Día 242 | Ezequiel 13 - 15
Dios le habla a los profetas falsos a través de Ezequiel y les advierte del castigo que vendría. Ellos hablaban de parte de Dios sin haber sido comisionados por Dios. Hablaban mentiras, anunciando «paz» cuando lo que venía era destrucción. Profetizaban bendición a pesar de los pecados del pueblo. Dios mismo había puesto en ellos un espíritu de mentira para cumplir Sus propósitos, y Él mismo los castigaría, no solo a los profetas, sino también a quienes los escuchan.
Hoy también hay falsos profetas entre nosotros, así que ¡ten mucho cuidado! Hoy tenemos falsos profetas, paredes blanqueadas, con muchos seguidores. Estos seguidores desean recibir mensajes que complazcan su naturaleza carnal, tal y como lo advirtió el apóstol Pablo en su carta a Timoteo: «Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que …
Dios le habla a los profetas falsos a través de Ezequiel y les advierte del castigo que vendría. Ellos hablaban de parte de Dios sin haber sido comisionados por Dios. Hablaban mentiras, anunciando «paz» cuando lo que venía era destrucción. Profetizaban bendición a pesar de los pecados del pueblo. Dios mismo había puesto en ellos un espíritu de mentira para cumplir Sus propósitos, y Él mismo los castigaría, no solo a los profetas, sino también a quienes los escuchan.
Hoy también hay falsos profetas entre nosotros, así que ¡ten mucho cuidado! Hoy tenemos falsos profetas, paredes blanqueadas, con muchos seguidores. Estos seguidores desean recibir mensajes que complazcan su naturaleza carnal, tal y como lo advirtió el apóstol Pablo en su carta a Timoteo: «Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazan la verdad e irán tras los mitos» (2 Ti. 4:3-4, NTV).
Asegúrate de exponerte a predicadores que sean fieles a todo el consejo de la Palabra de Dios y que no diluyen el evangelio, minimicen el pecado o disminuyan el costo del discipulado para hacerlo más degustable.
Me llamó la atención la exhortación a las mujeres por el uso de amuletos y adoración de fetiches, rindiendo culto a objetos sin valor. Un fetiche es un elemento u objeto al cual se le atribuyen determinadas cualidades mágicas o místicas en las cuales ellas depositaban su confianza.
Yo me pregunto, ¿cuáles «pseudo-fetiches» son comunes hoy en día? Muchas mujeres (yo incluida) promovemos los aceites orgánicos, por ejemplo, pero me pregunto si no hay un poco de superstición involucrada en ello cuando ponemos nuestra confianza en ellos y pensamos que nos protegen o libran de enfermedades. ¿Hasta dónde descansamos en esa protección?
¿Qué tal esta moda actual del cuidado personal, o auto-cuidado? ¿Las filosofías «cristianizadas» de la nueva era? ¿Espiritualidad? ¿Meditación? ¿Yoga? ¿La obsesión con la comida orgánica? ¿Las diferentes dietas? Muchas de estas cosas son beneficiosas, pero nos proporcionan una falsa seguridad.
Siempre debemos recordar que todo aquello en lo que descansemos, que provea una (falsa) sensación de seguridad, aquello en lo que pongamos nuestra esperanza y felicidad—que no sea Dios— es un ídolo.
Pero es importante reconocer que la idolatría comienza en el corazón.
Dios le dice al pueblo que los que lo rechazan han levantado ídolos en sus propios corazones, para luego ir a consultarle a Él.
¿No hacemos esto hoy? Tenemos todo tipo de ídolos en nuestros corazones, incluso cosas legítimas (matrimonio, hijos, profesiones, trabajos, sexo, satisfacción personal, etc.), y cuando las cosas no van bien, entonces corremos a buscar un hermano o hermana en la fe que ore por nosotros o nos acercamos a la iglesia. ¿A quién estamos engañando sino a nosotras mismas?
Debemos siempre tener presente que Dios juzga el pecado.
Si Dios castigó a Su propio pueblo por sus pecados, ¿qué puede esperar nuestro mundo y cultura de hoy? Cada vez hay más abominaciones: los abortos, homosexualidad y lesbianismo se han legitimizado; violencia, drogas, filosofías humanistas… el mundo sin Dios va camino a la destrucción.
¡Oh si nuestro corazón tuviese la disposición del salmista! «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Sal. 139:23-24).
El cristiano verdadero produce frutos.
Dios compara al pueblo con una vid sin fruto, y por tanto sería quemada. Lee estas palabras de Jesús a la luz de lo que leímos hoy en el capítulo 15:
«Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en Mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he hablado. »Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer. Si alguien no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman» (Jn. 15:1-6).
Si vivimos para complacernos a nosotras mismas no viviremos para glorificar a Dios. Nuestro llamado como Sus hijas es dar fruto en abundancia para Él.
Para meditar:
- Hoy leímos acerca de los fetiches en los que se apoyaban las mujeres. ¿Puedes pensar en alguno que sea popular en nuestros días que haya capturado tu corazón?
- ¿Estás apegada a la vid? ¿Qué clase de fruto estás dando? ¿Pueden otros ver esos frutos en ti?
«Por tanto, así dice el Señor Dios: “Por cuanto han hablado falsedad y han visto mentira, por tanto, Yo estoy contra ustedes”, declara el Señor Dios. “Y estará Mi mano contra los profetas que ven visiones falsas y hablan adivinaciones mentirosas… Así ustedes sabrán que Yo soy el Señor Dios”». -Ezequiel 13:8-9
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