Día 222 | Jeremías 10 - 13
Jeremías sigue obedeciendo el llamado de Dios de profetizar contra el pueblo de Judá y exhortarlos a escuchar la voz de Dios, de lo contrario habría consecuencias y sus dioses no podrían salvarlos. Había muchas acusaciones en su contra:
- Habían roto el pacto que Dios hizo con ellos. Se habían negado a escucharlo y se habían dispuesto a rendir cultos a otros dioses.
- Habían adoptado las costumbres de otras naciones e intentaban conocer el futuro en las estrellas (astrología).
- Los pastores se habían desviado y no buscaban al Señor. No había un liderazgo espiritual piadoso que cuidara el rebaño con fidelidad.
- El pueblo asistía al templo sin arrepentirse de las inmoralidades que cometían, como si con ello pudieran esconder su culpa o evitar el castigo.
- Rendían cultos a artefactos (ídolos) hechos por manos de hombre. Esto solo hablaba de su estupidez y necedad; de su falta de conocimiento. ¡Estos artefactos …
Jeremías sigue obedeciendo el llamado de Dios de profetizar contra el pueblo de Judá y exhortarlos a escuchar la voz de Dios, de lo contrario habría consecuencias y sus dioses no podrían salvarlos. Había muchas acusaciones en su contra:
- Habían roto el pacto que Dios hizo con ellos. Se habían negado a escucharlo y se habían dispuesto a rendir cultos a otros dioses.
- Habían adoptado las costumbres de otras naciones e intentaban conocer el futuro en las estrellas (astrología).
- Los pastores se habían desviado y no buscaban al Señor. No había un liderazgo espiritual piadoso que cuidara el rebaño con fidelidad.
- El pueblo asistía al templo sin arrepentirse de las inmoralidades que cometían, como si con ello pudieran esconder su culpa o evitar el castigo.
- Rendían cultos a artefactos (ídolos) hechos por manos de hombre. Esto solo hablaba de su estupidez y necedad; de su falta de conocimiento. ¡Estos artefactos de madera eran hechos por ellos mismos; eran un fraude, inútiles, ridículos y no tenían ningún poder!
Dios le recuerda a Su pueblo a través de Jeremías que solo Él es Dios, pues Él creó todas las cosas, los cielos y las estrellas que ellos adoraban, la tierra, la lluvia, relámpagos y el viento. Dios también creó el hombre que fabricaba los ídolos. ¿Cómo podía un objeto de madera hecho por ellos mismos salvarlos y protegerlos? ¡Estos dioses ofrecían salud, riquezas, fertilidad, pero eran dioses de su propia fabricación, por tanto, no podían ser más poderosos que los artesanos que lo fabrican!
Complot contra Jeremías:
Jeremías se había convertido en un enemigo para el pueblo y querían matarlo para que callara. No querían aceptar al vocero, al profeta de Dios. Pero en lugar de luchar contra sus enemigos, él expuso su queja a Dios (11:20).
Tal y como Asaf, el salmista, (ver Salmos 73), y como muchas de nosotras en algún momento, Jeremías quería entender por qué los malos prosperan. Parecía que les iba bien, aun estando lejos de Dios en sus corazones.
Esto es una gran lección para nosotras. Habremos alcanzado la madurez cuando entendemos que seguir a Cristo no implica una vida libre de problemas o una vida próspera. Implica una vida consagrada a Él, confiada en Sus promesas y no en Sus explicaciones.
De manera que, Dios lo alienta a perseverar en la dificultad y le recuerda que la oposición vendrá. Él no debía poner su confianza en hombres, ni siquiera en los miembros de su propia familia, sino en Dios. Dios pronunciaría juicio sobre Sus enemigos y no quedaría ni uno, pero Jeremías sería librado, y al final Dios restaurará a Judá.
Tanto Jeremías como Jesús fueron «llevados como ovejas al matadero» (Jer. 11:19; Is. 53:7). Pero ambos encomendaron sus vidas a Dios y no se resistieron al plan de Dios con ellos.
Jeremías sufría constantemente al ver la apostasía y la disciplina inminente. Como Su profeta, Dios le da instrucciones para ilustrar al pueblo lo que ocurriría con ellos. Jeremías era fiel en seguir las instrucciones, aun sin entender el propósito. Con el cinturón de lino, por ejemplo, Dios le dice de comprarlo y ponérselo, pero no mojarlo. Luego le dice que se vaya al Éufrates y lo esconda en una peña. Supongo que Jeremías no tenía idea de lo que Dios estaba haciendo pero él obedecía fielmente. Jeremías era un profeta fiel del Señor.
Las acusaciones de Dios continuaban: el pueblo había sido terco, no le prestaban atención, eran altaneros, idólatras. El pueblo solo prestaba oídos a profetas engañosos que hablaban sin haber sido enviados por Dios. Lejos de arrepentirse, el pueblo retrocedía cada vez más y más.
Al igual que Abraham, Moisés y Samuel en el pasado, Jeremías se lamentaba continuamente por la condición del pueblo. Sin embargo, él no se regocijaba del castigo de Dios que vendría. Al igual que Jesús, cuando lloró por la condición de Jerusalén (Lc. 19:41–44), Jeremías era un hombre quebrantado que tenía compasión por el pueblo.
Para meditar:
- Piensa en tu propia vida. Al igual que este pueblo, podemos ser tentadas a confiar en dioses que no pueden salvarnos. ¿Dónde has puesto tu confianza? ¿Acaso tienes algún «dios» aparte del Dios creador todopoderoso?
- ¿Una carrera? ¿Un esposo? ¿Hijos? ¿Dinero? ¿Reservas económicas? ¿Autoridad? ¿Poder? ¿Influencia? ¿Control? ¿Reconocimiento?
- Dios dice a través del apóstol Juan: «Hijos, aléjense de los ídolos» (1 Jn. 5:21). Pide a Dios que ilumine tu mente y tu corazón y te muestre si hay algún ídolo que debas eliminar de tu vida.
- Cuando enemigos se levantan contra ti, ¿qué haces? ¿A quién corres?
- Dios da imperativos claros en Su Palabra. ¿Eres fiel en obedecerlos, aunque no los entiendas o no los encuentres razonables en tu circunstancia en particular?
- ¿Qué haces cuando ves el pecado a tu alrededor? ¿Juzgas con orgullo y auto-justicia o intercedes con compasión por ellos?
«No hay nadie como Tú, oh Señor. Grande eres Tú, y grande es Tu nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones?». -Jeremías 10:6-7
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