Día 232 | Habacuc
El libro de Habacuc y el ministerio de Jeremías se superponen cronológicamente en el período final del Reino de Judá, antes de la caída de Jerusalén ante los babilonios. Profetizó durante el reinado de Joacim (609-598 a.C.), antes de la primera invasión babilónica de Judá en 605 a.C. Habacuc predijo la llegada de los babilonios (caldeos) como instrumento de juicio de Dios sobre Judá por su iniquidad. Mientras que Jeremías comenzó su ministerio en el 627 a.C., durante el reinado de Josías, y continuó profetizando hasta después de la caída de Jerusalén en 586 a.C. Su ministerio abarcó varios reyes de Judá, incluyendo Joacim, y él también advirtió sobre la invasión babilónica y la destrucción de Jerusalén.
Ambos profetas advirtieron al pueblo de Judá sobre la inminente invasión babilónica debido a su pecado y desobediencia. Habacuc y Jeremías fueron contemporáneos durante una parte significativa de sus ministerios, compartiendo un contexto …
El libro de Habacuc y el ministerio de Jeremías se superponen cronológicamente en el período final del Reino de Judá, antes de la caída de Jerusalén ante los babilonios. Profetizó durante el reinado de Joacim (609-598 a.C.), antes de la primera invasión babilónica de Judá en 605 a.C. Habacuc predijo la llegada de los babilonios (caldeos) como instrumento de juicio de Dios sobre Judá por su iniquidad. Mientras que Jeremías comenzó su ministerio en el 627 a.C., durante el reinado de Josías, y continuó profetizando hasta después de la caída de Jerusalén en 586 a.C. Su ministerio abarcó varios reyes de Judá, incluyendo Joacim, y él también advirtió sobre la invasión babilónica y la destrucción de Jerusalén.
Ambos profetas advirtieron al pueblo de Judá sobre la inminente invasión babilónica debido a su pecado y desobediencia. Habacuc y Jeremías fueron contemporáneos durante una parte significativa de sus ministerios, compartiendo un contexto histórico similar y advirtiendo sobre la misma amenaza babilónica, aunque sus enfoques y estilos proféticos diferían.
El libro de Habacuc refleja la lucha de un verdadero creyente por mantener su fe firme frente a las muchas dudas que se levantan en su alma cuando se ve rodeado de desesperanza. A este fiel profeta lo vemos luchar con sus dudas, las cuales presenta con toda honestidad ante Dios, quien, aunque muchas veces lo percibimos distante e indiferente, está más cercano de lo que creemos, manteniendo el control de todo cuanto sucede en este mundo y en nuestras vidas.
Su discurso va dirigido a Judá, pero es pertinente para todo el pueblo de Dios en toda época durante el reinado de Joacim. Habacuc profetizó en la víspera de la primera invasión de Babilonia en Judá, su narración de los hechos está escrito en forma de diálogos entre sí mismo y Dios, con oraciones y respuestas de Él, proveyéndonos un ejemplo de relacionarse con Dios en medio del sufrimiento y la maldad.
Todo ser humano siempre se ha preguntado el porqué, el cómo y el cuándo de nuestra existencia. Queremos respuestas a nuestras interrogantes. Sobre todo queremos saber, ¿por qué permite Dios el mal en el mundo? ¿Por qué prevalecen los injustos mientras los justos sufren?
Como creyentes sabemos que la respuesta se encuentra en Génesis 3, cuando a causa de la caída de Adán, entró el pecado con todas sus nefastas consecuencias.
Desde el primer capítulo vemos a Habacuc abrumado y cargado por lo que sucede a su alrededor: violencia, iniquidad, destrucción, pleito y contienda, lo cual llevó a la nación a una completa anarquía, como vemos en el versículo 4: «Por eso no se cumple la ley y nunca prevalece la justicia. Porque el impío asedia al justo. Por eso sale pervertida la justicia».
¿Qué hace el profeta cuando ve todo esto? Volverse a Dios y preguntar: «¿Hasta cuándo, oh Señor, pediré ayuda y no escucharás…?».
Dios le da Su respuesta: Él levantaría a los caldeos, nación cruel, presurosa, formidable y terrible, porque de ella procede su justicia y dignidad; con un ejército numeroso y diestro, pasarían como un huracán llevándose cautiva a Judá. Además de esto, Egipto, que durante siglos fue una potencia, sería destruida y Asiria desolada, de forma tal que nadie recordaría donde estaba ubicada. Aunque Habacuc no lo percibía, Dios estaba actuando, y de una manera asombrosa.
Al oír esto, el profeta queda sorprendido. ¿Cómo permitiría Dios que una nación impía y cruel fuera instrumento de castigo para Su pueblo? Las cosas parecieran ser más complejas e incomprensibles. Habacuc se pone en guardia y en vela para ver qué Dios le contestaría ante tan desoladoras noticias.
De nuevo, Dios, muy pacientemente le responde en visión con una respuesta esperanzadora: «Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará.» Así es el orgulloso: En él, su alma no es recta, más el justo por su fe vivirá».
La palabra «vivirá» implica existir, preservar, florecer, disfrutar de la vida, vivir felizmente, respirar, estar animado, recuperar la salud, vivir ininterrumpidamente.El que es justo por su fidelidad, firmeza, consistencia, creencia y solidez en Dios, podrá experimentar todo lo implicado en esta palabra, aun en medio de situaciones difíciles y adversas. Habacuc debía ser paciente y confiar. Los designios de Dios se cumplirían a Su tiempo y en Su modo. Aquel que llenaría la tierra del conocimiento de Su gloria, Aquel que está sentado en Su santo templo y ante quien toda la tierra debe callar, había emitido Su juicio.
Cabe destacar aquí que este es uno de los pasajes que dio lugar a la Reforma Protestante, la cual proclamaba que la salvación viene por la fe en Jesucristo, no por las «buenas obras» que el ser humano haga. La vida hay que vivirla por la fe.
¿Cuál fue la respuesta del profeta ante tal realidad que se avecinaba? Entonar un cántico de adoración en forma de oración lleno de emoción y con la seguridad de la victoria. Aunque al oír la Palabra del Señor temió, de inmediato pide que Dios avive Su obra en medio de los tiempos, sin olvidar Su misericordia. Él permanecería quieto, esperando el actuar de Dios. Sus hechos y Su fidelidad pasada le dieron esperanza para el futuro. Habacuc decide alegrarse y gozarse en Jehová el Dios de su salvación.
¿En qué pudo gozarse el profeta en medio de tanta calamidad? En su comunión con Dios. Allí encontraba su fortaleza independientemente de los acontecimientos que vinieran. Él haría sus pies como los de las ciervas, las cuales pueden andar por las alturas sin temor a caerse.
La fe de Habacuc pudo escalar bien alto porque le dio decretos a su alma: Miraría las cosas a través de los ojos de su Señor, y por lo tanto, vislumbraría un glorioso y victorioso final.
Para meditar:
- ¿Te entristece ver la injusticia a causa del pecado?
- ¿Llevas tus quejas al Señor y en quietud esperas pacientemente Su respuesta?
- ¿De qué manera vives cada día por fe?
- ¿Puedes tener gozo aun cuando las cosas sean difíciles porque tu mayor tesoro es tu relación con Dios?
- ¡Oh que el Señor te permita ser elevada a las alturas porque verdaderamente para el íntegro, para el justo y para el que espera en el Señor hay un final dichoso! (Sal. 37:34, 37)
«Más el justo por su fe vivirá». -Habacuc 2:4b
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación