfectamente diseñado para ti y tiene propósito. Nada escapa a Su control.
«La suerte se echa en el regazo, pero del Señor viene toda decisión» (Prov. 16:33).
Para meditar:
- ¿Cómo has visto la misericordia de Dios manifestada en tu vida? ¡Alábalo por Su gran amor y bondad!
- Examina tu vida. ¿Cómo puedes ver la mano de Dios dirigiendo e hilando cada detalle y circunstancia?
«“Y sabrán que Yo soy el Señor, cuando actúe con ustedes en consideración a Mi nombre, y no conforme a sus malos caminos ni conforme a sus perversas obras, casa de Israel”, declara el Señor Dios». -Ezequiel 20:44
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