Día 223 | Jeremías 14 - 17
Hoy continuamos en nuestra lectura de Jeremías y seguimos viendo las confrontaciones al pueblo de Judá.
Dios prohíbe a Jeremías interceder: «No ruegues por el bienestar de este pueblo» (14:11) . El Señor no quiere sacrificios ni ayunos. Sus actividades religiosas no los salvarán; sus corazones estaban lejos de Dios. Era urgente que se arrepintieran o la disciplina sería inevitable. Ellos sufrirían las consecuencias de su desobediencia, y eso se vería reflejado en sequías, hambrunas, espada, muertes, infertilidad, viudez, destierro y cautiverio, etc.
Mientras el pueblo había olvidado a Dios, Jeremías relata cuán deleitosa era la Palabra del Señor para él. Jeremías encontraba ánimo en ella; sentía gozo y deleite en su corazón al recibir la Palabra de Dios.
Jeremías había sido obediente a Dios y su obediencia hizo que fuera rechazado por su propio pueblo. Como humano al fin, él resiente haber nacido para ser instrumento de discordia y …
Hoy continuamos en nuestra lectura de Jeremías y seguimos viendo las confrontaciones al pueblo de Judá.
Dios prohíbe a Jeremías interceder: «No ruegues por el bienestar de este pueblo» (14:11) . El Señor no quiere sacrificios ni ayunos. Sus actividades religiosas no los salvarán; sus corazones estaban lejos de Dios. Era urgente que se arrepintieran o la disciplina sería inevitable. Ellos sufrirían las consecuencias de su desobediencia, y eso se vería reflejado en sequías, hambrunas, espada, muertes, infertilidad, viudez, destierro y cautiverio, etc.
Mientras el pueblo había olvidado a Dios, Jeremías relata cuán deleitosa era la Palabra del Señor para él. Jeremías encontraba ánimo en ella; sentía gozo y deleite en su corazón al recibir la Palabra de Dios.
Jeremías había sido obediente a Dios y su obediencia hizo que fuera rechazado por su propio pueblo. Como humano al fin, él resiente haber nacido para ser instrumento de discordia y contienda, (¡¿quién quiere tener ese trabajo?!). Se lamentaba de ver al pueblo sufrir las consecuencias de su desvío, y también de las consecuencias negativas en sus propias relaciones al cumplir el llamado del Señor. Pero Dios promete vindicarlo. Jeremías aceptó su encomienda, alentado por la Palabra de Dios, y a pesar del desaliento continuó siendo su fiel vocero.
Dios es nuestro dueño y Él determina cuáles son Sus propósitos para nuestra vida. Él tiene cuidado de Sus siervos.
Nuestro corazón es engañoso.Muchas veces nos tiende trampa. En ocasiones la maldad de nuestro corazón pasa desapercibida, incluso para nosotras mismas; ¡nos consideramos mucho mejor de lo que realmente somos! Dios es quien conoce los corazones y sabe nuestros pensamientos y motivaciones. Nosotras mismas pudiéramos estar engañadas, pero a Él no lo podemos engañar.
Él también conoce quienes han depositado su confianza completamente en Él. Me encanta esta comparación que Dios hace en 17:5-9:
La persona que confía en los hombres y en sí mismo. |
La persona que confía en Dios solamente |
Es maldito |
Es bendecid |
Son como arbustos raquíticos en el desierto |
Es como árbol frondoso |
No tiene esperanza |
Tienen raíces profundas |
Se queda sola y amargada |
Sus hojas siempre están verdes |
Dan mucho fruto |
La historia de Jeremías nos recuerda que Dios es nuestro hacedor y nuestro dueño.Él tuvo propósitos para la vida de Jeremías y los tiene para la tuya también. Como parte de estos propósitos le impide casarse (fue el único profeta al que se le impidió casarse), asistir a funerales y a celebraciones, todo esto para transmitir el concepto de que las costumbres y rutinas de la vida diaria cesarían como parte de la disciplina de Dios. Todo lo que ocurre en nuestras vidas responde a un propósito ulterior divino que a veces no podemos ver. Solo debemos confiar.
Finalmente, la lectura de hoy nos recuerda que el reposo es importante para el hombre. Una de las acusaciones contra el pueblo de Judá era que habían desobedecido el mandato de santificar el día del Señor. El respeto a este día era muy relevante en el pacto mosaico. El amor por el Señor se prueba por la obediencia, y era obvio que este pueblo estaba desobedeciendo. Habían sido seducidos por el materialismo y no estaban guardando este mandamiento tampoco.
Cristo es nuestro reposo, pero somos seres humanos débiles que necesitamos descansar. Jesús dijo: «El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo» (Mc. 2:27). El descanso es necesario para la salud espiritual y física del ser humano. El dejar de trabajar un día a la semana para descansar y honrar este mandamiento requiere fe. Es nuestra incredulidad lo que nos convierte en trabajólicos; en contraste, la fe nos lleva al descanso.
Para meditar
- ¿Qué tan deleitosa es la Palabra de Dios para ti? ¿Tienes hambre de ella? ¿La amas? ¿La obedeces?
- Cuando sientes persecución por parte de tu familia o amigos, ¿cómo reaccionas? El agrado de quién persigues, ¿el de Dios o el de los hombres?
- Lee el Salmo 1:1-3 a la luz de Jeremías 17:6-9. ¿Cómo te define a ti? ¿En qué o en quién has puesto tu confianza?
- ¿Confías y descansas en los planes y providencia de Dios para tu vida, sabiendo que están perfecta y sabiamente diseñados por Él?
- ¿Cómo celebras el día del Señor? ¿Tomas tiempo para descansar?
«Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto». -Jeremías 17:7-8
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