Día 220 | Jeremías 4 - 6
Mientras profetas y sacerdotes curan el pecado del pueblo a la ligera, diciendo: «paz, paz», pero no hay paz, Jeremías es el profeta llamado por Dios para hablar verdad al pueblo y anunciar calamidad.
¡Su llamado no era fácil! ¿A quién le gusta ser portador de malas noticias cuando todo el mundo piensa que las cosas están bien? Para muchos de su tiempo, Jeremías podría lucir como una persona pesimista, pero él tenía un mensaje de parte del Señor que angustiaba su corazón y ardía en sus labios.
Nadie quería escuchar acerca de la calamidad que vendría. Estaban endurecidos y no querían ser corregidos, pero en Su gran misericordia, a través del profeta Jeremías, Dios los estaba llamando al arrepentimiento, a volverse a Él, a circuncidar el prepucio de sus corazones.
Los pecados no deben manejarse superficialmente. La rebeldía nace en el corazón y, por tanto, es lo primero que …
Mientras profetas y sacerdotes curan el pecado del pueblo a la ligera, diciendo: «paz, paz», pero no hay paz, Jeremías es el profeta llamado por Dios para hablar verdad al pueblo y anunciar calamidad.
¡Su llamado no era fácil! ¿A quién le gusta ser portador de malas noticias cuando todo el mundo piensa que las cosas están bien? Para muchos de su tiempo, Jeremías podría lucir como una persona pesimista, pero él tenía un mensaje de parte del Señor que angustiaba su corazón y ardía en sus labios.
Nadie quería escuchar acerca de la calamidad que vendría. Estaban endurecidos y no querían ser corregidos, pero en Su gran misericordia, a través del profeta Jeremías, Dios los estaba llamando al arrepentimiento, a volverse a Él, a circuncidar el prepucio de sus corazones.
Los pecados no deben manejarse superficialmente. La rebeldía nace en el corazón y, por tanto, es lo primero que se debe tratar: «Lava de maldad tu corazón, Jerusalén, para que seas salvada. ¿Hasta cuándo morarán dentro de ti pensamientos perversos?» (4:14).
En lugar de andar en rebelión, adorando ídolos, obstinados, llenos de engaño y maldad, debían arrepentirse, hacer lamento y vestirse de cilicio por su pecado.
Entre las acusaciones de Dios contra el pueblo, vemos este listado:
- Rebelión y falta de temor a Dios.
- Malos comportamientos y acciones.
- Necedad; astutos para hacer el mal y no el bien.
- Estaban endurecidos; rehusaban recibir corrección y arrepentirse.
- Eran ignorantes e insensibles; viven como si no conocieran el camino del Señor.
- Vemos apostasía, idolatría.
- Engaño, deshonestidad, corrupción; codician ganancias; avaricia.
- No defendían la causa de los huérfanos y del pobre.
- Cometían adulterio con mujeres ajenas.
- Niegan la existencia de Dios, o al menos viven como si Dios no existiera (5:12).
- Vemos profetas que profetizaban falsa prosperidad y sacerdotes que gobernaban por su cuenta (¡con la anuencia del pueblo!) (5:31). Ni siquiera entre los líderes espirituales del pueblo se pudo encontrar un hombre que buscara verdad y hablara justicia (5:1).
- Ignoraban las advertencias de los verdaderos profetas de Dios.
- La Palabra de Dios era oprobio para ellos; no se deleitaban en ella.
- Eran negligentes con el pecado. No diagnosticaron la enfermedad correctamente (pecado) y, por tanto, sus remedios eran superficiales («paz, paz»).
Su pueblo había desechado la Ley. Más de cuarenta veces en este libro Jeremías les insta a volverse al Señor. Su corazón se había alejado de Dios. Por tanto, debían esperar Su disciplina. Pero la dureza de sus corazones al estar lejos del Señor los había hecho sordos y ciegos al juicio que vendría: Dios enviaría al invasor (Babilonia), una gran calamidad, como un «león salido de la espesura».
A través del profeta Jeremías, Dios expresa Su asombro de que el mar le obedece mientras que el hombre no. El mar respeta los límites que se le han impuesto, la agitación de las olas no prevalece más allá de la frontera de la arena que Dios ha colocado. Sin embargo, el pueblo era terco y rebelde; había perdido el temor a Dios y se había desviado. Era un pueblo que desafiaba a su Dios.
Lamentablemente, aun en el día de hoy hay personas que prefieren los remedios superficiales, como lo expresa Pablo a Timoteo:
«Porque vendrá tiempo cuando no soportará la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos» (2 Ti. 4:3-5).
Para meditar:
- Al leer la lista de acusaciones que Dios hizo al pueblo, ¿qué similitudes encuentras con la cultura de hoy?
- ¿Cómo se asemeja a la condición de gran parte del pueblo de Dios de hoy en día?
- ¿Acaso hay algo en esta lista que pueda ser tomado en tu contra? ¿Cómo se asemeja a la condición de tu propio corazón?
- Habla con Dios al respecto y pídele que escudriñe tu corazón.
- «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Sal. 139:23-24 RV60).
- A la luz de la lectura de hoy, ¿qué tan importante es tener líderes fieles a Dios y a Su Palabra que puedan discernir más allá de la superficie y llegar al corazón del problema espiritual de los hombres y las mujeres del pueblo de Dios?
«Así dice el Señor: “Párense en los caminos y miren, y pregunten por los senderos antiguos, cuál es el buen camino, y anden por él; y hallarán descanso para sus almas”. Pero dijeron: “No andaremos en él”» (Jer. 6:16).
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