Día 240 | Ezequiel 5 - 8
En la lectura de hoy seguimos viendo las profecías de Dios contra Su pueblo. Quiero resaltar los siguientes conceptos importantes:
1. Dios juzga el pecado.
Independientemente de que lo creamos o no, Dios lleva a cabo lo que dice que hará. Lo vimos en el Antiguo Testamento y lo veremos cuando Él regrese para juzgar el mundo. Su Palabra debe ser creída si queremos ser salvadas de Su ira. Dios nos invita a convertirnos de nuestros ídolos a Él mismo, depositando nuestra fe en la obra de Jesucristo. Hablando a los Tesalonicenses, Pablo comenta: «...cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts. 1:9-10). Esta debe ser la realidad de todo hijo e hija de Dios. …
En la lectura de hoy seguimos viendo las profecías de Dios contra Su pueblo. Quiero resaltar los siguientes conceptos importantes:
1. Dios juzga el pecado.
Independientemente de que lo creamos o no, Dios lleva a cabo lo que dice que hará. Lo vimos en el Antiguo Testamento y lo veremos cuando Él regrese para juzgar el mundo. Su Palabra debe ser creída si queremos ser salvadas de Su ira. Dios nos invita a convertirnos de nuestros ídolos a Él mismo, depositando nuestra fe en la obra de Jesucristo. Hablando a los Tesalonicenses, Pablo comenta: «...cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera» (1 Ts. 1:9-10). Esta debe ser la realidad de todo hijo e hija de Dios.
2. Cuando Dios habla debemos obedecer. Él es el Señor.
«Yo, el Señor he hablado!», dice el Señor en Su Palabra.
El Señor había mandado a Sus profetas una y otra vez para exhortar al pueblo y advertirlo de la calamidad que vendría por su idolatría, su perversidad, soberbia y orgullo. El pueblo cometía más impiedad incluso que las naciones a su alrededor. El templo estaba siendo profanado con ídolos y abominaciones. Pero Dios no puede ser burlado, y les advertía que pronto ellos sabrían «quién es el Señor».
Dios debe ser obedecido. De no obedecerlo y desechar sus caminos veremos consecuencias dolorosas temporales aquí en la tierra.
Dios siempre tiene la primera y la última palabra, y Él desea que reconozcamos que únicamente Él es Dios.
3. Nuestras posesiones materiales no nos salvan.
Muchos ponían su confianza en su oro y su plata pensando que esto los salvaría de la ira del Señor. Pero las posesiones y riquezas son como telas de araña… ¡no pueden sostenernos!
Dios no hace acepción de personas, ni para extender misericordia, ni para traer juicio. Cuando rechazamos a Dios, ni nuestras riquezas, ni conocimiento, ni clase social, ni nada puede salvarnos. Recuerda: «La fortuna del rico es su ciudad fortificada, y como muralla alta en su imaginación» (Prov. 18:11).
4. Todo hombre y mujer deberá rendir cuentas a Dios.
No somos dueñas de nosotras mismas. No podemos vivir como nos da la gana. Existe un Dios creador que es nuestro dueño y Él nos invita a ponernos a cuentas con Él.
«Lávense, límpiense, quiten la maldad de sus obras de delante de Mis ojos. Cesen de hacer el mal. Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia, reprendan al opresor, defiendan al huérfano, aboguen por la viuda. “Vengan ahora, y razonemos”, dice el Señor, “Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán”» (Is. 1:16-18).
5. Un día Dios juzgará el mundo.
«[Él] viene a juzgar la tierra; Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con equidad» (Sal. 98:9).
«...está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio…» (Heb. 9:27).
Ante esta realidad, ¿cómo has de vivir?
Para meditar:
- ¿Has rendido tu vida al señorío de Jesucristo?
- ¿Te has convertido de los ídolos a Dios?
- ¿Qué ídolos aún batallan por tener control sobre ti?
- ¿Obedeces la Palabra de Dios?
«Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es» (Stg. 1:23-24).
- ¿Dónde está puesta tu confianza verdaderamente? ¿En tus ahorros o en el Señor que ha prometido darte el pan de cada día?
«... y sabrán que Yo soy el Señor». -Ezequiel 6:14
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