Día 239 | Ezequiel 1 - 4
Hoy iniciamos el libro de Ezequiel, quien fue un sacerdote y profeta. Su nombre significa «Dios fortalece». Ezequiel fue levantado por el Señor en Babilonia, y escribió sus visiones durante el reinado de Nabucodonosor. Mientras Jeremías profetizó en Judá, aparentemente Ezequiel había sido llevado cautivo en una de las primeras deportaciones. Los primeros veinticuatro capítulos de este libro fueron escritos antes de la caída de Jerusalén.
Los temas principales que veremos a través del libro son la santidad de Dios, la soberanía y gloria de Dios y la restauración futura.
Es un libro difícil de entender, ya que está lleno de simbología poética, pero no dejes que esto te desanime a leerlo. Ora al Espíritu Santo para que te muestre Su gloria a través de los tesoros que hay escondidos aquí.
Varias cosas resaltan en la lectura de hoy:
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La gloria del Señor es imponente, y cuando tenemos un vistazo …
Hoy iniciamos el libro de Ezequiel, quien fue un sacerdote y profeta. Su nombre significa «Dios fortalece». Ezequiel fue levantado por el Señor en Babilonia, y escribió sus visiones durante el reinado de Nabucodonosor. Mientras Jeremías profetizó en Judá, aparentemente Ezequiel había sido llevado cautivo en una de las primeras deportaciones. Los primeros veinticuatro capítulos de este libro fueron escritos antes de la caída de Jerusalén.
Los temas principales que veremos a través del libro son la santidad de Dios, la soberanía y gloria de Dios y la restauración futura.
Es un libro difícil de entender, ya que está lleno de simbología poética, pero no dejes que esto te desanime a leerlo. Ora al Espíritu Santo para que te muestre Su gloria a través de los tesoros que hay escondidos aquí.
Varias cosas resaltan en la lectura de hoy:
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La gloria del Señor es imponente, y cuando tenemos un vistazo de ella solo podemos caer postrados.
Muchas veces queremos explicar a Dios en términos humanos, disecarlo, entenderlo. Pero debemos reconciliar la idea de que Dios es un ser demasiado grande, infinito, y que jamás llegaremos a descifrar todos Sus misterios. Él es Dios y se revela a quien Él quiere; de este lado del cielo no llegaremos a verlo tal cual Él es.
Nabucodonosor era rey en Babilonia, pero a través de esta visión, Dios mostró Su majestad sobre todo ser humano y sobre todos los reinos de esta tierra.
«El Señor se sentó como Rey durante el diluvio; sí, como Rey se sienta el Señor para siempre». -Salmos 29:10
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Dios da encomiendas a personas que Él soberanamente elige. Nuestro llamado es ser fieles a esa encomienda. Muchas veces el llamado no es popular ni esplendoroso.
Por medio de una visión espectacular, Dios le da una encomienda: lo envía a predicar a Israel, un pueblo desobediente que se había rebelado ante Él. Ezequiel debía hablar todo lo que el Señor le mandaba a hablar, sin temor, lo escucharan o no. Lo comisiona como atalaya o centinela para Israel. Debía ser la voz de Dios para ellos (lo cual era una función reservada para los sacerdotes, y que obviamente estos no estaban cumpliendo).
El Señor fortaleció a Ezequiel para el llamado… endureció su frente, la hizo «más fuerte que pedernal» para que él pudiera hacer Su voluntad sin atemorizarse ante la incredulidad de ellos.
De igual forma, nuestro llamado es hacer la voluntad de Dios donde Él nos coloque, y proclamar Su Palabra. Él la usará para salvación o para condenación. El llamado es a la fidelidad, no al éxito.
¡Dios le dio a Ezequiel unas instrucciones bastante incómodas! Debía llevar a cabo un sinnúmero de actos simbólicos para mostrar lo que Dios haría. ¡Debía estar de lado por cientos de días, un lado como señal de juicio a Israel, y el otro como señal de juicio para Judá… y cocinar en fuego encendido con excremento! ¡Wacala!🤢 ¿Quién quiere ese llamado?
La realidad es que Dios nos da el querer como el hacer y nos capacita para todo lo que nos llama a ejecutar en Su nombre. Nuestro mayor anhelo debe ser hacer Su voluntad.
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El mensaje que proclamamos debe primero impactarnos a nosotras, antes que pueda impactar a otros.
El Señor le mandó a dejar que las palabras calaran en lo profundo de su propio corazón (debía interiorizarlo) y luego compartirlo con otros: «Así dice el Señor!» (3:10-11).
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El Espíritu de Dios es quien dirige, guía, levanta.
Me llamó la atención que los seres iban en la dirección que les indicara el Espíritu. De igual manera, Ezequiel debía ser sensible a la voz de Dios… debía saber cuándo hablar, cuándo callar, qué hacer, adónde ir, qué decir. Debía permanecer callado y hablar cuando Dios se lo indicara.
Igual nosotras debemos buscar ser dependientes del Espíritu y sensibles a Su voz para saber cuando testificar y cuando guardar silencio.
Para meditar:
- ¿Percibes a Dios como un dios pequeño y manejable, o lo conoces como un Dios majestuoso, indescriptible, grande e incomparable? Tu forma de vivir pone de manifiesto el dios (o Dios) que conoces.
- ¿Te ha dado Dios alguna encomienda o instrucción? ¿La obedeciste? Si no, ¿qué te impide hacerlo?
- ¿Qué tanto has interiorizado la Palabra de Dios? ¿La has guardado en tu corazón?
- ¿Eres sensible a la voz de Dios o descansas más en tu propia prudencia? Recuerda: «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar» (Prov. 3:5-6 NTV).
«A los hijos de duro semblante y corazón empedernido, a quienes te envío, les dirás: “Así dice el Señor Dios”. Tal vez ellos escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde, sabrán que un profeta ha estado entre ellos». -Ezequiel 2:4-5
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