Día 236 | Jeremías 51 - 52
Hoy continuamos viendo el juicio de Dios contra Babilonia, y el último capítulo del libro de Jeremías, el número 52, vuelve a recapitular la historia de la caída de Jerusalén a manos de los Babilonios.
Hoy quisiera enfocarme en algunos aspectos del carácter de Dios que se dan a conocer en medio de estos relatos:
-
Dios es dueño de las naciones y hace lo que quiere con ellas.
Dios cumple Sus planes y propósitos y juzga a las naciones. Coloca una contra otra como instrumento de Su juicio. Levantó «un destructor» (a los medo-persas) contra Babilonia que la haría pedazos; la dejarán desolada. Nada ni nadie podría salvarlos.
En nuestros días vemos grandes potencias y pensamos que son indestructibles. Pero nada puede resistirse a Dios y continuar en pie. Grandes reinos del pasado han caído y lo mismo puede ocurrir en nuestros días.
La historia de las naciones cumple con …
Hoy continuamos viendo el juicio de Dios contra Babilonia, y el último capítulo del libro de Jeremías, el número 52, vuelve a recapitular la historia de la caída de Jerusalén a manos de los Babilonios.
Hoy quisiera enfocarme en algunos aspectos del carácter de Dios que se dan a conocer en medio de estos relatos:
-
Dios es dueño de las naciones y hace lo que quiere con ellas.
Dios cumple Sus planes y propósitos y juzga a las naciones. Coloca una contra otra como instrumento de Su juicio. Levantó «un destructor» (a los medo-persas) contra Babilonia que la haría pedazos; la dejarán desolada. Nada ni nadie podría salvarlos.
En nuestros días vemos grandes potencias y pensamos que son indestructibles. Pero nada puede resistirse a Dios y continuar en pie. Grandes reinos del pasado han caído y lo mismo puede ocurrir en nuestros días.
La historia de las naciones cumple con los designios de Dios.
-
Dios hace lo que se propone. Él ejecuta Sus propósitos y planes y nada lo detiene.
Jeremías había profetizado lo que acontece con Jerusalén y con Babilonia. Dios había hablado a través de Su siervo. Todo lo que prometió que haría, sucedió: «Porque el Señor ha decidido, y también ejecutará» (51:12).
Nada ni nadie puede detener a Dios.
-
Dios es misericordioso con Sus hijos y los libra.
Dios no abandonó a Israel ni a Judá; los disciplinó bajo el yugo de Nabucodonosor, pero luego los advirtió y les libró de la copa de juicio que Él derramaría sobre Babilonia.
De la misma forma, Dios usa Su Palabra para advertirnos del juicio final. El único refugio seguro es Cristo. Mientras los impíos perecen en el castigo, Dios libra Su heredad y defiende su causa.
«El Señor, pues, sabe rescatar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos bajo castigo para el día del juicio». - 2 Pedro 2:9
-
Dios es Creador y dueño de Su creación.
Dios creó los cielos y la tierra y es responsable de todo cuanto ocurre en ella. Las estrellas, los cielos, las lluvias, relámpagos, el viento, los límites de las naciones… todo está bajo Su control. No hay otros dioses o ídolos que puedan tomar Su lugar; todos ellos son vanidad.
Todo lo que se exalta será humillado
Esta es una ley natural que vemos a través de las Escrituras. La arrogancia de Babilonia sería humillada, sería despojada de su fortaleza y sus defensas.
«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: “Las gruesas murallas de Babilonia serán arrasadas y sus inmensas puertas serán quemadas. ¡Los constructores de muchos países han trabajado en vano porque su obra será destruida por fuego!”» (51:58).
Nuevamente nos encontramos con el personaje de Joacim o Joaquín; quiere decir, que sobre este rey, varios profetas hablaron, Habacuc, Jeremías, Ezequiel y al inicio del libro de Daniel. Como aprendimos el día de ayer, es un personaje clave para la preservación del linaje del Salvador. Pues cuando todo parecía sin esperanza, Dios no olvidó Sus promesas del pacto que en Cristo son sí y amén (2 Co. 1:20).
Y así terminamos este libro. Consideremos los acontecimientos pasados como enseñanza para nosotros en el presente. Jerusalén cayó porque se alejó de Dios y Su justicia merecía una disciplina. Él es el mismo Dios hoy. Cristo tomó lo que merecíamos, nuestra condenación, para revestirnos de Su justicia (2 Co. 5:21). Él purifica a Su pueblo escogido a través de la disciplina amorosa, y cuando nos arrepentimos, nos restaura. Él nos libra del mal, nos libra del juicio y nos lleva con seguridad de camino a nuestra Jerusalén celestial.
Para meditar:
- ¿Qué atributos del carácter de Dios pudiste ver en este libro de Jeremías? ¿Cómo impacta esto tu vida y las circunstancias que estás viviendo ahora mismo?
- Dios humilla al que se exalta. ¿Hay algún área en tu vida que debas rendir ante la autoridad de Dios? ¿Hay alguna circunstancia o relación en la que debas humillarte bajo Su poderosa mano?
- ¿Cómo este libro te anima a poner tu esperanza en Cristo a pesar de las dificultades?
«Porque Él es el Hacedor de todo, y de la tribu de Su heredad; el Señor de los ejércitos es Su nombre». -Jeremías 51:19
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación