Día 196 | 2 Crónicas 28; 2 Reyes 16-17
En el día de ayer terminamos el libro de Miqueas quien fue otro de los profetas que Dios levantó en ese tiempo para hablar tanto a los líderes poderosos de Samaria y Jerusalén, para expresar su juicio y lamento sobre los pecados de su pueblo justo antes de la trágica caída de Israel ante el imperio Asirio, y quien sabemos, profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías.
Reflexionando sobre estos capítulos de hoy, viene a mi mente como estos reyes actuaban como si tuvieran la conciencia cauterizada y sus sentidos espirituales anestesiados; es como si viendo, realmente no veían, y oyendo, no oían, pues no respondían al llamado de arrepentimiento ni a las advertencias de Dios.
Eso me recuerda a Susana Wesley, madre de los hermanos Wesley, la cual dio a su hijo John la siguiente definición de pecado:
«Pecado es cualquier cosa que debilite tu razonamiento, altere …
En el día de ayer terminamos el libro de Miqueas quien fue otro de los profetas que Dios levantó en ese tiempo para hablar tanto a los líderes poderosos de Samaria y Jerusalén, para expresar su juicio y lamento sobre los pecados de su pueblo justo antes de la trágica caída de Israel ante el imperio Asirio, y quien sabemos, profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías.
Reflexionando sobre estos capítulos de hoy, viene a mi mente como estos reyes actuaban como si tuvieran la conciencia cauterizada y sus sentidos espirituales anestesiados; es como si viendo, realmente no veían, y oyendo, no oían, pues no respondían al llamado de arrepentimiento ni a las advertencias de Dios.
Eso me recuerda a Susana Wesley, madre de los hermanos Wesley, la cual dio a su hijo John la siguiente definición de pecado:
«Pecado es cualquier cosa que debilite tu razonamiento, altere la sensibilidad de tu conciencia, oscurezca tu apreciación de Dios, o te quite la pasión por las cosas espirituales. En pocas palabras, cualquier cosa que aumente el poder o la autoridad de la carne sobre tu espíritu… eso para ti se convierte en pecado, independientemente de cuán bueno sea en sí mismo».
Todo inicia con una aparente, pequeña, e inofensiva decisión de creer que Dios no es suficiente, fiel y verdadero. Esa es una mentira que el enemigo sutilmente siembra en nuestras mentes y corazones, que luego nos lleva a pecar. Cada pecado engendra otro pecado, hasta que llegamos al punto en que nuestros corazones se endurecen como una piedra, provocando así nuestro cautiverio, destrucción y muerte. Recordemos que «de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará». –Gálatas 6:7
Acaz y los Israelitas llegaron al punto de:
- «. . .pasar a su hijo por fuego conforme a las abominaciones de las demás naciones paganas». (2 Reyes 16:3).
- Reconocerse siervo e hijo del rey de Asiria, en lugar de siervo e hijo del Dios de Israel (2 Reyes 16:7).
- Ofrecer parte del oro y de la plata que se encontraban en la casa del Señor como ofrenda al rey de Asiria para su protección (2 Reyes 16:8).
- Tomar cautivos y robar a sus hermanos de las tribus del sur (2 Crónicas 28:8).
- Ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado para que lo ayudaran (2 Crónicas 28:23).
- «Hizo pedazos los utensilios de la casa de Dios; cerró las puertas de la casa del Señor e hizo para sí altares en cada rincón de Jerusalén» (2 Crónicas 28:24).
Y nosotras, ¿hasta dónde nos han llevado nuestros «pequeños» pecados?
¿Estamos ignorando la voz de Dios, insistiendo en caminar en pos de falsos dioses a pesar de haber sido creadas, salvadas y sustentadas por el único, verdadero y supremo Dios?
El príncipe de este mundo es especialista en engaños y artimañas, y su objetivo principal es embotar nuestros sentidos espirituales, motivándonos a creer:
- Que la vida en este mundo es todo lo que tenemos.
- Que nuestro bienestar y nuestra vida dependen de nosotros mismos.
- Que Dios miente y que la vida separada de Él es mejor.
- La mayoría define lo que es verdad, no Dios.
- Tal práctica es pecado «está de moda» y, por lo tanto, no es gran cosa.
- «Acaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar; pero no hizo lo recto ante los ojos del Señor como su padre David lo había hecho, sino que anduvo en los caminos de los reyes de Israel; también hizo imágenes fundidas para los Baales». –2 Crónicas 28:1-2
Todo eso y más nos lleva a vivir una vida con una perspectiva por debajo del sol, la cual se caracteriza por una sabiduría mundana, carnal, llena de egocentrismo y frialdad hacia nuestro prójimo, donde no se practica el amor y la gracia.
En 2 Crónicas 28:8-15, podemos ver parte del corazón de Dios hacia Su pueblo pecador y el trato que Él mismo nos llama a tener entre nosotras sus hijas: que a pesar de la pecaminosidad de nuestro corazón, por Su Espíritu podemos darle muerte al pecado. Matar el pecado en nosotras cada día, producirá el deseo de cuidar nuestras mentes y corazones de los dardos del enemigo al mismo tiempo que nos vestimos de amor, perdón, gracia para no dañarnos unos a otros.
«Y se levantaron los hombres que habían sido designados por nombre y tomaron a los cautivos, y del botín vistieron a todos los desnudos y les dieron vestidos y sandalias. También les dieron de comer y de beber y los ungieron, y a todos los débiles los condujeron en asnos y los llevaron a Jericó, ciudad de las palmeras, a sus hermanos; entonces regresaron a Samaria». –2 Crónicas 28:15
A través de estos capítulos, Dios nos lleva a reflexionar sobre la realidad de que el pecado funciona como un tipo de anestesia, la cual va bloqueando las señales del sistema nervioso, en este caso del Espíritu Santo, y por ende trata de impedir que los mensajes o estímulos procedentes del cuerpo, es decir, la Palabra de Dios, viajen a través de los nervios y de la médula espinal hasta llegar al «cerebro» que es nuestra mente y corazón. En consecuencia, nos adormece hasta volvernos cautivos bajo su dominio.
Uso la palabra «trata» porque nadie ni nada es más poderoso que nuestro Dios, ni siquiera las artimañas ni el príncipe de este mundo. Recordemos que en Su muerte y resurrección Él conquistó el poder del pecado una vez y para siempre.
Para meditar:
¡Mis hermanas, en Cristo hay esperanza! ¿Lo crees de todo corazón? ¿Vives tu vida a la luz de esa gloriosa realidad?
Acaz entregó a su nación a la locura de la idolatría, cuando el Señor lo entregó a las fuerzas de Damasco, como castigo, y ¿qué hizo Acaz? No se volvió al Señor. Sin embargo, en medio de esto, un predicador fiel de la Palabra, Obed, aparece en escena, enviado providencialmente por el Señor. Algunos de los líderes de Israel respondieron eficazmente. Nunca tengamos en poco que proclamar la Palabra de Dios, a un grupo de pecadores, no vale la pena. Al final, Dios es quien hace la obra. ¿Estás compartiendo el evangelio con otros?
«Y el Señor se enojó en gran manera contra Israel y los quitó de su presencia. Solo quedó la tribu de Judá». -2 Reyes 17:18
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