Día 244 | Ezequiel 18 - 19
El Señor continúa hablando a través del profeta Ezequiel y él, obedientemente, se convierte en el vocero de Dios.
Hay algunos conceptos importantes a resaltar en nuestra lectura de hoy:
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Cada quien es responsable ante Dios de sus elecciones y actos (capítulo 18).
Personalmente viviremos las consecuencias del camino que elijamos. Cada cual debe rendir cuentas a Dios. Los hijos no pueden contar con la justicia de sus padres como tampoco deben ser castigados por los pecados de ellos. De igual manera, no podemos pretender que nuestros hijos sean cristianos solo porque son nuestros hijos.
Pero… hubo un Justo que sí sufrió el castigo de los pecadores:
«Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu» (1 Pd. 3:18).
Cada persona es responsable de sus pecados y debe ponerse a cuentas …
El Señor continúa hablando a través del profeta Ezequiel y él, obedientemente, se convierte en el vocero de Dios.
Hay algunos conceptos importantes a resaltar en nuestra lectura de hoy:
-
Cada quien es responsable ante Dios de sus elecciones y actos (capítulo 18).
Personalmente viviremos las consecuencias del camino que elijamos. Cada cual debe rendir cuentas a Dios. Los hijos no pueden contar con la justicia de sus padres como tampoco deben ser castigados por los pecados de ellos. De igual manera, no podemos pretender que nuestros hijos sean cristianos solo porque son nuestros hijos.
Pero… hubo un Justo que sí sufrió el castigo de los pecadores:
«Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu» (1 Pd. 3:18).
Cada persona es responsable de sus pecados y debe ponerse a cuentas con Dios, y al poner su fe en Jesucristo para la salvación de sus pecados, disfruta de una vida eterna junto a Él.
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El Señor no quiere que nadie se pierda.
Si bien es cierto que no todos serán salvos, en el corazón de Dios está el deseo de que todos se arrepientan y escojan el camino de la reconciliación con Él: «“¿Acaso me complazco Yo en la muerte del impío”, declara el Señor Dios, “y no en que se aparte de sus caminos y viva?”» (18:23).
«[El Señor] es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (2 Pd. 3:9).
Y Juan 3:16 nos enseña que Dios envió a Su Hijo al mundo para que «todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna».
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No nos corresponde juzgar a Dios. Es Dios quien nos juzga a nosotras.
Muchas veces nos confundimos. Aun como cristianas, juzgamos la Palabra, la ponemos en tela de juicio, o juzgamos los actos de Dios («Dios no haría esto o aquello»). Pero la realidad es que no somos Dios. Es una verdad que debemos recordarle a nuestra alma una y otra vez. ¡Ubiquémonos!
«Y ustedes dicen: “No es recto el camino del Señor”. Oigan ahora, casa de Israel: ¿No es recto Mi camino? ¿No son los caminos de ustedes los que no son rectos?» (18:25).
Lo que debemos notar es que el pecado tiene terribles consecuencias tanto para los individuos como para las naciones, esto es lo que aprendemos del capítulo 19. La ilustración de la leona se refiere a la nación de Judá y los cachorros a dos de los reyes que, debido a su impiedad, no evitarían el castigo de Dios a ellos y al pueblo por individual (19:2-4,13). Por esto, podemos imitar a Ezequiel en su vida de oración, nosotras también tenemos motivos para hacer un lamento contra los pecados en nuestros países y orar que Dios se apiade de lo que está sucediendo por medio de leyes que atentan contra el diseño de Dios, y que levante gobernantes que glorifiquen el nombre de Dios.
Para meditar:
- ¿Estás viviendo las consecuencias de haberte desviado de los caminos de Dios? Confiesa tus pecados y ven a Cristo. Él es fiel y justo para perdonarte y librarte de toda maldad (1 Jn. 1:9).
- ¿Cómo has visto la misericordia de Dios manifestada en tu vida? Alábalo por Su gran bondad.
- ¿Estás compartiendo el mensaje del evangelio? Ora por los que aún no han escuchado de Jesús y por los corazones endurecidos para que vengan a Cristo por salvación.
«“Arrojen de ustedes todas las transgresiones que han cometido, y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué han de morir, casa de Israel? Pues Yo no me complazco en la muerte de nadie”, declara el Señor Dios. “Arrepiéntanse y vivan”». (Ezequiel 18:31-32)
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