Día 228 | Jeremías 32 - 34
De nuevo vino la palabra del Señor a Jeremías mientras Babilonia sitiaba a Jerusalén. Al rey Sedequías no le gustó el mensaje, y encarceló a Jeremías. ¡Dios no estaba ajeno a esto! El encarcelamiento del profeta pudo ser la forma en que el Señor protegería a Jeremías de sus enemigos y proveería alimento en ese terrible tiempo. Aunque el profeta estuvo encarcelado, la palabra de Dios nunca estuvo ni estará presa (2 Ti. 2:9).
¿No te alegra saber que aún en este tiempo, Dios proveerá una manera de que Su mensaje llegue a donde Él ha dispuesto?
Dios dijo a Jeremías que comprara la heredad de su tío Salim. Recuerda que Jeremías sabía que esta tierra sería devastada, además, estaba encarcelado. ¿Para qué compraría Jeremías estas tierras? ¿Cuál era la lógica de todo esto? ¿Estaría entendiendo bien el mensaje del Señor? ¿Por qué mandaría Jehová a que redimiera esta tierra? …
De nuevo vino la palabra del Señor a Jeremías mientras Babilonia sitiaba a Jerusalén. Al rey Sedequías no le gustó el mensaje, y encarceló a Jeremías. ¡Dios no estaba ajeno a esto! El encarcelamiento del profeta pudo ser la forma en que el Señor protegería a Jeremías de sus enemigos y proveería alimento en ese terrible tiempo. Aunque el profeta estuvo encarcelado, la palabra de Dios nunca estuvo ni estará presa (2 Ti. 2:9).
¿No te alegra saber que aún en este tiempo, Dios proveerá una manera de que Su mensaje llegue a donde Él ha dispuesto?
Dios dijo a Jeremías que comprara la heredad de su tío Salim. Recuerda que Jeremías sabía que esta tierra sería devastada, además, estaba encarcelado. ¿Para qué compraría Jeremías estas tierras? ¿Cuál era la lógica de todo esto? ¿Estaría entendiendo bien el mensaje del Señor? ¿Por qué mandaría Jehová a que redimiera esta tierra?
Como ves, Jeremías tuvo dudas, y sinceró su corazón delante del Señor. Clamó a Él; acudió ante Él en alabanza y súplica por esta duda, y el Señor respondió; «Yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para Mí?». Jeremías simplemente obedeció, a pesar de lo ilógico que a él y a otros les pareciera.
Dios revela a Jeremías que Babilonia ciertamente llevaría a Jerusalén a cautividad debido a los pecados de Judá. La ira que provocaron a Dios por su idolatría terminaría en una ciudad totalmente destruida. Sin embargo, Dios le recuerda que Su pacto es eterno, se comprometía a que, si bien su pueblo sería dispersado, Él los reunificaría; los haría volver a ese lugar del que ellos tendrían la heredad y les hará vivir de manera segura.
«Me serán por pueblo y Yo seré su Dios… Así como traje el mal sobre ellos, sobre ellos traeré el bien». Él pondría temor en el corazón de Su pueblo para que no se apartaran más de Él. Él les mostraría el camino, y así lo ha hecho. Él ha cumplido Su pacto y nos ha dado heredad en Cristo, nos ha mostrado el Camino, la Verdad y la Vida, para regresar a Él y nunca más apartarnos, para que por siempre Él sea nuestro Dios, y nosotras seamos suyas.
¿No te estremece saber cómo es el amor de Dios? Nos ha amado tanto que ha dado a Su Hijo por amor a ti y a mí, a Su pueblo escogido. Dios se alegra de hacerle bien a Su pueblo para que sea Suyo.
Dios dio a Sedequías la oportunidad de arrepentirse y salvar la ciudad de la destrucción; pero el rey era débil y temió más a los consejeros que al Señor; no hubo en él ni fe, ni valor. Desestimó la misericordia extendida de Dios hacia él y su familia.
El pueblo, por su parte, trató de negociar con el Señor y sobornarle, quizá pensaron qué Dios honraría su obediencia y derrotaría al enemigo de la misma manera que lo hizo cuando Ezequías.
Buscando el favor de Dios, Sedequías hizo un pacto con el pueblo de Jerusalén prometiendo libertad a los esclavos como mandaba la ley de Moisés (Lv. 25:39-55 y Dt. 15:12:18). Sin embargo, los príncipes que habían dejado libres a los siervos, al ver pasar el peligro, se arrepintieron y rompieron el pacto. Ahora solo encontrarían libertad a través de entregarse al enemigo, y la ciudad sería devastada.
¿Cuántas veces buscamos tener el favor de Dios a nuestra manera, sin buscar el verdadero arrepentimiento y poniendo solo remiendos en nuestro caminar con Dios?
Hay una sola forma correcta: arrepiéntete y vuelve a Él, sincérate con Él como lo hizo Jeremías. No confíes en tus obras como Sedequías, ni busques Su favor a tu manera como lo hizo Jerusalén. No importa cuantas veces hayas fallado, Él ha derramado gracia y misericordia para que puedas retomar el camino. «Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas» (Prov. 3:6).
Para meditar:
- ¿Alguna vez has hecho cosas «para Dios» que Él no te ha pedido? ¿Cosas que quizás para Él resulten abominables?
- ¿Alguna vez has dudado o te has resistido a la voz de Dios? Recuerda: Dios no te pide que actúes de manera irracional, pero sí te pide caminar por fe y no por vista, que confíes totalmente en Él.
Ora: Oh Señor, Tú eres mi Dios y deseo ser completamente tuya. Infunde tu temor en mi corazón y ayúdame a habitar segura y confiada bajo Tu cuidado. Ayúdame a poner en libertad a «mis cautivos» de una vez y para siempre. Restáurame, hazme bien. Tú eres bueno y misericordioso y ¡nada es imposible para ti!
«Así dice el Señor que hizo la tierra, el Señor que la formó para establecerla; el Señor es Su nombre:“Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces”». -Jeremías 33:2-3
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