Día 224 | Jeremías 18 - 22
Por más de cuarenta años el Señor le encargó a Jeremías convertirse en «oprobio y escarnio» para un pueblo que rehusaba escuchar a Dios.
A veces el llamado de Dios no es fácil, pero Él da la gracia. Por momentos Jeremías era débil y deseaba no haber nacido. Su confianza en Dios no minimizaba o negaba lo difícil de la encomienda. Pero Jeremías estaba determinado a obedecer. El Señor lo había persuadido para hablar en Su nombre, al punto que Su palabra era como fuego en sus huesos.
Sus amigos lo despreciaban y ansiaban verlo caer, y aunque se lamentaba con Dios (¡como hijos de Dios hay lugar para el lamento!), él estaba convencido de que el Señor le ayudaría a prevalecer. Jeremías había encomendado su causa a Él.
Su mensaje no era popular, pero Jeremías se mantuvo fiel a Dios. Los que lo escucharon quedaron con vida, los que …
Por más de cuarenta años el Señor le encargó a Jeremías convertirse en «oprobio y escarnio» para un pueblo que rehusaba escuchar a Dios.
A veces el llamado de Dios no es fácil, pero Él da la gracia. Por momentos Jeremías era débil y deseaba no haber nacido. Su confianza en Dios no minimizaba o negaba lo difícil de la encomienda. Pero Jeremías estaba determinado a obedecer. El Señor lo había persuadido para hablar en Su nombre, al punto que Su palabra era como fuego en sus huesos.
Sus amigos lo despreciaban y ansiaban verlo caer, y aunque se lamentaba con Dios (¡como hijos de Dios hay lugar para el lamento!), él estaba convencido de que el Señor le ayudaría a prevalecer. Jeremías había encomendado su causa a Él.
Su mensaje no era popular, pero Jeremías se mantuvo fiel a Dios. Los que lo escucharon quedaron con vida, los que lo ignoraron, perecieron.
Proclamar la verdad en medio de un mundo que rechaza a Dios es como ir cuesta arriba. Dios nunca prometió que el llamado sería fácil, pero prometió estar con nosotros hasta el fin. Como Pablo, «nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza» (Ro. 5:3-4). Proseguimos juntas hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Flp. 3:14).
Una lección importante que extraemos de la lectura de hoy es la de cuidarnos de buscar que Dios nos salve de las consecuencias de nuestro desvío, sin necesidad de arrepentirnos.
Sedequías envió a Pasur y Sofonías a Jeremías para interceder por el pueblo. Le piden que consulte con el Señor para ver si «hace sus maravillas» para que el enemigo se retire (21:1-2).
Jeremías vuelve a darle la profecía de la destrucción de Jerusalén en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Ellos debían elegir entre el camino de muerte o de vida, y esto implicaba que debían rendirse a Dios, algo que ellos no estaban dispuestos a hacer.
Dios ya había decretado el destino de esta nación: «Yo mismo pelearé contra ustedes con mano extendida y brazo poderoso, aun con ira, furor y gran enojo» (1:5).
¿Te imaginas lo que es tener a Dios en tu contra? ¿Tenerlo como tu enemigo? Pero ni aun eso hizo que este pueblo se arrepintiera. Sus obras eran malas, no practicaban el derecho ni la justicia, maltrataban a las viudas, a los huérfanos y al extranjero, abusaban de los trabajadores y vivían para sí mismos. Conocer a Dios y temerle implica amor en acción, cuidar de los más vulnerables y mostrar compasión.
Recuerda: «La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo« (Stg. 1:27).
Para meditar:
- A veces Dios nos manda a servirle en medio de una gran oposición. ¿Te ha llamado Dios a un lugar, circunstancia o llamado difícil? ¿Qué te mantiene perseverando?¿Cómo se asemeja este pueblo al pueblo de Dios hoy?
- Cuando olvidamos el obrar de Dios y las lecciones del pasado, o cuando nos rehusamos a escuchar a Dios en el presente, cosecharemos consecuencias en el futuro.
- ¿En algún momento has deseado disfrutar las bendiciones de Dios sin someterte a Sus condiciones?
- ¿Alguna vez se te ha acercado alguien a pedirte que ores por él o ella porque creen que «Dios te escucha» pero sabes que si ellos no se arrepienten habrá consecuencias para sus actos? ¿Le respondes lo que Dios dice (cómo hizo Jeremías) o simplemente oras por ellos sin confrontarlos con su pecado?
- ¡Dios nos ayude a hablar con compasión, gracia y verdad, y a temer a Dios más que a los hombres!
«¡Oh tierra, tierra, tierra! Oye la palabra del Señor». -Jeremías 22:29
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación