Día 226 | Jeremías 26 - 29
Jeremías no se amedrenta. Continúa siendo el profeta fiel de Dios, reiterando la necesidad de arrepentimiento. Sorprendentemente los primeros que se enfurecen contra él son los sacerdotes y profetas, aquellos que debían estar escuchando a Dios, conociendo y obedeciendo Sus mandatos, pero que estaban ciegos en su desvío. En lugar de considerar las palabras del profeta de Dios, quieren matarlo, ¡y es el pueblo que sale en su defensa!
En la providencia de Dios, Jeremías fue librado a través de Ahicam (quien era hijo de Safán, el hombre que encontró el Libro de la Ley cuando Josías estaba restaurando el templo. ¡Obviamente era una familia que atesoraba la Palabra de Dios!).
Jeremías y Urías predicaron fielmente el mismo mensaje (Jer. 26:20), y la vida de ambos fue amenazada por causa de lo que predicaron. En la providencia de Dios, Jeremías fue librado, pero Urías no lo fue. El rechazo de …
Jeremías no se amedrenta. Continúa siendo el profeta fiel de Dios, reiterando la necesidad de arrepentimiento. Sorprendentemente los primeros que se enfurecen contra él son los sacerdotes y profetas, aquellos que debían estar escuchando a Dios, conociendo y obedeciendo Sus mandatos, pero que estaban ciegos en su desvío. En lugar de considerar las palabras del profeta de Dios, quieren matarlo, ¡y es el pueblo que sale en su defensa!
En la providencia de Dios, Jeremías fue librado a través de Ahicam (quien era hijo de Safán, el hombre que encontró el Libro de la Ley cuando Josías estaba restaurando el templo. ¡Obviamente era una familia que atesoraba la Palabra de Dios!).
Jeremías y Urías predicaron fielmente el mismo mensaje (Jer. 26:20), y la vida de ambos fue amenazada por causa de lo que predicaron. En la providencia de Dios, Jeremías fue librado, pero Urías no lo fue. El rechazo de estos profetas nos recuerdan al Profeta de profetas, Jesucristo, quien al igual que ellos fueron rechazados por Su pueblo que también rechazó Su mensaje. La Palabra de Dios nos llama a entregarnos humildemente al llamado de Cristo, al gran Profeta y Siervo de Dios porque «¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!» (Heb. 10:31).
Nadie quería escuchar mensajes desmoralizantes. Los profetas falsos daban falsas esperanzas de prosperidad, mientras que los profetas verdaderos predecían desastre. El Señor promete a través de Jeremías que la cautividad de Babilonia terminaría en 70 años, y que eventualmente el pueblo volvería a su tierra, mientras que Hananías predice falsamente que la cautividad únicamente durará dos años.
Ciertamente, el tiempo que pasarían en cautividad en Babilonia sería largo, pero el Señor les animaba a través de Jeremías a establecerse allí, a echar raíces allí, a construir familias, edificar casas y ser fieles en aquel lugar. Allí serían guardados y bendecidos; a la postre los planes de Dios eran buenos. El pueblo que se quedaba en Jerusalén era el que iba a sufrir «espada, hambre y pestilencia».
Para meditar:
- ¿Sientes que estás en un desierto?
Muchas veces desconfiamos de las promesas de Dios cuando estamos en medio de un desierto. En ocasiones Dios nos lleva a lugares en los cuales nos sentimos como exiliadas, y debemos abrazar estas asignaciones de Dios con gozo, con paciencia, con perseverancia. En este tiempo de «exilio», Él nos está purificando. Dios quiere que confiemos, que anticipemos con fe Su obrar, que estemos establecidas en Él, porque Él tiene buenos propósitos con todo lo que hace. Él hace caminos en los desiertos y ríos en lugares desolados (Is. 43:19 pf).
¡Toma aliento! En Su tiempo, Él actuará.
Sé animada por Sus promesas:
«Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza. Sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia. Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean, y hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane» (Heb. 12:11-13).
«Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que los llamó a Su gloria eterna en Cristo, Él mismo los perfeccionará, afirmará, fortalecerá, y establecerá» (1 Pd. 5:10).
- Y recuerda…
Como pueblo de Dios somos peregrinos en esta tierra; estamos lejos de nuestro hogar celestial por un tiempo. Mientras tanto...
«Amados, les ruego como a extranjeros y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales que combaten contra el alma.Mantengan entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que les calumnian como malhechores, ellos, por razón de las buenas obras de ustedes, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación…
…puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…» (1 Pd. 2:11-12; Heb. 12:1-2a).
«“Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza. Ustedes me invocarán y vendrán a rogarme, y Yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón». -Jeremías 29:11-13
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