Día 199 | Isaías 23-27
En los capítulos 13 al 23 de Isaías, presenciamos el interés de Dios por el destino de naciones específicas y el pronunciamiento inminente de juicio sobre ellas debido a sus acciones. Sin embargo, a partir del capítulo 24 y hasta el 27, estaremos viendo una visión más amplia de la soberanía y gloria de Dios sobre el mundo.
El capítulo 23 marca el cierre del juicio sobre las naciones, con el anuncio de la destrucción de Tiro, una potente ciudad mercantil. Los primeros versículos pintan un cuadro de opulencia y poder, con referencias a mercaderes, costas, mares, y gran abundancia. Tiro es retratada como una ciudad bulliciosa y próspera. Sin embargo, como hemos leído en los capítulos previos, la mano divina no permanece pasiva ante la arrogancia humana. La diversión y la opulencia serán reemplazadas por el juicio, como se señala en los versículos 11-12. Vemos la atención de Dios …
En los capítulos 13 al 23 de Isaías, presenciamos el interés de Dios por el destino de naciones específicas y el pronunciamiento inminente de juicio sobre ellas debido a sus acciones. Sin embargo, a partir del capítulo 24 y hasta el 27, estaremos viendo una visión más amplia de la soberanía y gloria de Dios sobre el mundo.
El capítulo 23 marca el cierre del juicio sobre las naciones, con el anuncio de la destrucción de Tiro, una potente ciudad mercantil. Los primeros versículos pintan un cuadro de opulencia y poder, con referencias a mercaderes, costas, mares, y gran abundancia. Tiro es retratada como una ciudad bulliciosa y próspera. Sin embargo, como hemos leído en los capítulos previos, la mano divina no permanece pasiva ante la arrogancia humana. La diversión y la opulencia serán reemplazadas por el juicio, como se señala en los versículos 11-12. Vemos la atención de Dios dirigida hacia naciones específicas y el anuncio de juicio inminente sobre ellas debido a su pecado y rebeldía.
Estas profecías pueden provocar escalofríos al considerar el castigo que aguarda a estas naciones. Pero también traen consuelo, recordándonos que Jesucristo ha cargado con nuestro castigo. Nosotras podemos descansar y vivir con confianza sabiendo que, a pesar de los tumultos de las naciones, el Señor de los ejércitos está con nosotros, y Él es nuestro refugio y fortaleza, como afirma el Salmo 46:6-7.
El capítulo 24 comienza con una descripción de la devastación que traerá el Señor sobre la tierra y sus habitantes. Dios ve toda la injusticia en el mundo, y los habitantes de la tierra han quebrantado Su ley eterna. Aunque la ley mosaica fue dada a Israel, la ley divina está inscrita en los corazones de todos los seres humanos (ver Romanos 1). Cuando violamos esta ley interna, es como si transgrediéramos toda la ley de Dios.
Los versículos del 7 al 14 revelan un clamor en las calles por la falta de vino, destacando cómo la alegría de la gente depende de elementos externos en lugar del Señor. Su gozo no proviene de una relación con Dios, sino de la abundancia material. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestras propias fuentes de alegría y plenitud. ¿Es el Señor nuestra fuente de gozo, o buscamos satisfacción en otros lugares? Es un llamado a examinar nuestras prioridades y a orar para que nuestro gozo esté en línea con la voluntad de Dios.
El capítulo 25, es un himno de alabanza y celebración por la victoria y la salvación que Dios trae a Su pueblo. Ciertamente, tiene un lenguaje muy apocalíptico, con razón algunos teólogos han llamado los capítulos del 24 al 27, el Apocalipsis de Isaías. A diferencia del capítulo anterior, el gozo de la nación no está basado en el vino, o en lo externo, sino que ellos se regocijan en la salvación del Señor. El Señor les ha librado de su enemigo y el capítulo 26 comienza con la expresión «en aquel día», se reconoce a Dios como un refugio seguro y una fortaleza en tiempos de angustia. Se destaca la destrucción de las ciudades enemigas y la derrota de los opresores, lo que lleva al pueblo a exaltar el nombre de Dios. Es decir, ese día de victoria se cantaría este cántico del capítulo 26. Hay un banquete, a partir del versículo 6, en este banquete, Dios eliminará el velo que cubre todas las naciones y enjugará las lágrimas de Su pueblo. Esta visión es una metáfora poderosa de la restauración y la redención que Dios trae a través de Su gracia y misericordia.
El capítulo 26, contiene uno de los versículos más citados de Isaías (v. 3) y creo que de la Biblia completa:
«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado».
Este versículo, al igual que el versículo 4, nos habla de confianza. Israel debía confiar en el Señor, su Roca eterna. Aquí, el profeta Isaías exhorta al pueblo de Dios a depositar su confianza en el Señor de manera perpetua, es decir, de forma ininterrumpida y sin vacilaciones. La imagen de Dios como «una roca eterna» enfatiza Su naturaleza inmutable, sólida y confiable. Así como una roca es un símbolo de estabilidad y firmeza, Dios es el fundamento seguro sobre el cual podemos edificar nuestras vidas. Esta metáfora sugiere que en medio de las fluctuaciones y los cambios de la vida, Dios permanece constante y fiel.
Esto es un recordatorio al pueblo de que en sus fuerzas, no podían luchar contra sus enemigos o contra su propia tendencia a pecar, como tampoco lo podemos hacer nosotras. Podemos disfrutar de completa paz porque hemos sido justificados por la fe en Jesucristo. Es un llamado a mantener nuestra fe arraigada en Dios, sabiendo que en Él encontramos un refugio seguro y duradero.
En el capítulo 27 hacemos un viaje al principio, ¿te acuerdas de la viña mencionada en el capítulo 5? Pues aquí volvemos a ver la imagen de una viña, vimos que Dios era quien cuidaba esa viña con esmero y amor y sabemos que representaba al pueblo de Israel. Dios está cuidando Su viña y aunque Dios la castiga por su desobediencia, Su intención final es redimirla. Este pasaje resalta la disciplina amorosa de Dios hacia Su pueblo y Su compromiso de restaurarlo a través del juicio y la purificación. También volvemos a ver al Leviatán, que es una criatura marina inmensa que vimos en Job y en los Salmos. Esta criatura intimidante y fuerte no es nada para Dios. Una vez más el Señor nos reitera que no hay nada ni nadie más poderoso que Él.
Al final del capítulo, Dios promete que el juicio venidero no les destruiría por completo, sino que habrá un remanente que adorará al Señor en el monte Santo, en Jerusalén y como leímos en 24:23, el Señor es quien reinará. El capítulo concluye con una profecía sobre el juicio final sobre Babilonia, que representa el poder opresivo y la arrogancia de los enemigos de Dios. Aunque Babilonia pueda parecer invencible, su destino final está en manos de Dios. Esta sección enfatiza la soberanía de Dios sobre las naciones y Su capacidad para cumplir Sus propósitos redentores en la historia.
Anhelo ese momento en que, como leímos en el capítulo 25:8:
«Él destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra...».
Para meditar:
- ¿Cómo podemos aplicar el mensaje de disciplina amorosa de Dios hacia Su pueblo, como se ve en el capítulo 27 de Isaías, a nuestras propias vidas?
- ¿Cómo podemos mantener nuestra confianza en la soberanía de Dios sobre las naciones y Su capacidad para cumplir Sus propósitos redentores, incluso cuando enfrentamos situaciones difíciles y aparentemente insuperables en nuestro mundo?
«Él destruirá la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de Su pueblo de sobre toda la tierra, porque el Señor ha hablado». -Isaías 25:8
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