Día 210 | Isaías 49-53
Después de escuchar todo el juicio que se ha suscitado en el reino del Norte, de las luchas que el rey Ezequías ha pasado, y de la opresión del enemigo acérrimo para derrotar la esperanza del pueblo en el Mesías que vendrá, nos encontramos con una serie de profecías maravillosas y esperanzadoras, para ellos y para nosotras. Isaías dedicó los últimos capítulos de la profecía que Dios le dio para apuntarnos a la restauración del pueblo por medio del Salvador, tanto para anunciar la primera venida como para anunciarnos el futuro eterno a través del Mesías, Jesús.
Capítulo 49
Me fascina cómo Dios, a través del profeta, va tejiendo una trama temática que culmina aquí al retomar el tema de la salvación. Este siervo mencionado no es ni Ciro ni el profeta, sino el Mesías mismo. En el versículo 3, Dios promete revelar Su gloria a través de este siervo …
Después de escuchar todo el juicio que se ha suscitado en el reino del Norte, de las luchas que el rey Ezequías ha pasado, y de la opresión del enemigo acérrimo para derrotar la esperanza del pueblo en el Mesías que vendrá, nos encontramos con una serie de profecías maravillosas y esperanzadoras, para ellos y para nosotras. Isaías dedicó los últimos capítulos de la profecía que Dios le dio para apuntarnos a la restauración del pueblo por medio del Salvador, tanto para anunciar la primera venida como para anunciarnos el futuro eterno a través del Mesías, Jesús.
Capítulo 49
Me fascina cómo Dios, a través del profeta, va tejiendo una trama temática que culmina aquí al retomar el tema de la salvación. Este siervo mencionado no es ni Ciro ni el profeta, sino el Mesías mismo. En el versículo 3, Dios promete revelar Su gloria a través de este siervo y llevar a cabo una obra grandiosa. Por eso, al comienzo del capítulo, Dios se dirige incluso a las islas y a pueblos lejanos, para que el mundo entero escuche sobre este Siervo que vendrá a cumplir Su voluntad.
Vemos que vuelve a hablar de este Siervo que Él mismo va a proveer, luego que hace reflexionar al pueblo, les recuerda Su misericordia y también nos recuerda que no es nada que nosotros podamos hacer o hayamos hecho: «Porque por gracia sois salvos, no por obras para que nadie se gloríe» (Ef. 2:8-9). Martín Lutero sobre este capítulo y el resto del libro decía: «Desde este capítulo hasta el final, no hay otra cosa sino Cristo». ¡Solo Cristo! No hay otra forma, no hay otro nombre, no hay otro camino para llegar al Padre, sino Cristo, tus obras no te llevarán al Padre, creerte que eres bueno es una ilusión, Pablo fue muy enfático cuando nos dice en Romanos 3:10-11: «Como está escrito: no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios».
Nada de lo que hagas podrá llevarte al Padre, no hay méritos, no hay nada, es por los méritos de Cristo que podemos tener libre acceso al trono de la Gracia. Es solo Cristo y nada más.
El capítulo termina con una declaración en la cual te invito a meditar en el día de hoy, porque encierra ese carácter y ese poderío de nuestro Señor:
«Y toda carne sabrá que Yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Poderoso de Jacob». –Isaías 49:26.
Isaías 50 – 52
¡Cuántas cosas hemos visto en estos capítulos! Para mí ha sido maravilloso ver cada día lo asombroso del carácter de Dios, lo maravilloso de Su nombre y lo escandaloso de Su gracia. Esa gracia viene dada por ese Siervo que se describe en estos capítulos.
Lo que hemos visto hasta ahora, entre muchas cosas sobre este Siervo:
- El alcance universal de la redención del Siervo del Señor.
- Su obediencia al Padre, al punto de sufrir la pasión por causa de los elegidos (50:5-6). Esto se cumplió literalmente en la pasión de Jesús (Mt. 26:67).
En este capítulo también vemos un llamado al pueblo, y lo que más se enfatiza aquí es la confianza en el Señor y en apoyarse en Su Dios. Es un recordatorio, de una y otra vez, poner nuestros ojos en Él. También es un llamado a que ahora que hemos visto Su fidelidad, permanezcamos fieles a Él, porque Él ha sido fiel con nosotras, porque no nos ha dado carta de divorcio ni nos ha repudiado como si no fuéramos sus hijas (vv. 1-2). Por eso, nos llama a ser fieles en el servicio a Él.
El capítulo 51 empieza de una manera singular, habla a aquellos que fueron tallados de una roca, de una cantera donde fueron extraídos y los conecta con Abraham y Sara, los exhorta a mirar a la roca, pues esos descendientes serán consolados, encontrarán gozo y alegría. Dios una vez más recuerda Sus promesas al pueblo para traer aliento y consolación, recordándoles las verdades y animando a mirar a esa simiente de la cual ellos salieron. Igual nosotros hoy, como creyentes, tenemos una Roca a la cual mirar, gracias a la obra de Cristo; tú y yo fuimos también injertados en esa simiente. Pablo nos lo dice en Gálatas 3:29:
«Y si ustedes son de Cristo, entonces son descendencia de Abraham, herederos según la promesa».
Dios es el único que puede volver una tierra desolada y estéril en un Edén (v. 3), Dios es quien cambia el lamento en gozo, la justicia de Dios es la única que prevalecerá (vv. 6, 8). Sea cual sea la situación que estás viviendo en el día de hoy, esta es la verdad en la que debemos permanecer: Dios es fiel y Él es la Roca donde puedo estar firme en este caminar.
Llegando al capítulo 52 luego de Dios recordar todo lo malo que le aconteció al pueblo, Él vuelve a recordar lo mismo que vimos en el capítulo 51, un llamado a Su pueblo a que despertara y se volviera de sus pecados luego de haber recibido el justo castigo de Dios. En los versículos del 6 al 10 es el evangelio expresado en poesía, te invito a leerlo una vez más:
«Por tanto, Mi pueblo conocerá Mi nombre.
Así que en aquel día comprenderán que Yo soy el que dice: “Aquí estoy”».
¡Qué hermosos son sobre los montes
Los pies del que trae buenas nuevas,
Del que anuncia la paz,
Del que trae las buenas nuevas de gozo,
Del que anuncia la salvación,
Y dice a Sión: «Tu Dios reina»!
¡Una voz! Tus centinelas alzan la voz,
A una gritan de júbilo
Porque verán con sus propios ojos
Cuando el Señor restaure a Sión.
Prorrumpan a una en gritos de júbilo,
Lugares desolados de Jerusalén,
Porque el Señor ha consolado a Su pueblo,
Ha redimido a Jerusalén.
El Señor ha desnudado Su santo brazo
A la vista de todas las naciones,
Y todos los confines de la tierra verán
La salvación de nuestro Dios».
El pastor Sugel Michelén dice: «Esa es la buena noticia del evangelio: que somos librados de la ira de Dios que merecemos, porque Dios el Hijo recibió esa ira sobre Sí. Dios nos libra de la ira de Dios. ¡Impresionante!».
Dice un comentarista sobre esos versículos que es como si Dios quisiera darle seguridad a Su pueblo de la certeza de estas palabras declaradas por el profeta Isaías. Y así lo veo, es un hermoso recordatorio para nosotras de la belleza del evangelio. Es por eso que lo necesitamos todos los días en todas las áreas de nuestras vidas.
Sin embargo, si seguimos leyendo en los siguientes versículos, vemos que esa salvación viene acompañada de dos cosas: el sufrimiento y la gloria del Siervo de Dios. Si bien es cierto que ese Siervo, el Mesías, el que habría de venir e iba a sorprender a las naciones (v. 15); iba también a sufrir, al punto de ser desfigurado (v. 14).
Cristo sufrió una muerte de cruz, la más horrenda que ha existido en la historia, por amor a ti y a mí, y le costó cada gota de sangre de sus venas.
Te invito a que hoy medites en la obra de Cristo y consideres a Aquel que sufrió por ti y por Quien tienes salvación. Pon tus ojos en Jesús.
Capítulo 53
Hoy ha sido difícil abarcar tantos capítulos cuando tenemos entre ellos un capítulo tan lleno de detalles de lo que sufrió nuestro Señor; como es el caso de Isaías 53. Ninguno de los profetas es tan citado en el NT como este (+ 600 citas directas o alusiones). El Mesías que sería un siervo es un tema que se puede ver claramente como fue profetizado 700 y pico de años antes y como se cumplieron en la vida de nuestro Señor Jesucristo.
Sobre ese Siervo Sufriente, es interesante porque quizá los receptores de este mensaje, en su momento, pudieron llegar hasta un punto para entender el dolor descrito allí y poder solamente imaginar cómo sería en términos reales lo que pasaría el Mesías. Pero tú y yo sabemos que no solo en detalles, sino que hasta de manera cinematográfica, arte y pintura, entre otros, se ha «logrado» plasmar de una manera más visual lo que aquí se nos dice, llegando muchos estudiosos a decir que «no se acerca a la realidad».
No apariencia hermosa ni majestad
Despreciado
Rechazado
Varón de dolores
Experimentado en aflicción
No fue estimado
Herido y afligido de Dios
Herido por nuestras transgresiones
Molido por nuestras iniquidades
Ver todo lo que Cristo tuvo que soportar por mí, me lleva a la siguiente pregunta... ¿Qué me hace pensar que en mi caso será diferente? Si a Cristo le hicieron todo eso ¿puedo esperar del mundo un mejor trato? Más bien, cuando esos momentos lleguen, mis ojos deben mirar a mi Señor y aprender de Él, Dios no deja cabos sueltos, aquí mismo vemos cómo reaccionó Jesús ante tal crueldad:
«Fue oprimido y afligido,
Pero no abrió Su boca.
Como cordero que es llevado al matadero,
Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda,
Él no abrió Su boca».
Dios, a través del profeta, detalló lo que sería ese viernes en la montaña del Gólgota. Y entre esos detalles podemos destacar:
- Sin apariencia hermosa ni majestad.
- Despreciado.
- Rechazado.
- Varón de dolores.
- Experimentado en aflicción.
- No fue estimado.
- Herido y afligido de Dios.
- Herido por nuestras transgresiones.
- Molido por nuestras iniquidades.
Este capítulo termina de una forma tan maravillosa, donde no solo ya no vemos al Mesías ser sacrificado y ahí queda la historia, sino que, una vez más, vemos el glorioso evangelio expuesto aquí: «Pero quiso Dios quebrantarlo (…) como ofrenda de expiación (…) y la voluntad del Señor en Su mano prosperará».
Para meditar:
- ¿Has sido humillada, rechazada, olvidada o despreciada? Mira a Cristo y no tomes venganza en tus propias manos, seamos humildes y confiemos en la mano poderosa de nuestro Señor, quien a Su tiempo, hará justicia por los suyos.
- Te invito a escuchar la alabanza «En esto conocemos», de Jonathan y Sarah Jerez, y a meditar en ese gran amor de Dios para con nosotras que dio a su Hijo en sacrificio por ti y por mí.
«Pero Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus heridas hemos sido sanados». -Isaías 53:5
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